Concierto excepcional
El triple concierto de esta tercera jornada del festival pudo conducir a la meditaci¨®n acerca del tiempo tanto como la lectura de Cuatro cuartetos, de T. S. Eliot, no s¨®lo por los tempos en los que cada cual se movi¨®, sino por el mismo tiempo que se tomaron para ello. Una mayor apreciaci¨®n de las propias limitaciones hubiera permitido a la Big Band del Taller de M¨²sicos no agotar 90 minutos de concierto, y su tiempo fue tiempo de reloj. El piano solo de Abdullah Ibrahim bien nos pudo situar en una perspectiva cercana a la misma abolici¨®n del tiempo; el tr¨ªo de David Murray, del tiempo, cambiante, del siglo XX, que late en las grandes ciudades.La Big Band del Taller de M¨²sicos no calibr¨® sus posibilidades y opt¨® por un temario complicado y largo. No hubo fallos estrepitosos, pero tampoco parece que los mismos m¨²sicos dejaran de advertir la falta de punch, de mordiente.
Big Band del Taller de M¨²sicos de Madrid
Abdullah Ibrahim. David Murray Tr¨ªo Teatro Nuevo Apolo. Madrid, 14 de mayo.
El tel¨®n de teatro tiene sus virtualidades m¨¢gicas, y frente al piano est¨¢ Abdullah Ibrahim, jazzman nacido en Sur¨¢frica, compositor, cantante, tambi¨¦n toca el saxo soprano, la flauta y el violonchelo, y dirige formaciones que van de los ocho a los 16 m¨²sicos. Se sienta, solo, frente al Steinway, y s¨®lo despu¨¦s sabremos qu¨¦ ha tocado, sin pausa, durante m¨¢s de una hora.
Mano izquierda
Su concierto a piano solo puede llevar a preguntarnos cu¨¢nta big band tienen sus manos. Una mano izquierda de cuando los pianistas tocaban sin amplificaci¨®n en locales atestados por multitudes berreantes; la izquierda de los primeros maestros, pero con un sentido r¨ªtmico y t¨ªmbrico de ra¨ªz africana. Hizo un largo recorrido, en el que aparec¨ªan algunas de sus composiciones m¨¢s conocidas Tintiyana, Perfumed, Forest, Tsakve, los homenajes a Monk y fascin¨® a un p¨²blico que tambi¨¦n hizo m¨²sica con su silencio.Ha llegado David Murray, y desde su primer solo se pudo sentir cu¨¢nta energ¨ªa, cu¨¢nta dedicaci¨®n hay en su m¨²sica. A sus 34 a?os, miembro de una generaci¨®n en la que no se tallaron -o no se admitieron- gigantes, Murray parece estar asumiendo con absoluto rigor el puesto de m¨²sico-gu¨ªa en la tarea de los nuevos pasos a dar.
Fue un concierto verdaderamente excepcional, en el que pudo pensarse que David Murray est¨¢ ya en estos momentos haciendo m¨²sica, pero tambi¨¦n historia; la historia de que al filo de los a?os noventa se puede hacer nuevo gran jazz.
Babelia
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