Menem, presidente
LA VICTORIA alcanzada por el candidato peronista, Carlos Menem, en las elecciones presidenciales argentinas ha sido rotunda y no tiene discusi¨®n. Con cerca del 50% de los votos populares se asegura una mayor¨ªa absoluta en el Colegio Electoral, que el 10 de agosto proclamar¨¢ al futuro presidente. La situaci¨®n de caos econ¨®mico que ha acompa?ado la ¨²ltima fase de la campa?a electoral ha sido, sin duda, el factor determinante de la derrota sufrida por el Gobierno radical. El deterioro del nivel de vida y la inflaci¨®n galopante han empujado a los votantes a manifestar en las urnas la bronca, la protesta, contra los que ostentan el poder.Ra¨²l Alfons¨ªn pasar¨¢ a la historia como el primer presidente elegido que en 67 a?os transmitir¨¢ el poder a otro civil salido de las urnas. En ese objetivo, obsesivo, el l¨ªder radical ha concentrado todos los esfuerzos de su presidencia, sometida al fuego graneado de sindicatos y militares nost¨¢lgicos de la dictadura. Empe?ado en ese meritorio esfuerzo, Alfons¨ªn no se ha percatado del enorme peligro que supon¨ªa para la estabilidad de la democracia una crisis econ¨®mica profunda, en modo alguno atajada por una pol¨ªtica ineficaz, err¨¢tica y contradictoria.
No puede sorprender, pues, que el enorme descontento que se ha ido acumulando se traduzca ahora en la victoria del candidato peronista. Ya en las elecciones legislativas de 1987, el Partido Justicialista obtuvo el mayor n¨²mero de votos. En la escena argentina, el peronismo ha logrado atraer desde los a?os cuarenta -junto a compa?¨ªas poco recomendables- a opciones pol¨ªticas asociadas con los ideales de justicia social, defensa de los m¨¢s pobres y lucha contra los privilegios y la corrupci¨®n. Y los sindicatos, que tienen en Argentina una fuerza considerable, han estado dominados desde hace d¨¦cadas por el peronismo. Dif¨ªcil de entender para los europeos -que tienden a ver en ¨¦l exclusivamente una forma pol¨ªtica de tipo semifascista-, el Partido Justicialista representa hoy en cierta manera el deseo, expresado por una gran mayor¨ªa de los electores, de sacar a Argentina del atolladero econ¨®mico en que se est¨¢ hundiendo.
El triunfador del domingo, Carlos Menem, suscit¨® temores cuando fue elegido candidato peronista en el verano de 1988, dejando en la cuneta a la figura m¨¢s moderada de Cafiero. En la dial¨¦ctica de la contienda electoral, sus contrincantes han querido presentarle como el campe¨®n de un peronismo duro, propenso a las aventuras populistas. Sin duda en el peronismo existen tendencias heterog¨¦neas, y en su historia se han escrito p¨¢ginas siniestras. Pero lo cierto es que Carlos Menem, durante la campa?a, ha reafirmado su voluntad de defender la democracia. Y acaba de reafirmarlo de modo solemne una vez conocidos los resultados. Es de destacar, en estos momentos, su convencimiento de que Argentina necesita un consenso de las principales fuerzas pol¨ªticas y sociales para resolver el caos econ¨®mico. Menem cit¨® incluso los Pactos de la Moncloa y el papel positivo que tuvieron para la transici¨®n espa?ola. Tal es, sin duda, la exigencia prioritaria de cualquier salida pol¨ªtica en Argentina: la reconciliaci¨®n, el acuerdo, supeditando a una gran tarea nacional las diferencias pol¨ªticas e ideol¨®gicas.
La Constituci¨®n argentina establece un largu¨ªsimo plazo -hasta diciembre- para que tome posesi¨®n de su cargo el nuevo presidente. Tal como est¨¢n las cosas, el pa¨ªs no puede permitirse el lujo de un per¨ªodo de incertidumbre tan prolongado. Por ello deber¨ªan buscarse f¨®rmulas que permitan al partido vencedor en las urnas participar cuanto antes en una soluci¨®n concertada de los problemas pendientes.
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