Un centenar de artistas se convierten en los 'magos de la tierra'
Pol¨¦mica exposici¨®n en Par¨ªs sobre la creaci¨®n en el arte
Ha sido inaugurada en Par¨ªs -hasta el 14 de agosto- la esperada exposici¨®n Magos de la tierra, que presenta obras de 101 artistas, procedentes de m¨¢s de 50 pa¨ªses, sobre una superficie total de 10.000 metros cuadrados, dividida en dos partes, el quinto piso del centro cultural Georges Pompidou y el Grand Hall de la Villette. El objetivo de la muestra es difundir la obra de creadores de todo el planeta, desde Nepal a M¨¦xico y desde Australia a Nigeria.
En los dos lugares de exposici¨®n se pueden ver un gran rect¨¢ngulo de tierra realizado ritualmente por un aborigen australiano, la m¨¢scara monumental Ijele por el artista Mike Chukwukelu, de Nigeria, junto a obras de artistas consagrados en el mercado mundial, como los brit¨¢nicos Richard Long y Tony Cragg.Seg¨²n su comisario general, director tambi¨¦n del Museo Nacional de Arte Moderno, Jean Hubert Martin -cuyo equipo ha trabajado en la preparaci¨®n de la exposici¨®n m¨¢s de cuatro a?os-, su prop¨®sito ha sido el de cubrir un campo mundial de investigaci¨®n y dar testimonio de la existencia de la creaci¨®n art¨ªstica en el mundo entero, sobrepasando las categor¨ªas art¨ªsticas habituales.
Una declaraci¨®n de intenciones, loable ciertamente, pero poco cre¨ªble cuando se comprueba que se han olvidado pr¨¢cticamente de la mitad de la humanidad, es decir, las mujeres, pues son menos de 10 entre 101 participantes. Una vez m¨¢s, la excepci¨®n confirma la regla.
Esta exposici¨®n, pol¨¦mica, y es ¨¦ste uno de sus grandes intereses, ha sido desde su origen objeto de numerosas cr¨ªticas -m¨¢s o menos justificadas- procedentes de todos los sectores del mundo del arte, empezando por su t¨ªtulo, algo que sorprende puesto que, seg¨²n el diccionario, magia" es "el arte de ense?ar y hacer cosas extraordinarias y admirables", lo que conviene perfectamente a muchas de las obras expuestas de la cultura que sea.
Presupuesto
Otras cr¨ªticas se refieren a su coste, 30 millones de francos, unos 540 millones de pesetas -procedentes del Ministerio de Cultura, la misi¨®n del Bicentenario, el centro Georges Pompidou, Canal Plus y la fundaci¨®n Scaler-, que es m¨¢s o menos lo que cuesta cualquier exposici¨®n internacional (Documenta, por ejemplo) y no mundial como la que nos ocupa.Pero, adem¨¢s de estas cr¨ªticas, no han faltado tampoco las inevitables acusaciones de exotismo, de etnocentrismo, ese centro que mira de forma paternalista la periferia -tan pr¨®ximo del neocolonialismo- o la de "descontextualizar" las obras, una cr¨ªtica que olvida el que la "descontextualizaci¨®n" duchampiana ha fertilizado nuestro arte durante decenios.
Los criterios de selecci¨®n, como era de esperar, tambi¨¦n han sido duramente cuestionados y se acusa a los responsables de organizar tal acontecimiento para poder presentar, una vez m¨¢s, a sus artistas Jetiches (palabra que cae muy bien en el contexto), es decir, los asiduos de todas las ferias internacionales del arte, rodeados de los otros, cuya diferencia s¨®lo interesa por cuanto sorprende.
La exposici¨®n, seg¨²n los organizadores, tiene tambi¨¦n como objetivo buscar una aproximacion entre los continentes en torno a la creaci¨®n art¨ªstica y para ello se contrastan las obras originales en muy diversos materiales de los m¨¢s apartados rincones del mundo con otras piezas de artistas cotizados en el mercado internacional.
Cierto es, como dice Thomas McEvilley en su texto sobre la exposici¨®n, que "la dificultad del proyecto es proporcional a su importancia", pero pese a todas las cr¨ªticas -algunas bien justificadas como esos criterios de selecci¨®n exclus'vistas e incomprensibles e incluso contradictorios con la realidad de la muestrala idea es excelente pues de esta confrontaci¨®n del arte de diferentes culturas, Estas culturas, por otra parte, conviven armoniosamente, puede desprenderse un an¨¢lisis muy ilustrativo, enriquecedor para todos, adem¨¢s de para los occidentales, una buena lecci¨®n de humildad, sin olvidar el enorme placer de contemplar obras realmente magn¨ªficas como la escultura de la alemana Rebeca Horn o la de Paulosee Kuniliusee, del Gran Norte canadiense.
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