El juicio at¨ªpico
Los principales procesados se acusaron mutuamente de la desviaci¨®n del ace¨ªte desnaturalizado
El juicio por el envenenamiento que desde la primavera de 1981 ha causado m¨¢s de 650 muertos y 25.000 afectados fue singular. Ha sido el m¨¢s largo de la histor¨ªa judicial espa?ola, con 15 meses de vista oral. Varios edificios tuvieron que ser acondicionados para que pudiera celebrarse fuera de la Audiencia Nacional. Fue recogido mediante circuito cerrado de televisi¨®n y todas sus sesiones grabadas en v¨ªdeo, y los ordenadores fueron usados durante todo el proceso para localizar cualquier parte del sumario, elaborar listas de testigos y peritos o redactar la sentencia y evitar filtraciones conserv¨¢ndola en un diskette.
Las sesiones comenzaron el 30 de marzo de 1987, seis a?os despu¨¦s de que se registrara el primer fallecimiento en Torrej¨®n de Ardoz (Madrid). Los procesados eran 38 industriales o qu¨ªmicos acusados de desviar aceite de colza de uso industrial al consumo humano (hoy son 37 debido a la reciente muerte de Juan Santacana).El primero de los acusados en declarar fue Juan Miguel Bengoechea, que import¨® el aceite de colza desde Francia y contradijo en el juicio las manifestaciones que hab¨ªa hecho ante la polic¨ªa y el juez instructor al inicio del sumario.
Bengoechea reconoci¨® haber vendido partidas de aceite de colza a los hermanos Ferrero y a los empresarios catalanes Jorge Pich, Enric Salom¨® y Ram¨®n Alabart, pero asegur¨® haberse enterado en mayo de 1981 de que su aceite industrial se hab¨ªa destinado al consumo humano, implicando a Ram¨®n Ferrero como el autor de la desviaci¨®n.
Ese primer d¨ªa de Juicio se produjeron diversos incidentes ya que los afectados y sus familias atacaron a algunos de los acusados y sus letrados cuando abandonaban el auditorio.
En la segunda jornada, Ram¨®n Ferrero, almacenista de Alcorc¨®n que distribuy¨® la mayor parte del aceite maligno, acus¨® a Bengoechea de haberle enga?ado al suministrarle el aceite de colza como mercanc¨ªa apta para el consumo humano, siendo nociva para la salud.
Las acusaciones mutuas se hab¨ªan apuntado ya en el sumairio, y aunque parec¨ªa que los principales acusados se iban a unir en un frente com¨²n para desacreditar la tesis del aceite como causa de la intoxicaci¨®n, ante la posibilidad de pasar el resto de sus vidas en prisi¨®n, se impuso el s¨¢lvese quien pueda y la guerra se desat¨® entre ellos.
Las declaraciones de los otros procesados m¨¢s importantes sacaron a la luz una reuni¨®n mantenida en Zaragoza entre los hermanos Juan Miguel y Fernando Bengoechea, Pich, Salom¨® y Alabart, en la que se pact¨® la destrucci¨®n de documentos y pruebas que pudieran relacionarles con el aceite t¨®xico.
Finalizadas las declaraciones de los principales acusados, se celebraron careos separados entre ellos, que acentuaron sus discrepancias. Los interrogatorios de los 38 acusados y los nueve careos duraron tres meses y no sirvieron para determinar con absoluta certeza qui¨¦nes derivaron conscientemente al consumo humano el aceite de colza de uso exclusivamente ¨ªndustrial importado de Francia.
En el juicio prestaron declaraci¨®n cerca de 2.000 testigos, entre ellos el presidente y el vicepresidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez y Alfonso Guerra, que lo hicieron por escrito. Tambi¨¦n declararon el ex presidente Leopoldo Calvo Sotelo y varios miembros del Ejecutivo de UCD, entre ellos Jes¨²s Sancho Rof, ministro de Sanidad en 198 1, cuando se produjo la intoxicaci¨®n.
En la calificaci¨®n de los hechos y la petici¨®n de penas ¨¦ste tambi¨¦n fue un juicio especial, ya que nunca antes se hab¨ªan solicitado 60.000 a?os de prisi¨®n para ocho de los acusados, como hizo el fiscal Eduardo Fungairi?o.
Con todo, el juicio y la sentencia s¨®lo han sido un paso m¨¢s en el proceso, ya que ahora se inicia un rosario de recursos que probablemente pasar¨¢n por el Tribunal Supremo, el Constitucional y el Europeo de Derechos Humanos, en Estrasburgo, seg¨²n han anunciado reiteradamente los abogados.
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