Los l¨ªmites del imperio
Estados Unidos o el dilema de una superpotencia que se est¨¢ quedando sin enemigo
Cuando llegu¨¦ a Estados Unidos, en octubre de 1984, el pa¨ªs, en el auge del reaganismo, cre¨ªa a¨²n lo que le dec¨ªa su presidente: que ¨¦ste era un imperio sin m¨¢s l¨ªmites que los de la imaginaci¨®n de sus ciudadanos. Estaba en el segundo a?o de una expansi¨®n econ¨®mica que a¨²n no se ha detenido y ten¨ªa todav¨ªa un enemigo claro: la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Por supuesto, nadie suger¨ªa que la guerra fr¨ªa era una cosa del pasado.Ahora cuando hago las maletas, el imperio se ha quedado sin enemigo. Se declara por doquier el final de la guerra fr¨ªa, aunque se dice menos que Occidente la ha ganado. Y los l¨ªmites del poder¨ªo norteamericano, por primera vez desde la 1? Guerra Mundial, se hacen evidentes. Panam¨¢ y Noriega son una buena muestra. En estos a?os, EE UU ha pasado a ser la primera naci¨®n deudora, y Jap¨®n, por el contrario, se ha convertido en el primer acreedor y despunta ya como el gran poder econ¨®mico de los a?os noventa.
El virus de la incertidumbre sobre su destino y el pesimismo que agarrotaba a Europa hasta hace poco, que sirvi¨® para acunar en Washington el t¨¦rmino euroesclerosis, parece haberse trasladado a los Estados Unidos de George Bush y de comienzos de la ¨²ltima d¨¦cada del siglo. El presidente asegura que "el XXI continuar¨¢ siendo el siglo americano". Y desde Europa, un europeo l¨²cido ya en la reserva, el ex canciller de la RFA Helmut Schmidt, sentencia que "EE UU es la naci¨®n m¨¢s vital de Occidente y continuar¨¢ si¨¦ndolo".
Cuatro a?os largos de corresponsal¨ªa me hacen asentir. A pesar de todos los pesares, y de las incre¨ªbles lagunas educativas e intentos constantes de que todos nos parezcamos a ellos y aplaudamos su a veces insoportable rectitud moral, "EE UU", ha afirmado Scl¨ªmidt, "es una naci¨®n de vitalidad y optimismo, y eso ayuda mucho, incluso si a veces ciega su juicio". Estados Unidos est¨¢ vivo y es inmensamente creativo. Este pa¨ªs de mil razas, donde los hispanos ser¨¢n la mayor¨ªa minoritaria en el a?o 2000, contin¨²a siendo, por encima del juicio pol¨ªtico, el que m¨¢s oportunidades concede.
"Europa no se convertir¨¢ en unos Estados Unidos de Europa, por lo que el mundo continuar¨¢ teniendo a EE UU como su l¨ªder", explica Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal. Pero una creciente moda intelectual de pesimismo, estimulada por la falta de respuesta a la audacia revolucionaria de Mijail Gorbachov y por el deterioro de la competitividad econ¨®mica de este pa¨ªs, y el resurgir a un papel mundial de los gigantes vencidos de la guerra -Jap¨®n y la Rep¨²blica Federal de Alemania-, pregona en este pa¨ªs el relativo declive, no absoluto, del imperio orteamericano.
Comienza a dudarse de que George Bush, enfrentado al desvanecimiento del viejo orden nacido de la 1? Guerra Mundial, sea capaz de redefinir el papel de esta superpotencia en un mundo cambiante en el que EE UU ya no ejerce el monopolio de la hegemon¨ªa econ¨®mica, militar o pol¨ªtica.
El declive
El libro del profesor de Yale Paul Kennedy The rise and fall of thegreat powers diagnostica el comienzo del declive del imperio norteamericano -como antes el espa?ol o el brit¨¢nico-, originado por la imposibilidad de abarcar militarmente tanto mundo con una econom¨ªa levantada sobre las arenas movedizas de los d¨¦ficit. Es un ¨¦xito de ventas y se ha convertido en la biblia del pesimismo ilustrado. David Calleo, de la universidad John Hopkins, experto en la OTAN y uno de los principales miembros de la escuela del declive, escribe que "EE UU se ha convertido en una hegemon¨ªa en decadencia, con un rumbo que apunta a un final ignominioso. S¨ª hay una salida, es a trav¨¦s de Europa".
"Estados Unidos se est¨¢ quedando sin los traba adores cuafificados capaces de realizar los trabajos que requerir¨¢n los a?os noventa" (de los peri¨®dicos). "La mayor¨ªa de los norteamericanos pierde fe en el futuro y ya no asume que sus hijos vivir¨¢n mejor que ellos" (primera p¨¢gina de The Wall '0,treet Journal del 1 de mayo). "El superrico Jap¨®n emerge como una importante superpotencia" (titular de un informe de Time).
?Qu¨¦ clase de imperio es ¨¦ste, que tiene problemas para acabar con Noriega y no garantiza ya la seguridad o el bienestar de sus aliados?, se preguntaba el otro d¨ªa, en una cena, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y ex canciller uruguayo, Enrique Iglesias, abrumado por la cat¨¢strofe de la deuda externa y aterrado ante la posib¨ªlidad de que Latinoam¨¦rica, tras una d¨¦cada econ¨®mica perdida, entre ahora en una etapa de populismos nacionalistas. "Es un imperio de reacci¨®n, no de acci¨®n", a?ad¨ªa Iglesias.
Graduando analfabetos
Un informe de la revista T¨ªme revel¨® que cada a?o el sistema escolar norteamericano pone en la calle "m¨¢s de un mill¨®n de j¨®venes adultos que no pueden enfrentarse a las demandas intelectuales de una econom¨ªa cada vez m¨¢s tecnol¨®gica o a sus colegas en Europa occidental o Jap¨®n; 700.000 al a?o, despu¨¦s de 12 a?os de bachillerato, tienen tan poca capacidad de lectura que no pueden digerir un peri¨®dico o llenar un formulario para pedir trabajo". Y conclu¨ªa la revista diciendo que la amenaza a la seguridad del pa¨ªs deriva del hecho de que casi un 25% de sus reclutas no puede comprender las instrucciones escritas del armamento que maneja.
Pero, como Mark Twain, que anunci¨¦ que las informaciones sobre su muerte eran prematuras, el declive de este imperio puede que tambi¨¦n lo sea. TheWall Street Journal, el peri¨®dico de mayor difusi¨®n del pa¨ªs, tras una investigaci¨®n "exhaustiva" y 100.000 millas de viaje de un equipo de periodistas que han hablado con "varios cientos" de l¨ªderes o ciudadanos en EE UU, Europa, China, Jap¨®n y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, ha llegado a una conclusi¨®n reconfortante:
"El cuadro que emerge es claro, aunque sorprenda. Am¨¦rica, le guste o no, es el poder preeminente en el mundo hoy, y lo seguir¨¢ siendo, por lo menos, durante la siguiente generaci¨®n, y probablemente por m¨¢s tiempo". El problema probablemente sea otro, como lo ha descrito un comentarista brit¨¢nico. "La cuesti¨®n no es que Am¨¦rica se haya vuelto m¨¢s d¨¦bil, sino que otros, y no s¨®lo Jap¨®n y la RFA, sino tambi¨¦n potencias m¨¢s peque?as, de Dinamarca a Nueva Zelanda hasta Irak o Ir¨¢n, se han hecho m¨¢s fuertes, con m¨¢s confianza propia, m¨¢s inclinados a cuestionar los proyectos norteamericanos y menos a pasar por el aro de la presi¨®n de EE UU".
Vac¨ªo de liderazgo
La gesti¨®n de Bush, con ser apafiada y tener contenta a la Am¨¦rica media y profunda, no es el liderazgo que requiere una alianza occidental que, una vez ganada la guerra fr¨ªa, aguarda la visi¨®n global de un presidente norteamericano en un momento de reparto de las cartas de un nuevo orden internacional.
S¨®lo un vac¨ªo de l¨ªderazgo, tras la retirada de Reagan a surancho de Califomia, explica, seg¨²n analistas norteamericanos, la rebeli¨®n de Kohl contra los .11anglosajones" en la OTAN. El consejero de Seguridad Nacional, Brent Scowcroft, hablaba el otro d¨ªa con irritaci¨®n, en una comida con corresponsales europeos, de] angst alem¨¢n, el deseo de sacudirse la soberan¨ªa limitada de que disfruta bajo el paraguas nuclear norteamericano, como causante de la trifulca sobre las llamadas armas nucleares de teatro.
"Cuanto de m¨¢s corto alcance, los alemanes m¨¢s muertos", como dicen en la RFA. Pero el angst, de otro estilo, es percibible en Washington, donde a¨²n no est¨¢ claro si se est¨¢ apostando por el triunfo o la bofetada de la perestroika. Insiste la clase dirigente del bushismo en someter a Gorbachov a un examen considerando a¨²n que el l¨ªder sovi¨¦tico est¨¢ en la escuela y que EE UU es el profesor y debe dar diplomas de buena conducta internacional.
Ya lo ha dicho George Kennan, el padre intelectual de la doctrina de la contenci¨®n de] comunismo y, en cierta medida, de la guerra fr¨ªa: "Estamos empantanados en las fijaciones del per¨ªodo de los ¨²ltimos 35 a?os, mientras la vida ha cambiado". Y tambi¨¦n la opini¨®n p¨²blica, que aqu¨ª es medida con obsesi¨®n casi al minuto. El 56% de los norteamericanos cree que la competencia econ¨®mica de Jap¨®n significa una amenaza mayor a la segur¨ªdad nacional de EE UU que la URSS como adversario militar.
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