Carrera, parque nacional
El presidente del Grup Balear d'Ornitologia i Defensa de la Naturalesa (GOB-Mallorca), Francisco J. Avell¨¢, apela al defensor de los lectores porque en EL PAIS (17 de marzo, edici¨®n de Barcelona) se emple¨® la palabra natural en lugar de nacional referida al parque del peque?o archipi¨¦lago de Cabrera. "La confusi¨®n de ambos t¨¦rminos, aparentemente balad¨ª, tiene m¨¢s miga de la que a primera vista podr¨ªa parecer", escribe Avell¨¢.El GOB, y con ¨¦l miles de baleares, est¨¢n bregando hace mucho tiempo para conseguir que Cabrera sea declarada parque nacional, que no es lo mismo que parque natural. Cabrera es territorio militar desde hace la friolera de 73 a?os. A comienzos de la d¨¦cada de los setenta empieza a ser escenario de maniobras que incluyen bombardeos. Las primeras protestas ecologistas surgen en las postrimer¨ªas del franquismo, y pr¨¢cticamente desde entonces se reclama que cesen los ejercicios de las Fuerzas Armadas y que sea declarado parque nacional mar¨ªtirno-terrestre.
En 1986, los ecologistas insisten en su reivindicaci¨®n: la organizaci¨®n internacional Greenpeace env¨ªa a aguas de Cabrera el buque Sirius y los tenaces defensores de la isla consiguen la suspensi¨®n de las maniobras militares de ese a?o. En 1987 reciben dos espaldarazos m¨¢s a sus prop¨®sitos: una manifestaci¨®n multitudinaria en Palma de Mallorca y que el Parlamento balear apruebe enviar alas Cortes Generales una proposici¨®n de ley de declaraci¨®n del Parque Nacional de Cabrera. En marzo de 1989, el GOB congrega, de nuevo en Palma, a miles de personas con el mismo objetivo. La concentraci¨®n, bajo el lema "Cabrera, parc nacional", cont¨® con el apoyo de todos los grupos presentes en el Parlamento de aquella comunidad aut¨®noma, a excepci¨®n de socialistas y populares, como narraba EL PAIS. "Ambos grupos", a?ad¨ªa el peri¨®dico, "defienden la firma por parte del Gobierno balear del convenio propuesto por el Ministerio de Defensa, que mantiene la presencia militar en el subarchipi¨¦lago".
Esta noticia, titulada 8.000 personas se manifiestan en Palma a favor de que Cabrera sea parque natural, es la que motiva la queja del presidente del GOB-Mallorca. Durante m¨¢s de dos meses, el GOB ha estado esperando a que el peri¨®dico publicara una fe de errores que dejara las cosas en su sitio.
?D¨®nde est¨¢ la miga aludida por Avell¨¢? Ante la ley no es lo mismo un parque natural que un parque nacional. La calificaci¨®n de parque nacional otorga el m¨¢ximo amparo en la ley de los Espacios Naturales Protegidos. "Son parques nacionales",dice esta norma, "los espacios naturales de relativa extensi¨®n que se declaren por ley como tales por la existencia en los mismos de ecosistemas primigenios que no hayan sido sustancialmente alterados por la explotaci¨®n, penetraci¨®n y ocupaci¨®n humana, y donde las especies vegetales y animales, as¨ª como los lugares y las formaciones geomorfol¨®gicas, tengan un destacado inter¨¦s cultural, educativo o recreativo, o en los que existan paisajes naturales de gran belleza". "El Estado", agrega el precepto, "f?jar¨¢ las medidas para salvaguardar las caracter¨ªsticas y valores que motivaron su declaraci¨®n, facilitar el acceso para su uso, disfrute, contemplaci¨®n y aprovechamiento ordenado de sus producciones, e impedir los actos que directa o indirectamente puedan producir su destrucci¨®n, deterioro o desfiguraci¨®n".
Pareciera que el legislador acabara de visitar la bella isla de Cabrera. En sus 15 kil¨®metros cuadrados de superficie hay bosques de pinos y otras especies arb¨®reas. Sus abundantes y finas aguas, la riqueza de su fauna, sus amplias ensenadas la hacen merecedora de la protecci¨®n que reclama el GOB. Cabrera re¨²ne todas lascaracter¨ªsticas para ser parque nacional y parece evidente la necesidad de impedir los actos que directa o indirectamente puedan producir su destrucci¨®n, deterioro o desfiguraci¨®n.
El error de confundir natural con nacional se cometi¨® en la Redacci¨®n de Barcelona y no es imputable, ni en el titular ni en el texto, al autor de la noticia; as¨ª lo reconoce el jefe de secci¨®n Joan M. Perdig¨®.
Menos honorarios
En la primera vifieta de la tira de Peridis que ilustraba un reportaje acerca de la nueva ley de Tasas (EL PAIS, 30 de abril, suplemento Negocios), el humorista hac¨ªa decir al ministro de Hacienda, Carlos Solchaga: "Con la ley de Tasas todos salimos ganando..."; en la tercera concretaba: "Ganan los notarios y registradores que tienen m¨¢s honorarios". Pues resulta que no, que ¨¦stos no ganan m¨¢s. As¨ª se lo recuerda al ombudsman el delegado de imagen y relaciones con la Prensa del Consejo General del Notariado, Jos¨¦ Mar¨ªa Prada. "La ley de Tasas", escribe, "ha significado una sensible disminuci¨®n de los honorarios cobrados por notarios y registradores de la propiedad". Peridis hizo, en ese punto concreto, una err¨®nea interpretaci¨®n del reportaje. La nueva ley de Tasas, que pretende aflorar el dinero negro invertido en el sector inmobiliario, establece que notarios y registradores cobren sus honorarios .exclusivamente por el valor declarado en la escritura o comprobado por Hacienda, que es sensiblemente inferior al real".
Muda, pero no ciega
En una noticia que daba cuenta de la detenci¨®n de un atracador (EL PAIS, 30 de abril) se contaba que el presunto delincuente dej¨® muda a su v¨ªctima -una mujer-, a la que seccion¨® la garganta con un cuchillo "para evitar que le identificara". El doctor Jaime Vidal, uno de los m¨¦dicos que atendieron a la atracada y herida, escribe al defensor de los lectores: "Dado por seguro que sabe escribir -trabaja como administrativa en una oficina- y calcul¨¢ndole una agudeza visual dentro de unos par¨¢metros normales, bastar¨ªa con escribir el nombre que ahora no puede pronunciar o se?alar una fotografia para identificar a su agresor". El redactor jefe Jos¨¦ Mar¨ªa Izquierdo reconoce que una cuchillada en la garganta no impedir¨ªa a la v¨ªctima del brutal atraco identificar a su agresor. "La recriminaci¨®n del m¨¦dico que nos escribe es m¨¢s que acertada". "La redacci¨®n", agrega, "fue francamente desafortunada, guiados en exceso por el texto de la polic¨ªa, g¨¦nero literario m¨¢s bien abominable".
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