Un caballo lleno de trampas
M¨¢s vale que lo sepan ya sin m¨¢s tapujos: el caballo de picar est¨¢ todo lleno de trampas. Y si no fuera por esas trampas no podr¨ªa haber tercio de varas.El caballo de picar sale drogado desde tiempos de Maricasta?a, sale atronado con tapones en las orejas para no tener que o¨ªr el griter¨ªo de la gente, sale con un ojo vendado (o con los dos, que tanto da) y la autoridad se empe?a en que no sea m¨¢s que el derecho, y sale con manguitos o lo que haga falta para proteger su fr¨¢gil estructura.
?Y no se podr¨ªa evitar todo eso? Pues m¨¢s bien no. La reacci¨®n normal de un caballo fresco, no bregado con antelaci¨®n a su intervenci¨®n en el ruedo, ser¨ªa la de subirse de un salto a la contrabarrera al notar el impacto de la mole con cuernos arrancada desde largo. As¨ª de simple.
Por eso, las trampas del caballo de picar son de general aceptaci¨®n entre quienes entienden de caballos o de toros. Cuando el p¨²blico se encrespa al ver que el caballo no va al toro, piensa que es falta de doma, falta de ganas del picador. Lo que ocurre, sencillamente, es que el caballo est¨¢ pasado de sedante.
"?Qu¨¦ barbaridad! Tendr¨ªa que intervenir la autoridad". M¨¢s vale que no intervenga, porque habr¨ªa otro plante m¨¢s gordo que el famoso de la guerra de los manguitos y a lo peor acaban suspendiendo corridas aqu¨ª y all¨¢.
Con el reglamento actual en la mano, hay muchas cosas que se pueden mejorar. Basta con girar los picadores a derechas o en el sentido de las manecillas del reloj, basta con poner el toro en suerte a la distancia precisa para que el encuentro se produzca y se juzgue la bravura, basta con el quite, es decir, con sacarlo del caballo a tiempo; basta con no taparle la salida; es recomendable que el picador no busque el amparo de las tablas, porque el estribo de la barrera facilita la ca¨ªda del caballo. Nada se dice aqu¨ª y ahora de la puya, porque eso vendr¨ªa en el pr¨®ximo reglamento, de dif¨ªcil parto.
El legendario Basilio Barajas, en cuyos tiempos de contratista de caballos yo serv¨ª en menesteres, manten¨ªa que para poder ser buen picador hab¨ªa que saber montar bien a caballo. El peto patrocinado por el general Mart¨ªnez Anido hab¨ªa acabado con la estirpe de buenos picadores-jinetes.
Vino un nuevo tipo de caballo m¨¢s grande, m¨¢s estable, m¨¢s capaz de llevar el peso del peto. A lomos de ¨¦l vinieron nuevas generaciones -la actual debe ser la cuarta- de picadores casi siempre regordetes y sin mucha idea del caballo de picar. Prueba de ello es su defectuosa forma de ir al toro: de costado. Atan las riendas al cuello para asegurar el volante. Y el pobre caballo de picar sigue siendo denostado. Menos mal que la gente se compadece del tremendo espect¨¢culo del caballo herido. M¨¢s con sensibler¨ªa de detectives que con dignidad de amantes de los animales. "Mira, mira, lleva una cornada en el brazuelo".
Y retiran al caballo. Que no deber¨¢ volver a salir, porque los detectives no lo permitir¨ªan.
No es f¨¢cil lo del caballo de picar. Ni encontrarlos, ni tenerlos, ni prepararlos, ni montarlos con sabidur¨ªa.
Disculpen ustedes que les haya desvelado el misterio, y, ahora que lo he hecho, vuelvan sus ojos al toro de lidia. ?se s¨ª que debe estar recibiendo "sustancias no autorizadas" y todav¨ªa no sabemos cu¨¢les.
Es ah¨ª, en este terreno, donde hay que mantener atenta la mirada para tratar de evitar el extra?o fen¨®meno de los cuartos traseros derrengados.
Babelia
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