Y si no hubiera enemigo
Organizar la destrucci¨®n rec¨ªproca de Europa tiene poco que ver con la tarea de organizar Europa, que a tantos preocupa. Pero es la destrucci¨®n de Europa lo que cada d¨ªa se est¨¢ preparando, con tecnol¨®gica precisi¨®n, entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. Cuando la defensa de un pa¨ªs se hace descansar en una organizaci¨®n multinacional fuertemente burocratizada, como lamentablemente ha sido el caso espa?ol desde el refer¨¦ndum de 1986, es muy peque?o el espacio que queda ya abierto a la imaginaci¨®n, a la esperanza de un futuro mejor (una Europa menos dividida y menos armada), a la adopci¨®n de otras f¨®rmulas de defensa (que no aceleren la carrera armamentista), todo ello a partir de unos supuestos que felizmente empiezan a ser b¨¢sicamente distintos a los del pasado.La OTAN es como un superpetrolereo -he o¨ªdo comentar en el cuartel general de Bruselas-, muy dif¨ªcil de parar y de cambiar de rumbo cuando est¨¢ en marcha. Lleva navegando muchos a?os, y desafortunadamente, nos hemos subido a ¨¦l cuando empezaba a mostrar los s¨ªntomas claros de estar convirti¨¦ndose en un viejo e in¨²til paquebote.
Pero su enorme inercia, los complejos y extendidos intereses creados a su alrededor, el frondoso ramaje c¨ªvico-militar que ha crecido en torno a ella, la han convertido en un monstruoso organismo aut¨®nomo, gobernado en ¨²ltimo t¨¦rmino por EE UU, gestionado en algunos aspectos secundarios por las potencias de segundo orden, y donde los dem¨¢s pa¨ªses sat¨¦lites, como el nuestro, apenas tienen nada que hacer o decir, sino dejarse transportar en unas singladuras imprecisas de las que no controlan el principio ni el fin. Todo nuestro derecho al pataleo queda hoy reducido a las notas que a veces hacemos a?adir, a pie de texto, en algunas declaraciones conjuntas, para salvar la cara ante los compromisos electorales adquiridos Gunto con griegos y daneses en ocasiones, por -lo que los tres pa¨ªses somos denominados en la OTAN los footnote countries).
La invasi¨®n impensable
Ni que decir tiene que nuestras objeciones, cada vez m¨¢s t¨ªmidas, apenas han servido jam¨¢s para nada importante.
Cuando empieza a resultar l¨®gico a todas luces que una invasi¨®n sovi¨¦tica de la Europa occidental es inimaginable (no por la presencia nuclear ot¨¢nica, como a menudo se afirma, sino por los enormes problemas que tan absurda operaci¨®n supondr¨ªa hoy a la URSS, que bastante tiene ya con afrontar sus propias dificultades); cuando el enemigo ot¨¢nico no parece ambicionar recursos ni territorios extrafronterizos y son inexistentes los conflictos intraeuropeos que pudieran llevar a un enfrentamiento militar; cuando, en suma, como acaba de afirmar Kennan, "Rusia ha dejado de ser un eneinigo" y se abren algunos esperanzadores claros entre los negros nubarrones del incesante rearme universal, propiciados por una razonable actitud sovi¨¦tica, es la OTAN (y parte de la Administraci¨®n norteamericana) la que no puede menos de estremecerse ante esta insensata sospecha: ?y si no hubiera ya enemigo-en Europa?
Pero la OTAN, por definici¨®n, ha de permanecer insensible a todo ello. ?Qu¨¦ ser¨ªa si no de las brillantes carreras pol¨ªticas y militares que en su seno se fraguan? ?Y de las estrechas relaciones con los complejos armamentistas universales que de esta simbiosis obtienen beneficios sustanciales?
El enemigo com¨²n
La Alianza Atl¨¢ntica estableci¨® desde un principio una organizaci¨®n militar (no otra cosa significan las siglas OTAN) sin saber quiz¨¢ bien.el alcance de lo que ne estaba gestando. Porque una organizaci¨®n militar no puede estar sin enemigo, y si es internacional, ¨¦ste ha de ser com¨²n.
Se ve en la precisi¨®n urgente de recrearlo cada ma?ana, en cuanto los primeros informes diarios empiezan a circular por los distintos estados mayores de planificaci¨®n. No ser¨¢ nunca la organizaci¨®n militar la que acepte la realidad de una Europa no enfrentada hostilmente. De cualquier an¨¢lisis de situaci¨®n s¨®lo puede extraer las m¨¢s ominosas posibilidades del otro bando, los m¨¢s terror¨ªficos indicios de que hay que seguir arm¨¢ndose.
Porque de no ser as¨ª se vulnerar¨ªan los principios b¨¢sicos de todo organismo militar, cuya misi¨®n es permanecer alerta ante cualquier hip¨®tesis, provisto de los medios m¨¢s modernos que le sean asequibles y cubri¨¦ndose contra todas las posibilidades de riesgo, por absurdas que ¨¦stas parezcan. Es el oficio militar.
Nunca desde el ¨¢mbito militar se iniciar¨¢ el desarme. Ser¨ªa como si un artesano rehusara utilizar las herramientas mejores y m¨¢s adecuadas a su labor. Es ilusorio, pues, esperar que la OTAN pueda aceptar propuesta alguna de desarme.
Como tampoco son los pol¨ªticos atlantistas los que propiciar¨¢n una reducci¨®n racional de esa alianza militar en la que basan el brillante progreso de sus carreras personales, s¨®lo a los pueblos queda intervenir para hacer que se salve la racionalidad.
Para lograr que por fin dejen de ser los organismos encargados de nuestra defensa los que sigan creando un enemigo artificial a fin de tener algo de lo que defendernos. ?Cu¨¢ndo ser¨¢n los pueblos europeos capaces de percibir en su totalidad esta cruda realidad?
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