Tras los pasos de Mravinsky
Tras el primer programa de los dos ofrecidos por la Filarm¨®nica de Leningrado, la agrupaci¨®n con m¨¢s prestigio entre las sovi¨¦ticas, le qued¨® al cr¨ªtico una sensaci¨®n de amarga frustraci¨®n. El conjunto parec¨ªa hu¨¦rfano de director. La falta de la acusada personalidad del fallecido Mravinsky, durante tantos a?os su titular, se hac¨ªa notar patentemente. Afortunadamente, Yuri Temirkanov demostr¨® en la cita siguiente la capacidad para mantener la tradici¨®n de la orquesta en una sesi¨®n aut¨¦nticamente triunfal.Los de Leningrado provocan envidia por una potencia y precisi¨®n que exhibieron con brillantez en las sinfon¨ªas de Chaikovski y Rachmaninov. La cuerda resulta excepcional, y quiz¨¢ por ello ambos directores, y otro poco en atenci¨®n al p¨²blico madrile?o, concedieron como propina el Minueto de Boecherini. Casi a la misma altura raya el metal -aun a pesar del fallo en la obertura del Oberon, que demuestra c¨®mo el arte es humano- aunque las trompetas pequen algo de hirientes. Esto mismo puede suceder en algunos instrumentos de la madera, factor achacable quiz¨¢ a la necesidad de ampliar su caudal sonoro para traspasar la barrera de cuerdas y metales en una sala cuya ac¨²stica esconde esta secci¨®n durante los tuttis.
Orquesta Filarm¨®nica de Leningrado
Obras de Berlioz, Schumann, Chaikovski, Weber, Prokofiev y Rachmaninov. E. Virsaladze, piano, y S. Stadler, viol¨ªn. Directores, M. Janson y Y. Temirkanov. Madrid. Auditorio Nacional. D¨ªas 24 y 25 de mayo.
Janson no evidenci¨®, como sueediera en sus anteriores visitas a Madrid, ninguna personalidad especial, y por ello hasta la Cuarta sinfon¨ªa de Chaikovski, dentro de su correcci¨®n y brillantez sonora global, qued¨® falta de expresividad. Peor fueron las cosas en el acompa?amiento al Concierto para piano de Schumann, donde el acoplamiento entre solista y orquesta no result¨® el deseable. La solista, Eliso Virsaladze, posee muchas virtudes: claridad, potencia, t¨¦cnica y musicalidad, pero careci¨® de ese algo m¨¢s que requiere esta problem¨¢tica p¨¢gina de, Schumann.
El violinista Sergei Stadler, de t¨¦cnica pero discreto volumen, toc¨® el dif¨ªcil Primer concierto de Prokofiev sin perder la dignidad al figurar como solista frente a Leningrado y su director. Ya es bastante.
Queda para el final el triunfo de Temirkanov, actual titular de la orquesta, que supo acompa?ar el concierto anterior y lograr el milagro de dotar a la Segunda sinfon¨ªa de Rachmaninov de una profundidad y pathos casi mahlerianos donde otros s¨®lo edulcoran.
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