Superpoblaci¨®n y desierto
El Mediterr¨¢neo es un mar semicerrado que ha alcanzado un grado de contaminaci¨®n que no desentona del mar del Norte, tambi¨¦n llamado la cloaca de Europa. Aparte de los residuos vertidos a unas aguas supersalinizadas, de las que ha desaparecido la mayor parte de los bancos de peces y del placton marino, las zonas costeras sufren simult¨¢neamente el doble mal de la superpoblaci¨®n y el lento avance del desierto.La Comisi¨®n Europea hizo el primer diagn¨®stico pesimista en 1984, en un documento en el que se insist¨ªa en la necesidad de un plan de acci¨®n de gran envergadura. El retraso en tomar decisiones pone de manifiesto la dificultad de comprender los males de la erosi¨®n y la sequ¨ªa en una Comunidad obsesionada con la lluvia ¨¢cida.
Los especialistas consideran que la degradaci¨®n de los ecosistemas situados en la cuenca mediterr¨¢nea, por la acci¨®n combinada del hombre y de los cambios clim¨¢ticos, es un fen¨®meno inquietante que debe ser vigilado, estudiado y controlado. Los s¨ªntomas del proceso de desertizaci¨®n se detectan ya en el suelo, en las aguas y en la vegetaci¨®n y aunque las causas n`o est¨¦n completamente definidas, el hombre est¨¢ en condiciones de controlar este proceso de degradaci¨®n y sus consecuencias, al menos parcialmente.
Lluvias y sequ¨ªa
En las zonas costeras mediterr¨¢neas de la CE viven 133 millones de habitantes, que dentro de 40 a?os ser¨¢n 230 millones. Este litoral bendecido por el sol est¨¢ castigado, adem¨¢s de por una saturaci¨®n demogr¨¢fica multiplicada por 100 millones de turistas anuales, por la presi¨®n inmobiliaria e industrial.
A pesar de las repoblaciones forestales, los incendios destruyen m¨¢s de 200.000 hect¨¢reas de bosque cada a?o. L¨¢ superexplotaci¨®n agraria en algunas zonas es incompatible con la escasez de recursos acu¨ªferos. Muchas especies vegetales y animales corren peligro de extinci¨®n, y el desierto no cesa de ganar terreno.
La Comunidad Europea conoce el problema, y, seg¨²n el Gobierno espa?ol, se ha avanzado mucho en este esfuerzo. Sin embargo, sigue siendo dif¨ªcil conseguir que los pa¨ªses de la Europa de las lluvias accedan a dar dinero para males tan ajenos como detener la erosion del suelo, explotar nuevos recursos de agua y corribatir los incendios forestales.
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