Los nuevos banqueros
Bajo las tempestades aparentes que sacuden al sistema financiero se est¨¢ desarrollando un interesante forcejeo cuyo desenlace contribuir¨¢ a definir al futuro grupo hegem¨®nico del sistema econ¨®mico espa?ol. La batalla se plantea sobre estos interrogantes: ?se puede ser banquero de primera generaci¨®n? ?Es el control de un paquete accionarial fuente de legitimidad para el poder bancario?? Se ampliar¨¢ el n¨²mero de v¨ªas de acceso a esta profesi¨®n? ?Constituye la multiplicaci¨®n de esas v¨ªas un ¨ªndice de democratizaci¨®n econ¨®mica?El inter¨¦s p¨²blico que ha suscitado la irrupci¨®n en el sistema financiero de personas como Mario Conde o los Albertos y otras caras menos conocidas no es ¨²nicamente atribuible a la habilidad de los hagi¨®grafos, a la espectacularidad de determinadas operaciones estrictamente financieras o a la conversi¨®n de la clase financiera en blanco de los escribientes de follet¨ªn.
Estos episodios despiertan inter¨¦s sobre todo porque nombres como los mencionados est¨¢n inaugurando una nueva v¨ªa de acceso al ejercicio del poder financiero. Una v¨ªa que se apoya en cuatro elementos: capital propio, gesti¨®n previa de empresas o negocios, r¨¢pida acumulaci¨®n de capital y relativa juventud de los protagonistas. Son los banqueros propietarios que pugnan por hacerse un hueco junto a los otros grupos: los representantes de las familias, los pol¨ªticos y los gestores. Se trata de un mecanismo de acceso en proceso de inauguraci¨®n, plagado de inc¨®gnitas sobre su resultado final.
Se trata de una v¨ªa completamente nueva. Hasta hoy, se llegaba a banquero en Espa?a -enti¨¦ndase por banquero al presidente o al consejero influyente de la gran banca- en virtud de la herencia familiar, a trav¨¦s de una carrera pol¨ªtica, o merced a la gesti¨®n desarrollada en la propia entidad. O bien por una combinaci¨®n de las tres fuentes de legitimidad.
El sistema m¨¢s cl¨¢sico ha venido siendo el de la herencia familiar. Los consejos de administraci¨®n de las principales entidades ostentaban directamente paquetes muy peque?os de su capital y tampoco se propon¨ªan representar la gesti¨®n. Ven¨ªan siendo como una emanaci¨®n/ reencarnaci¨®n de la historia de cada casa en cuya composici¨®n hab¨ªa que establecer sutiles equilibrios. Uno de ellos y no el menor radicaba precisamente en la presencia y cooptaci¨®n sucesiva de los apellidos fundadores o decisivos en momentos clave de cada instituci¨®n: cuando mor¨ªa el titular su familia se reun¨ªa y facilitaba al presidente del banco el nombre del candidato a sucederle.
Antonio Menchaca ha ilustrado eficazmente este fen¨®meno en la banca vasca en su novela Las cenizas del esplendor aunque el caso paradigm¨¢tico de control de las familias ha sido el de Banesto. En esta entidad, apellidos de la Restauraci¨®n como los Garnica, G¨®mez-Acebo, Arg¨¹elles o Mart¨ªnez-Campos, aunque no ostentan el poder omn¨ªmodo de hace tan s¨®lo dos a?os, han continuado condicionando mediante pactos inestables la trayectoria de la entidad y su presidencia. Por lo menos hasta hoy mismo.
Pero no s¨®lo ah¨ª. El patriarca del Santander, Emilio Bot¨ªn, acaba de dar continuaci¨®n a su apellido con el acceso al consejo de su nieta Ana Patricia. El caso del banco c¨¢ntabro ofrece algunas diferencias con el anterior, puesto que su nudo de poder familiar se asienta sobre un importante compromiso de propiedad y no sobre los equilibrios de las cooptaciones hist¨®ricas. Y el hijo de Alberto Folch -una de las grandes fortunas espa?olas-, Joaqu¨ªn, ha ocupado la plaza de su progenitor, continuando adem¨¢s la tradici¨®n de un catal¨¢n en el consejo del banco. Dinast¨ªas familiares perviven tambi¨¦n en otros bancos menos tradicionales, compaginando a veces esa legitimaci¨®n hist¨®rica con la procedente de la gesti¨®n: los Ybarra de la industrializaci¨®n sider¨²rgica y naviera vasca en el Bilbao-Vizcaya o los Valls Taberner de resonancias textiles catalanas en el Popular.
Despu¨¦s del apellido, el segundo gran pasaporte a la banca ha sido la pol¨ªtica. La vida pol¨ªtica y la financiera son en Espa?a primas hermanas. As¨ª, la banca ha sido cantera de pol¨ªticos. Epifanio Ridruejo, don Epi, fue el notable republicano criado en Banesto. Jordi Pujol fund¨® un banco para crearse unas bases desde las que catapultarse despu¨¦s a la acci¨®n pol¨ªtica en sentido estricto. Y Faustino Garc¨ªa Monc¨® se forj¨® en la direcci¨®n general del Bilbao antes de desempe?ar el Ministerio de Comercio con la tecnocracia de los a?os sesenta.
Pero con mayor frecuencia la banca ha sido bien cementerio de elefantes, bien puerto de arribo de los pol¨ªticos y de los altos cuadros de la Administraci¨®n y de la empresa p¨²blica. En un repaso r¨¢pido encontramos hoy a un ex presidente del INI y del INH en la presidencia del Hispano -Claudio Boada-; a un ex secretario general t¨¦cnico de Industria en la copresidencia del Bilbao-Vizcaya -Jos¨¦ ?ngel S¨¢nchez Asia¨ªn-; a un ex vicepresidente econ¨®mico en la c¨²pula del Central -Fernando Abril Martorell-; a un ex ministro de Hacienda presidiendo Cartera Central, el accionista colectivo principal de ese mismo banco -Miguel Boyer-; a un ex gobernador del Banco de Espa?a en la presidencia de una entidad del grupo de los medianos, el Zaragozano -Jos¨¦ Ram¨®n ?lvarez Rendueles-; y a un ex seeretario de Estado de Comercio y de Econom¨ªa como hombrefuerte de otro mediano, el Pastor -Gu¨ªllermo de la Dehesa- Todo ello sin contar la cantidad de consejeros cualificados procedentes tambi¨¦n del sector p¨²blico socialista, como los Anton¨ªo Torrero, Paulina Beato o Juan Belloso en Banesto, donde otrora se aposentaron ex ministros de Franco como Gregorio L¨®pez Bravo, Jos¨¦ Mar¨ªa L¨®pez de Letona o Federico Silva Mu?oz.
Con el fichaje de cuadros de este g¨¦nero (pr¨¢ctica iniciada desde antes de la Restauraci¨®n), no siempre la banca privada pretendi¨® conseguir la confianza del Gobierno de turno, las articulaciones clave para relacionarse con el poder o el conocimiento de rincones de la Administraci¨®n a veces insondables. En ocasiones trataba m¨¢s simplemente de hallar un profesional capacitado en la direcci¨®n de grandes asuntos y suficientemente conocido. Pero la mayor parte de las veces a lo largo de la historia este sistema de acceso al oficio de banquero resultaba una consecuencia del tr¨¢fico de influencias m¨¢s o menos elegante y m¨¢s o menos aceptado :socialmente.
Un tercer mecanismo de acceso a la profes¨ª¨®n de banquero ha sido la gesti¨®n de la propia empresa, el ejercicio de la profesi¨®n de bancario. De ah¨ª salen los gestore. Es una v¨ªa que te¨®ricamente deber¨ªa garantizar un conocimiento detallado del sector (aunque a veces pueda ser de escasa utilidad por su gran amplitud y escasa profundidad estrat¨¦gica) y una movilidad social propia. del capitalismo din¨¢mico (aunque a veces consagre a bur¨®cra.tas est¨¢tl cos). Este modelo es, sin ninguna duda, el que ha proporcionado m¨¢s altas cotas de modernizaci¨®n a la banca espa?ola.
Muchas veces se ejemplifica la meritocracia bancaria con Alfonso Esc¨¢mez, quien empez¨® de meritorio en el Banco Internacional del Comercio -fusionado en 1941 con el Central- hasta llegar a presidente de este ¨²ltimo. Aunque en su caso, como en el de los vendedores de peri¨®dicos que llegan a la Casa Blanca, hubo un padrinazgo decisivo de orden muy afectivo: el del patriarca de la
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Los nuevos banqueros
Viene de la p¨¢gina anteriorcasa, Ignacio Villalonga -otro banquero que hab¨ªa hecho pol¨ªtica-, su predecesor.
En el actual BBV hay varios nombres con una carrera de m¨¦ritos de gesti¨®n -si bien de estilo muy distinto y a veces trufada con otros elementos-, entre ellos los de los propios presidentes. Asia¨ªn empez¨® en el Servicio de Estudios del Bilbao, y Pedro Toledo como alto bancario en la direcci¨®n de la tesorer¨ªa del Vizcaya. Y banqueros de este g¨¦nero los hay en otras entidades grandes y medianas (el Popular, la March, el Sabadell).
Desde hace un par de a?os algunos j¨®venes leones financieros -negociantes o empresarios en distintos grados- est¨¢n intentando una cuarta v¨ªa: obtener el poder a trav¨¦s del capital. Es algo tan viejo como el propio sistema econ¨®mico, pero poco frecuentado en el sistema financiero espa?ol, estructurado durante a?os sobre pl¨¢cidos sistemas de statu quo, cooptaciones endog¨¢micas, pactos de caballeros y competencia muy adormecida.
Estos nuevos banqueros no son gente adinerada al uso, sino triunfadora en el mundo de la gesti¨®n o la intermediaci¨®n empresarial en menos tiempo que una generaci¨®n. Han realizado su acumulaci¨®n de capital casi en un santiam¨¦n, mediante la reconversi¨®n y r¨¢pida enajenaci¨®n de empresas o en sectores de riesgo pol¨ªtico o azaroso que generan plusval¨ªas de crecimiento geom¨¦trico. Y las han aplicado h¨¢bilmente en el sector financiero en el preciso momento en que a¨²n se pod¨ªa comprar un banco por -comparativamente con Europa- cuatro cuartos.
La legitimidad de los banqueros propietarios proviene a partes iguales de su condici¨®n previa de actores en otras actividades econ¨®micas y de la posesi¨®n de paquetes accionariales de control. Como grandes accionistas exhiben una caracter¨ªstica diferencial respecto a los pol¨ªticos y a las familias: el riesgo, lo hayan adquirido antes o despu¨¦s. Y como empresarios en otras ramas de actividad tienen una historia que casi empieza y acaba con ellos -son, a lo m¨¢s, segunda generaci¨®n expansiva- y por tanto se puede juzgar con bastante exactitud sus capacidades profesionales: esto les aproxima a los gestores, esto es, al grupo m¨¢s serio de las finanzas del pa¨ªs.
No sabemos a¨²n cu¨¢l ser¨¢ su aportaci¨®n global al sistema. Pero de momento han removido las aguas de consejos inmovilistas y han llevado el v¨¦rtigo a algunas entidades sesteantes necesitadas de v¨¦rtigo, aunque quiz¨¢ no en esas dosis. Y, sobre todo, han iniciado una cuarta v¨ªa de acceso a la banca, cuyo inter¨¦s es triple: constituye una ampliaci¨®n en las f¨®rmulas de acceso al oficio; contribuye a devolver a la excesivamente institucionalizada vida financiera un cierto sentido del riesgo, saludable si evita desmesuras del pasado; y revela un cambio en las relaciones tradicionales entre banca y empresa.
Este cambio que han abanderado los j¨®venes leones les sobrepasa y sobrepasa su historia personal de simples negociantes o de aut¨¦nticos emprendedores. Con ellos, junto a ellos o contra ellos, numerosos empresarios han accedido a los consejos de la gran banca, de la que han pasado a ostentar importantes paquetes accionariales, frecuentemente en operaciones de antitiburoneo. La banca espa?ola fue la gran dominadora y beneficiaria del crecimiento econ¨®mico industrial de los a?os sesenta. M¨¢s que a la intermediaci¨®n propiamente dicha entre prestadores y prestatarios de dinero, se dedic¨® a crear empresas, y a veces a ense?orearse de ellas. Ahora parece que gestores y empresarios empiezan a recuperar el dominio de la banca, lo que no debe implicar servirse de ella, como ocurri¨® con muchos de los bancos que entraron en crisis. Y la banca, sin olvidar su enorme poso de participaciones, parece recuperar con mayor modestia el papel de intermediaci¨®n y servicios que le es m¨¢s propio y, por tanto, el poder espec¨ªfico de un intermediario, como sucede en pa¨ªses con mayor tradici¨®n de democracia pol¨ªtica y algo m¨¢s de democracia econ¨®mica.
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