Canto y llanto por el cine
Ettore Scola se ha convertido en un baluarte, casi en una instituci¨®n viviente, de la supervivencia -en medio de su bache actual- del gran cine italiano. Inici¨® su carrera como guionista en las postrimer¨ªas del neorrealismo, en los primeros a?os cincuenta, y en esta parcela de la creaci¨®n cinematogr¨¢fica alcanz¨® la maestr¨ªa, sobre todo en el terreno nada f¨¢cil de la comedia. Conserva esa maestr¨ªa. Es un escritor de cine dotado de gran precisi¨®n y dominio tanto en las grandes como en las peque?as parcelas de esa forma de escritura.La precisi¨®n de ¨¦sta, en efecto, abarca lo mismo la composici¨®n global de una historia o de un gran personaje que el desarrollo de una peque?a escena funcional, de un di¨¢logo de relleno o de un personaje de apoyatura, que Scola sabe elevar con gran facilidad a rangos mayores. Y es esta elevaci¨®n lo que decide en ¨¦l su gran talento de guionista, que le permite afrontar dificil¨ªsimos, por su rapidez, giros del humor al patetismo, de la sonrisa a la l¨¢grima.En el cine de Scola siempre luchan entre s¨ª por la supremac¨ªa el escritor y el realizador. El secreto de su solidez se debe a que el segundo siempre encuentra un cimiento firme en el primero. Sigue siendo Scola mejor guionista que director, pues el primero siempre se las pone f¨¢ciles al segundo. Scola no recrea a fondo en el rodaje sus guiones; simplemente los traduce con mucha solvencia, y esto le basta, pues contienen muy acabado el germen de su posterior realizaci¨®n.
SplendorDirecci¨®n y gui¨®n: Ettore Scola
Fotograf¨ªa: Luciano Tovoli. Decorados: Ezio di Monte. M¨²sica: Armando Trovaioli. Montaje: Francesco Malvestito. Int¨¦rpretes: Marcello Mastroianni, Massirno Troisi, Marina Vlady, Paolo Panelli, Pamela Villoresi. Estreno en Madrid: cine Alphaville.
Contagio
En Splendor, Scola hace una demostraci¨®n incontestable de su capacidad para crear una buena historia con elementos narrativos m¨ªnimos. Casi con nada hace mucho. Con lo que m¨¢s lejos llega es precisamente con lo m¨¢s corto sobre el papel. Por ejemplo, el tipo que interpreta Massimo Troisi, concebido como simple apoyatura de Marcello Mastroianni y totalmente subordinado al protagonismo de ¨¦ste, luego en la pantalla resulta superior a ¨¦l. Y, siendo argumentalmente su sombra, se adue?a del filme, que globalmente se resiente de su excesiva dependencia de las escenas finales, obra de un guionista expert¨ªsimo, pero que domina en demas¨ªa al realizador. La pluma de Ettore Scola va, como casi siempre, un poco m¨¢s lejos que la c¨¢mara de Scola.La pel¨ªcula divierte y emociona. Es un canto al cine y un lamento por la p¨¦rdida de la condici¨®n ritual y colectiva de ¨¦ste, por su atomizaci¨®n a trav¨¦s de su consumo casero. Lleva dentro un desaf¨ªo, del que sale bien parada: recrear en forma de milagro una escena fetiche de la historia del espect¨¢culo cinematogr¨¢fico, el inolvidable final de Qu¨¦ bello es vivir. Y vence en este desaf¨ªo sirvi¨¦ndose de situaciones resueltas con alardes de ingenio, como la de la bofetada al especulador y la nevada final, destinadas a sacar una de aquellas viejas ovaciones por contagio, a la manera cl¨¢sica, cosa s¨®lo posible en una sala llena y jam¨¢s ante la soledad de un v¨ªdeo. De ah¨ª la coherencia con que el filme equilibra intenciones y logros: una coherencia s¨®lo posible en quien es enteramente due?o de su oficio.
Splendor es una pel¨ªcula simple pero, en su sencillez, notable e incluso con algunos rasgos complejos. Merece verse, conmueve en ocasiones, destila siempre inteligencia, y aunque no llega -pese a rozarla en un par de ocasiones fugaces- a la perfecci¨®n, es un filme de curso ligero y di¨¢fano, de los que -no siendo ni pretendiendo ser profundos- lo son, porque hacen falta para que de su noble caldo de cultivo surja una obra maestra.
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