La dif¨ªcil comprensi¨®n del mundo isl¨¢mico
El ayatol¨¢ Jomeini sol¨ªa recibir al cuerpo diplom¨¢tico acreditado en Teher¨¢n una vez al a?o en forma colectiva. Los embajadores, acompa?ados de funcionarios y miembros de las fuerzas armadas iran¨ªes, nos sent¨¢bamos en cuclillas sobre la alfombra de una gran sala, construida al lado de la modesta vivienda de Jomeini. El imam, como siempre se le ha llamado con evidente impropiedad, aparec¨ªa en un mirador o galer¨ªa que comunicaba con su vivienda, y desde aquella altura y en forma majestuosa y pausada nos dirig¨ªa unas palabras en persa que inmediatamente nos eran traducidas al ingl¨¦s. En alguna ocasi¨®n, las palabras de Jomeini fueron le¨ªdas por su hijo. Que yo sepa, he sido el ¨²nico embajador (con la excepci¨®n del pronuncio de Su Santidad) que ha sido recibido por el ayatol¨¢ Jomeini en su casa y en visita particular. Este hecho ins¨®lito (pues Jomeini, salvo contad¨ªsimas excepciones, no recib¨ªa ni siquiera a jefes de Estado o de Gobierno) no se debi¨® a ning¨²n m¨¦rito por mi parte, sino a la amabilidad y sentido que calificar¨¦ de nacional del doctor Alfredo Mui?os, primer oftalm¨®logo de la cl¨ªnica Barraquer.El doctor Mui?os pidi¨® al gran ayatol¨¢ Marashi, de Quom, a quien hab¨ªa ido a tratar, que le consiguiera una entrevista con Jomeini. El imam la concedi¨® en cuanto supo que en la cl¨ªnica Barraquer se trataba a heridos de guerra iran¨ªes, y el doctor Mui?os solicit¨® y obtuvo que su embajador fuera tambi¨¦n invitado.Jomeini nos recibi¨® en una peque?a y pobre habitaci¨®n y nos invit¨® a sentarnos en la alfombra, que era una vulgar alfombra, mientras ¨¦l, debido a sus muchos a?os, se sentaba sobre unos almohadones.Jomeini nos trat¨® con cortes¨ªa y nos habl¨® con voz tranquila y casi inaudible, sin apenas mirarnos con sus ojos penetrantes, lo que en muchos pa¨ªses orientales ser¨ªa una muestra de mala educaci¨®n o de insolencia. Sal¨ª de aquella entrevista tratando de descifrar el secreto del indudable carisma personal de Jomeini y sin conseguirlo. Pero en el patio vi c¨®mo un grupo de soldados reci¨¦n llegados del frente, y que Jomeini sal¨ªa a recibir, lloraban de emoci¨®n al besar las manos del imam. El carisma de los l¨ªderes, pens¨¦, es algo subjetivo. Lo sienten sobre todo aquellos que encuentran a alguien capaz de expresar elocuente o sinceramente con palabras, actitudes y gestos unas ideas que ellos mismos sienten de manera profunda, pero confusa e inexpresable.Aquellos soldados, junto con varios millones de iran¨ªes, hab¨ªan encontrado alguien capaz de dar forma a sus propias ideas, mientras que yo, por razones obvias, no hab¨ªa logrado sintonizar con Jomeini. Mi frustraci¨®n, si es que se puede llamar as¨ª a mi inevitable fracaso en descifrar la clave del atractivo de Jomeini, que pertenece a un mundo muy diferente al m¨ªo, me record¨® el fracaso occidental en comprender otros mundos y particularmente el mundo oriental (y viceversa, claro est¨¢, aunque en menor escala, dado nuestro cuasi monopolio de los medios informativos).Record¨¦ mis lecturas de juventud de Toynbee y su sorpresa y preocupaci¨®n ante la ignorancia que en Occidente existe sobre el mundo oriental. Toyribee sol¨ªa decir que es asombroso el hecho de que en los manuales escolares de Occidente no se dice ni una palabra, por ejemplo, del formidable imperio otomano.
Y pens¨¦ tambi¨¦n, entonces o m¨¢s tarde, en la inmensa iron¨ªa de que hubiera sido precisamente EE UU -el gran sat¨¢n de Jomeini- el m¨¢s importante factor exterior en el triunfo del ayatol¨¢. Pues conviene recordar que fue Estados Unidos el que m¨¢s presion¨® al sha para que saliera de Ir¨¢n (pensemos en el viaje del general Huyser a Teher¨¢n a principios de enero de 1979), traicionando as¨ª a un fiel aliado y sin saber prever que despu¨¦s del sha se apoderar¨ªa de Ir¨¢n un r¨¦gimen marxista o fundamentaflista.
Es realmente preocupante pensar que Washington, con todos los medios informativos del mundo a su disposici¨®n, calibr¨® tan mal la situaci¨®n iran¨ª. Y es que si Europa, y especialmente Europa septentrional, comprende mal al mundo oriental, y concretamente al mundo isl¨¢mico, Estados Unidos lo conoce todav¨ªa peor.
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