Paisaje final
La Feria del Libro de Madrid, clausurada ayer, bati¨® los r¨¦cords de ventas y asistencia. Los organizadores calculan en cerca de 790 millones de pesetas las ventas (307. m¨¢s que el a?o pasado) y una asistencia de 2.700.000 personas. Hasta el s¨¢bado por la noche, Salman Rushdie hab¨ªa vendido 3.626 ejemplares de Los versos sat¨¢nicos; Fernando Vizca¨ªno Casas, 2.226 de Los rojos ganaron la guerra, y Jos¨¦ Luis Guti¨¦rrez y Amando de Miguel, 1.635 de La ambici¨®n del C¨¦sar.
Ray Bradbury testimoni¨® que el fuego era el mayor enemigo del libro, sobre todo a la temperatura de 435 grados Farenheit. Los libreros, editores y distribuidores de la Feria del Libro de Madrid, que ha terminado este fin de semana, hubieran apostado por el agua durante los diez primeros d¨ªas.Se habl¨® en principio de Los versos sat¨¢nicos, de Salman Rushdie, de las amenazas del radicalismo isl¨¢mico y de una extra?a edici¨®n conjunta de 18 editoriales espa?oles con el apoyo "moral" de Cultura. En realidad, nadie -ni sus propios firmantes, ya que no coeditores- supo nunca por qu¨¦ fueron 18, la raz¨®n de su presencia, la de las ausencias, y al fin y al cabo es un secreto a voces que todo fue a parar a los bolsillos de Seix Barral, esto es, Planeta. Los dem¨¢s recibieron dos ejemplares gratuitos, como cualquier cr¨ªtico literario, y quien mejor qued¨® fue el ministro Sempr¨²n, cuya participaci¨®n no fue sino moral y ya est¨¢.
Pero la sangre no lleg¨® al r¨ªo, y Los versos sat¨¢nicos -narraci¨®n aburridilla y excesivamente ret¨®rica imitando m¨¢s los rastros de Las mily una noches que a Garc¨ªa M¨¢rquez, como sol¨ªa- se ha vendido m¨¢s que el Cor¨¢n, que tambi¨¦n estaba en la Feria en una caseta musulmana, como se debe. Tanto peor para sus lectores, en esta guerra disparatada, en la que al principio parecieron aliarse Jomeini y Jehov¨¢ para lanzar toneladas de agua sobre los libros espa?oles, catalanes, gallegos, vascos, ingleses, franceses, alemanes, italianos y as¨ª sucesivamente, que todo hab¨ªa en esta Feria Bella del Se?or. Un editor dec¨ªa con admiraci¨®n y cari?o: "Se merecen un monumento. Ven¨ªan bajo paraguas y chubasqueros y con bolsas y con ni?os a por la ducha y los libros. Tenemos un p¨²blico que no merecemos".
Poco a poco, el sol
Al final, la muerte de Jomeini deshizo el extra?o contubernio divino y sali¨® el sol poco a poco y la Feria se repuso, y hasta es posible que supere -aunque por un poquito- el ¨¦xito del a?o pasado. Ya veremos. No sabemos tampoco si los espa?oles leen m¨¢s, o si hay m¨¢s espa?oles que leen. Debe ser que los espa?oles que leen, leemos m¨¢s que antes, pues si no, no se entiende nada.
Con el permiso de los grandes almacenes, Galer¨ªas Preciados, El Corte Ingl¨¦s, o Celso Garc¨ªa, que se negaron a vender Los versos sat¨¢nicos. Literariamente da igual, pues el libro no vale el riesgo a correr, pero s¨ª la defensa de la libertad de expresi¨®n, pues el fuero sigue valiendo mucho m¨¢s que el huevo. Pero ninguna de estas firmas, que dicen que corren m¨¢s riesgos que las dem¨¢s y que tienen derecho a vender lo que quieran -lo que es cierto-, se distingui¨® jam¨¢s por vender libros dificiles, como los perseguidos o mal vistos por la administraci¨®n franquista. No son libreros, y si es cierto que pueden correr m¨¢s riesgos, no lo es menos que jam¨¢s los corren por lo que venden, sino por lo que son y significan: el sistema establecido, sea cual fuere. Profesionalidad se llama la figura. Lo que no impide a nadie decir d¨®nde tiene que comprar, y resulta sencillo para cualquier lector indignado por la censura de estos grandes almacenes elegir no comprar nunca jam¨¢s en ellos. Tampoco los lectores somos tantos y pueden muy bien pasarse sin nosotros.
La Feria es gigantesca, excesiva, repetitiva, ca¨®tica, y cansa. Tampoco en el Sal¨®n del Libro de Par¨ªs se puede dar un paso y hay grandes editores que han empezado a boicotearlo. Es un mareo: los libros se repiten sin parar, se multiplican y proliferan con tanta velocidad que mueren cada vez m¨¢s deprisa. Hay excesivas casetas oficiales, auton¨®micas, cristianas, teos¨¢ficas, extranjeras, marginales, infantiles y as¨ª sucesivamente. Pero as¨ª, al tiempo que se a?ora la otra Feria, la del Libro Antiguo y de Lance, se encuentran tambi¨¦n cosas donde menos se piensa. Y se pagan las cervezas a 200 pesetas. Y al final, al borde del Angel Ca¨ªdo, se lee en un cartel manual: "Husky, Siberian, ?perdida., hembra gris, ojos azul y marr¨®n. Se recompensar¨¢". El Retiro es una fiesta, y la Feria tambi¨¦n.
Babelia
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