Un candidato en las alturas
Fernando Moran sobrevuela la campa?a en su avioneta, distanciado de las gentes y de la Prensa
Fernando Mor¨¢n, el candidato socialista, vive su campa?a entre un runr¨²n y un tatach¨ªn-tatach¨ªn. El tatach¨ªn-tatach¨ªn suena cada vez que llega al lugar del mitin, cuando sube al escenario, cuando termina de hablar, cuando baja del escenario. Cuando se acaba el mitin. La m¨²sica recuerda Carros de fuego y la entrega de los oscar de Hollywood, al estilo triunfal. Es m¨¢s molesto el runr¨²n, mucho m¨¢s. Esta avioneta Rockwell Comander 640 produce un ruido infernal compa?ero del viajero y del miedo. El runr¨²n molesta al candidato, le tortura. Y por eso los socialistas navarros esperaron en vano: Fernando Mor¨¢n prefiri¨® librarse de su mitin de Pamplona para que, siquiera fuese por una vez, sus o¨ªdos descansaran. Los altavoces explicar¨ªan piadosos que el candidato estaba indispuesto. Esto es, que no estaba dispuesto.La avioneta de campa?a tiene m¨¢s inconvenientes. La Terminal Norte del aeropuerto de Barajas es un ap¨¦ndice molesto donde le estacionan aerotaxis y aviones particulares, y quienes van a volar deben pedir hora de salida con antelaci¨®n. La puntualidad resulta fundamental, porque un retraso equivale a esperar que la bondad de la torre de control pueda colar este insecto entre aterrizajes y despegues de los mastodontes de aluminio. Y eso lleva su tiempo.
Desafortunadamente, el tr¨¢fico de las calles de Madrid dificulta el traslado del candidato desde su casa en El Escorial, y no parece sencillo que su llegada a la Terminal coincida con la hora establecida. En Portugalete (Vizcaya) ya hay gente esperando cuando la avioneta acoge por fin a sus cinco pasajeros. Los motores no paran de abroncarles por la demora mientras el aparato permanece imp¨¢vido durante 30 minutos a la espera del aviso de salida. Un hueco entre un Boeing de la KLM y otro de Lufthansa deja paso al insecto, que despega tambale¨¢ndose.
El candidato est¨¢ habituado a estos tragos, despu¨¦s de toda una vida profesional viajera como embajador, ministro de Exteriores, representante ante la ONU y parlamentario europeo. Le parec¨ªa m¨¢s seguro el Myst¨¨re oficial, pero este aparato -uno de los cinco con que cuenta la compa?¨ªa Tahis- es de los mejores en su g¨¦nero, as¨ª que en teor¨ªa no hay nada que temer.
La sombra de la avioneta parece el perfil de una lib¨¦lula sobre la concentraci¨®n parcelaria.
Ciertamente, el ruido dificulta la conversaci¨®n, pero tampoco el candidato se muestra muy locuaz. Le acompa?an dos ayudantes -su jefe de prensa y un asesor que trabaja con ¨¦l en Estrasburgo- y dos periodistas. El candidato revisa sus fichas, toma algunas notas y acaba ocult¨¢ndose tras el peri¨®dico desplegado. El fot¨®grafo ha de esperar mejor momento. Por fin, el candidato reaparece porque llega el refrigerio. El fot¨®grafo va a hacer su trabajo y el jefe de prensa le dice: "Hombre, ahora... comiendo...".
La conversaci¨®n, luego, es ya breve (el vuelo dura en total unos 50 minutos). "Suelo improvisar bastante, pero preparo algunas notas". El motor sigue haciendo runr¨²n y el cambio de altitud tapona m¨¢s los o¨ªdos. Mor¨¢n no sonr¨ªe ni una sola vez.
El retraso acumulado sobre el horario previsto alcanza los 20 minutos, que se complican con el atasco en Bilbao hasta llegar al hotel Carlton. Una treintena de periodistas y t¨¦cnicos ha aguardado casi tres cuartos de hora la llegada del candidato, que muestra una ceja despeinada hacia arriba, fea, como el bigote izquierdo de Salvador Dal¨ª. Las preguntas se oyen lejanas porque el t¨ªmpano todav¨ªa est¨¢ temblando (y a lo mejor tambi¨¦n las piernas); la instalaci¨®n de sonido es nefasta, suena a hueco; y en la calle se expande a 200 watios un Himno a la alegr¨ªa entrecortado por frases que animan a votar a Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s, el presidente de Euskadiko Ezkerra.
La ca¨®tica conferencia de prensa ha terminado despu¨¦s de varias preguntas sobre ETA, Herri Batasuna, la pol¨ªtica exterior de las autonom¨ªas y el apoyo de UGT al partido socialista. Ninguna sobre el Parlamento Europeo.
El contacto
Los compa?eros de partido le han preparado al candidato una visita a la Casa del Pueblo de Portugalete (sede socialista que sufri¨® un atentado con dos v¨ªctimas hace dos a?os), y en el bar situado en los bajos se toma un vino, acompa?ado por Ram¨®n J¨¢uregui, vicelehendakari socialista. Los fot¨®grafos ven en este supuesto txikiteo la imagen del d¨ªa, pero se dan cuenta de que parece que Mor¨¢n y J¨¢uregui est¨¢n solos. Piden a la gente que se acerque y les rodee junto a la barra. Flash, flash, flash.
No es que se produzca precisamente mucho contacto con el pueblo en el recorrido electoral de Mor¨¢n. Ahora lo habr¨¢, porque al mitin hay que ir caminado por las calles, nada menos que cinco minutos caminando en un grupo de treinta. No pierden ocasi¨®n unas veinte auxiliares domiciliarias, que gritan encarteladas: "?Auxiliares! ?Fijas ya!". Pertenecen a un colectivo de 900 personas que depende del Ayuntamiento de Portugalete y de la Diputaci¨®n de Vizcaya, pero les gritan en las narices al candidato a eurodiputado y al vicepresidente del Gobierno vasco.
Fernando Mor¨¢n llega a la explanada y vuelve a sonar el Himno a la alegr¨ªa, esta vez a favor. Lo interpreta la orquesta Alcatraz, admirable, lo m¨¢s gratificante del d¨ªa, con una calidad de sonido inmejorable y una afinaci¨®n de voces perfecta. L¨¢stima que sea la ¨²ltima canci¨®n, porque el candidato se ha quedado sin escucharles. La pr¨®xima oportunidad era Pamplona.
Ya suena el tatach¨ªn-tatach¨ªn en la explanada de Portugalete. Se retiran los micr¨®fonos y se coloca el p¨²lpito. Unas cuatro mil personas admirar¨¢n al candidato en directo. Media docena de c¨¢maras de televisi¨®n le acercan al objetivo. Nadie le ha dicho que sigue teniendo una ceja hacia arriba y que va a salir fatal.
Cuando suena otra vez el tatach¨ªn-tatach¨ªn ya se sabe que termina el mitin. El candidato vuelve a su coche, y de su coche a la avioneta. Y de la avioneta a Madrid. Y de Madrid al cielo de El Escorial. Eso ha sido todo.
El objetivo est¨¢ cumplido, porque las c¨¢maras de las televisiones y de los fot¨®grafos le han tomado en el bar, en el breve paseo, en el discurso. Eso es lo importante, que no haya llovido. Si llueve ni hay mitin ni c¨¢maras ni n¨²mero de asistentes.
Mor¨¢n regresa adormecido por el runr¨²n del motor, esta vez entre las sombras.
-Si las campa?as, al fin y al cabo, se montan para la televisi¨®n, ?por qu¨¦ no se aprovecha la televisi¨®n del todo, con debates, coloquios, entrevistas... y se prescinde de estos m¨ªtines que se hacen ya tan aburridos?
-A m¨ª me gustar¨ªa un debate con Marcelino Oreja -responde Mor¨¢n-, pero no creo que lo permita la Junta Electoral. [Eso cre¨ªa aquel viernes, d¨ªa 2]
-Si la Junta no lo permite ser¨¢ por no privilegiarles a ambos respecto del resto, porque no hay f¨®rmulas iguales para todos reguladas en las leyes. Tal vez haya que cambiar las leyes.
-No s¨¦ si ellos querr¨ªan un debate. Pero yo s¨ª estoy dispuesto. Y que hubiera un debate de toda la sociedad, como en Italia, donde en algunos casos participan solamente intelectuales o periodistas, sin pol¨ªticos.
El caso es que la campa?a se convierte en un h¨ªbrido curioso en el que todo est¨¢ pensado para la televisi¨®n pero sin aprovecharla; en el que se simula un ba?o de multitudes sin multitudes y sin ba?era. El candidato viaja aislado, sube y baja de la avioneta, cambia del runr¨²n al tatach¨ªn-tatach¨ªn sin apenas conversar con nadie. El candidato socialista visita a las gentes sencillas como un paracaidista.
-Es bueno dormir en casa -explica.
Es s¨¢bado y el regreso desde Murcia se retrasa. El candidato encuentra su cama sobre las dos de la madrugada. El domingo, jornada estelar: hay que ir a Pamplona por la ma?ana y a Valencia por la tarde.
Suspendido
A las diez menos cuarto de la ma?ana del domingo, el periodista est¨¢ en la Terminal Norte como un solo hombre.
A las diez y cuarto, tambi¨¦n.
Por fin llega el jefe de prensa.
-Ver¨¢s, es que se ha suspendido el viaje a Pamplona. Fernando lleg¨® ayer cansado, y hoy era un d¨ªa muy duro, de Madrid a Pamplona y de Pamplona a Valencia y de Valencia a Madrid, con el ruido ese que le tapona los o¨ªdos, y le hemos convencido para que no viaje esta ma?ana.
-?,Y qu¨¦ van a explicar en Pamplona?
-Que ir¨¢ otro d¨ªa.
En Pamplona es la hora del mitin y los asistentes empiezan a conocer que no acudir¨¢ el espada anunciado. Finalmente, alguien explica que el candidato socialista se ha sentido indispuesto. Sin embargo, por la noche le ver¨¢n por televisi¨®n junto al presidente Felipe Gonz¨¢lez en Valencia.
Como el presidente del Gobierno ir¨¢ con el candidato a Valencia, el d¨ªa seguir¨¢ siendo estelar aunque se suspenda la visita a Pamplona. Unos veinte periodistas viajan en autocar desde Madrid, bajo la organizaci¨®n del PSOE, para seguir los acontecimientos. El candidato sigue en su avioneta. Dicen los informadores que Mor¨¢n est¨¢ descontento porque no sale en los titulares, y que en Murcia ya dijo en mal tono que no iba a facilitarles el trabajo con insultos a sus adversarios. El largo viaje por carretera le habr¨ªa servido para cambiar impresiones, hacer declaraciones, recuperar protagonismo. Pero los periodistas viajan solos.
Tampoco hab¨ªa estado tan mal la experiencia de Valladolid, un viaje corto -180 kil¨®metros, gran parte por autopista-, el jueves anterior, cuando celebr¨® su cumplea?os en el autocar, con los informadores, descorchando dos botellas de champa?a que se hab¨ªa tra¨ªdo de casa. Todos agradecieron el detalle, y nadie cometi¨® la perversidad de malinterpretar el descuido de que se tratara de champa?a franc¨¦s.
La avioneta sale con su runr¨²n esta vez hacia Valencia sin excesivo retraso, apenas un cuarto de hora. Fernando Mor¨¢n sigue sin sonre¨ªr, ni siquiera cuando se le recuerda que hace tiempo ya que se termin¨® la campa?a de chistes en que le disfrazaban de Jaimito. Asiente. La insistencia en que fue una campa?a en contra que luego se volvi¨® a favor le invita finalmente a hacer un comentario, pero en tono duro.
Un candidato en las alturas
-Tengo indicios y pruebas de qui¨¦n puso en marcha esa campa?a. Y alg¨²n d¨ªa lo dir¨¦.La gente se agolpa ya a las puertas de la plaza de toros de Valencia cuando son las cinco de la tarde y a¨²n quedan tres horas para que Fernando Mor¨¢n llegue en compa?¨ªa de Felipe Gonz¨¢lez. La gente elogia al candidato, le tienen cari?o. Alg¨²n d¨ªa les dir¨¢ a qui¨¦n se lo debe.
Sin acceso
Felipe Gonz¨¢lez asume el protagonismo de la conferencia de prensa. Ha viajado a Valencia para apoyar la campa?a del partido socialista; viste indumentaria de secretario general, cazadora y camisa desabrochada; pero ha viajado en un Myst¨¨re oficial.
Mor¨¢n no dice esta boca es m¨ªa. Habla s¨®lo el presidente.
Los informadores recogen las palabras de Gonz¨¢lez para las primeras ediciones. Cuando Mor¨¢n hable en el mitin ya estar¨¢n arrancando las rotativas, as¨ª que nada. Los periodistas llegan tarde a la plaza de toros porque han tenido que transmitir antes la conferencia de prensa con el presidente. Ya no cabe nadie m¨¢s (hay unas 25.000 personas, sobre un aforo de 17.000) y no les dejan pasar al ruedo. Los servicios de Presidencia les impiden acceder por un pasillo abierto para las autoridades que les acercar¨¢ al escenario. Esto es un mitin montado para las c¨¢maras y los bol¨ªgrafos y resulta que no les dejan entrar. Ya suena el tatach¨ªn-tatach¨ªn que anuncia a Mor¨¢n, pero en el acceso siguen discutiendo. Hace falta una acreditaci¨®n de color rojo y todos la tienen en color amarillo. Vaya problema. Pero la amenaza de plante ablanda los criterios y todos pasan. Tanta seguridad, y nadie les mira los b¨¢rtulos.
Un periodista rezagado se queda fuera. La superestructura socialista de seguridad y distancia no le ha facilitado las cosas. De todas formas, ¨¦l comprender¨¢ que no ten¨ªa su d¨ªa: entrada la noche, le explican desde Madrid que han descubierto horrorizados c¨®mo en la grabaci¨®n de su cr¨®nica con las optimistas palabras de Felipe Gonz¨¢lez sobre la Espa?a que mejora se han cruzado inexplicablemente, en la l¨ªnea telef¨®nica, los comentarios de H¨¦ctor del Mar -el fren¨¦tico locutor de radio que grita "?gooooooooooool!"- y no se entiende nada. Ahora suena ya el tatach¨ªn-tatach¨ªn y ¨¦l espera en la puerta a que alg¨²n compa?ero le cuente lo que ha dicho el candidato, que est¨¢ tan lejos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.