El tren de Dylan
Hace cinco a?os el trovador de Minnesota visit¨® por primera vez escenarios espa?oles en Barcelona y Madrid. El empresario jud¨ªo Bill Graham, se invent¨® aquella gira Dylan-Santana Show con sus dos artistas favoritos. Bob Dylan nunca fue un gran vendedor de discos, pero sus primeros ¨¢lbumes de los ochenta, Saved, Shot of love, afectados por su conversi¨®n al movimiento religioso fundamentalista Born Again, e Infidels apenas hallaron atenci¨®n entre los nuevos p¨²blicos del rock. Los medios lamentaron aquel esp¨ªritu trasnochado del estadounidense, pese al j¨²bilo de los 20.000 espectadores que acudieron al estadio de Vallecas y de los otros tantos miles que lo vieron en el Miniestadi.
Aquellas dos primeras ceremonias en Espa?a del nuevo sacerdote, de la voz protesta de los sesenta, duraron desde las nueve de la noche, hora en que apareci¨® el grupo invitado, hasta las tres de la madrugada, cuando las bandas de Dylan y de Carlos Santana unidas acabaron el dichoso marat¨®n con versiones de Mr. Tambourine man o de Blowin' in the wind. Fue otro Dylan al precio de 2.200 pesetas. Toc¨® el punto flaco nost¨¢lgico de sus fieles, tan emocionados con mecheros en mano, y los salud¨®: "Thank you. Buenas".
En este ¨²ltimo lustro Dylan ha experimentado un viaje art¨ªstico gozoso y renovador. Entre otras vivencias gratificantes, actu¨® con Tom Petty and The Heartibreakers, d¨ªscipulos de su folk el¨¦ctrico, y con los legendarios Grateful Dead. Su reciente elep¨¦ con los Dead presenta en portada un tren m¨¢gico y floreado. Dylan ha reencontrado su alma de bluesman, ese esp¨ªritu que le hace interpretar un mismo tema con sentimiento, armon¨ªa y melod¨ªa diferentes. ?Acaso Muddy Waters o Camar¨®n han cantado igual de un d¨ªa para otro? Dylan ha subido al tren en marcha y nos ha entregado al poeta sincero, al cantante eterno, muy capaz para resistirse a concesiones, a los bises habituales o al repert¨®rio deseado por mera inercia. Un Dylan m¨¢s aut¨¦ntico en 75 minutos y por 800 pesetas m¨¢s.
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