El or¨¢culo de la navaja

P. S., Goethe ten¨ªa 24 a?os cuando decidi¨® un d¨ªa elegir de una vez entre sus dos pasiones: la pintura o la literatura. Ocurri¨® a la orilla del Lahn, en Wetclar, donde viv¨ªa Lotte, la muchacha que inspirar¨ªa la hero¨ªna de una de las novelas con mayor incidencia en la realidad que se recuerdan.

Durante su juventud, cuenta Petra Maisak, conservadora del museo del escritor en Francfort, Goethe hab¨ªa empleado indistintamente la pluma y el l¨¢piz, y para saber si era escritor o pintor, decidi¨® consultsar a los hados: arrojar¨ªa su navaja a las aguas del r¨ªo. Si se hund¨ªa limpiamente hasta el fondo, deber¨ªa ser pintor. En caso de que algo enturbiara el corto viaje, escritor. La navaja se enred¨® en unos arbustos.

Pese a todo tambi¨¦n fue pintor. Pintaba por placer y para fijarse. Las 2.500 obras que se conservan de ¨¦l, casi todas dibujos, guardan proporci¨®n con su obra literaria, que ocupa las estanter¨ªas por metros. 2.000 de ellas se encuentran en Weimar, donde las pint¨®, y las dem¨¢s en el Goethe Museum, de Francfurt, con lo que Goethe se ha convertido en una nueva excusa para la colaboraci¨®n entre ambas partes, seg¨²n cuenta Maisak, que prepara para 1992 un libro con la obra gr¨¢fica de Goethe.

Algunos de los dibujos de Goethe tienen genio, opina Maisak. En general dibuja con l¨ªneas suaves y transparencias, luces de luna, atardeceres y paisajes. Vacilante sobre su propio talento, Goethe dibujaba sobre todo de una forma convencional. Influ¨ªdo por el genio y el duende del paisaje, sus mejores dibujos pertenecen a su famoso viaje de dos a?os a Italia, de 1786 a 1788. All¨ª aprendi¨® acuarela y, sobre todo, los datos para una Teor¨ªa del color, de gran perspicacia e importancia en su obra.

Goethe, como muchos otros escritores-pintores (Victor Hugo, Milton, Hoffman, Hesse, Strindberg, Saint Exup¨¦ry o Gunther Grass), pintaba sobre todo para propio placer y para fijarse mejor en lo que le impresionaba, seg¨²n opina Maisak.