La cambiante sombra de Goethe
Agnes Heller y Feren? Feh¨¦r proponen ideas sobre Europa a partir del poeta
El homenaje a la figura de Wolfgang Goethe sirvi¨® de pretexto a escritores, fil¨®sofos e historiadores para debatir esta semana en Madrid el tema de La cultura como identidad europea. Para la soci¨®loga Agnes Heller, Goethe cre¨® algunos de los mitos que conforman Europa -como el del poeta con derecho a la locura- y es a la vez uno de los ¨²ltimos representantes de aquel romanticismo excepcional, un artista de su tiempo desplazado en la sociedad actual. La excesiva ligaz¨®n a la idea de jerarqu¨ªa en el pensamiento del creador de Werther hace dif¨ªcil pensar en un Goethe actual, opina Feren? Feh¨¦r, profesor, como su esposa Agnes Heller, en la New School of Social Research de Nueva York.
Los h¨¦roes de Shakespeare no tienen derecho a la locura, o al menos pagan por estar locos explica Agnes Heller: Hamlet, Lear, Macbeth sufren. Al proponer el mito de Tasso, Goethe crea el modelo de poeta tal como lo concebimos, el poeta genial, loco y con derecho a la locura porque es genial, uno de los mitos que conforman la Europa moderna, pues el tiempo de Goethe es el del nacimiento de la modernidad.Este mito no tiene nada que ver con el poeta que Plat¨®n quiere desterrar de la Rep¨²blica (pues sabe sin saber que sabe). "Creando mitos Goethe era superior a cualquiera", comenta Agnes Heller, soci¨®loga de origen h¨²ngaro, para quien no deja de ser sintom¨¢tico que el libro preferido de Napole¨®n fuese Werther, paradigma mismo de la novela amorosa, o lo que es casi lo mismo, de la angustia del desamor.
Sin embargo, "no creo que una persona como Goethe sea necesaria en nuestro tiempo", dice Heller. Pues el poeta alem¨¢n es al tiempo un s¨ªmbolo de jerarqu¨ªa, estructura de la que parte el tirano. "En un tiempo democr¨¢tico ya no creemos en la jerarqu¨ªa del hombre. Nuestro siglo est¨¢ lleno de tiranos divinizados. Estamos hartos de hombres concebidos como dioses, del hombre como objeto de s¨²plica".
Heller desconoce si un Goethe es hoy posible o no. "No se deben hacer afirmaciones sobre el futuro". "Se puede rechazar la propia deificaci¨®n de Goethe, y al tiempo aceptar que lo que hizo e puede transformar en un modelo democr¨¢tico".
Testigo de la modernidad
Goethe fue testigo del nacimiento de la modernidad, dice Heller, y ¨¦sta significa entre otras cosas que se deshace la jerarqu¨ªa -una gran revoluci¨®n pues todas las sociedades se han constru¨ªdo siempre sobre la jerarqu¨ªa- y se propone la libertad de creaci¨®n.Si este proceso se lleva al extremo, y si el arte es permanente reconstrucci¨®n de algo existente para una nueva propuesta, se puede llegar a un punto en el que el arte ya no sea necesario. "Necesitamos una nueva clase de restricciones (para poder crear)?", se pregunta Heller, en un desarrollo m¨¢s elaborado.
Pero el tiempo de las masas, regido por los medios de comunicaci¨®n, no es tan malo, piensa. Al fin de cuentas, hace 200 a?os el 80% de la poblaci¨®n s¨®lo pod¨ªa pensar en comida. La cultura no es tanto lo que proponen pensadores y artistas, como la discusi¨®n del p¨²blico en torno a esas propuestas. "No tenemos derecho a despreciar la cultura de masas s¨®lo porque es de masas", dice.
Goethe es uno de los ¨²ltimos privilegiados de un tiempo en el que los cerebros estaban en contacto entre s¨ª, y existe cierta tendencia a que el mundo acad¨¦mico monopolice el saber.
Nuestro tiempo, comenta Feren? Feh¨¦r, no permite ya figuras como Voltaire o Goethe, debido en parte al gigantismo del mundo acad¨¦mico -que no podr¨ªa sobrevivir sin el apoyo del Estado, incluso en el caso de las instituciones privadas m¨¢s prestigiosas-, y en parte al fen¨®meno de la ultra especializaci¨®n.
Salvo excepciones, existen dos tendencias dominantes en la edici¨®n: los libros de grandes superficies, destinados al gran consumo de libros que destinados a los departamentos universitanos, escritos para unas cuantas docenas de especialistas, "y que los mortales comunes y corrientes no pueden comprender". "No estoy en contra de cierta racionalizaci¨®n de las formas", dice Feh¨¦r, "pero entregar el monopolio del saber al mundo universitario es un error".
Sin retorno
Perteneciente al grupo de intelectuales progresistas que huyeron de Hungr¨ªa tras la invasi¨®n sovi¨¦tica en 1956, Feh¨¦r distingue entre deseos y realidades en la situaci¨®n de Europa Central.A su juicio, el proceso desencadenado por Mijail Gorbachov debiera llevar a la inevitable disoluci¨®n de los dos bloques militares, al tiempo que los Estados Unidos deber¨ªan comprender que ya no pueden imponer la pax americana, o el poder de mantener el mundo unido.
Por otra parte, Hungr¨ªa y Polonia han llegado a un punto sin retorno de democratizaci¨®n, como no sea por la impensable v¨ªa de los tanques, y si llevan al extremo su proceso, el pacto de Varsovia dejar¨¢ de tener sentido.
Si todo ello se cumple, entre otras condiciones, "Europa tendr¨ªa un papel destacado" en el concierto internacional.
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