Monumento del siglo XX
La raz¨®n principal por la que la danza ha tenido siempre tantas dificultades para ser reconocida como un arte mayor es su incapacidad tradicional para conservar su propio patrimonio. De ah¨ª la descomunal importancia del esfuerzo que Robert Joffrey (el fundador del Joffrey Ballet, fallecido en 1988) llev¨® a cabo durante los ¨²ltimos a?os de su vida para restaurar una de las obras coreogr¨¢ficas de m¨¢s trascendencia de este siglo -La consagraci¨®n de la primavera, de Vaslar Nikinski, sobre la m¨²sica especialmente encargada por Serge Diaghilev a Igor Stravinski. Estrenada, en medio de un gran esc¨¢ndalo, en Par¨ªs en 1913, la obra de Nijinsky dej¨® de bailarse tras s¨®lo ocho representaciones y, mientras la partitura de Stravinski se hac¨ªa c¨¦lebre en sucesivas versiones coreogr¨¢ficas y como pieza de concierto, la coreograf¨ªa original se dio por desaparecida.La obra restaurada, tal como se present¨® el s¨¢bado en los jardines del Generalife -con el vestuario original, tambi¨¦n recuperado, de Nicholas Roerich- resulta un espect¨¢culo fascinante que ilumina el momento cr¨ªtico del nacimiento de la danza moderna y confirma en este a?o de su centenario, el status de gigante de la coreograf¨ªa del siglo XX que durante tanto tiempo se neg¨® al genial bailar¨ªn polaco-ruso.
The Joffrey Ballet
Light rain (Arpino/Adains, Gauthier). Love songs (Forsythe/ Franklin, Warwick). La consagraci¨®n de la primavera (Nijinski/Stravinskyi). Director art¨ªstico: Gerald Arpino. Festival de Granada. Teatro del Generalife, s¨¢bado 17 de junio 1989.
Rito primitivo
El argumento, concebido conjuntamente por Stravinski y Roerich es el mismo que ha inspirado las innumerables versiones posteriores: el rito de celebraci¨®n de la llegada de la primavera en una tribu primitiva, que culmina con el sacrificio de la doncella elegida (Beatriz Rodr¨ªguez, espl¨¦ndida en su angustiosa sencillez) al dios-sol. La sorpresa es que, incluso para el espectador de hoy resulta deslumbrante la capacidad de Nikinski de montar un espect¨¢culo grandioso, con m¨¢s de 40 bailarines en escena, organizado a partir de un cat¨¢logo reducid¨ªsimo de movimientos elementales y fragmentados sobre la base de una muy elaborada relaci¨®n entre los ritmos de movimiento y los ritmos musicales y una estructuraci¨®n del espacio de insospechada complejidad.
La cr¨ªtica neoyorquina, al estrenarse La consagraci¨®n reconstruida habl¨® mucho de minimal fundacional, y es verdad que la falsa sencillez de la coreograf¨ªa, y el primitivismo general, la relacionan con esa corriente pero lo cierto es que la coreografia de Nijinski tiene una fuerza dram¨¢tica controlada y una organizaci¨®n espacial de la que suelen carecer los minimalistas de esta ¨¦poca. En conjunto, esta Consagraci¨®n resulta ser el monumento en torno al cual gira buena parte de la danza de nuestro siglo.
Babelia
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