Paul Simon: "Tocar m¨²sica surafricana es un acto de compromiso pol¨ªtico"
'Graceland tour' se presenta el s¨¢bado en San Sebasti¨¢n, el domingo en Barcelona y el lunes en M¨¢laga
"Tocar m¨²sica surafricana es un acto de compromiso pol¨ªtico", manifest¨® Paul Simon este diario en Berl¨ªn, poco despu¨¦s de su apote¨®sico recital ante m¨¢s de 20.000 personas. Graceland tour, un espect¨¢culo destinado a aunar la m¨²sica m¨¢s pura del continente africano, surafricana en su mayor¨ªa, con el rock and roll y el folk del popular cantante y compositor norteamericano, se presenta el pr¨®ximo s¨¢bado en el vel¨®dromo de Anoeta, de San Sebasti¨¢n; el domingo, en el Miniestadi, de Barcelona, y el lunes, en la plaza de toros de M¨¢laga.
Para el proyecto Graceland, Simon cuenta con diversos m¨²sicos surafricanos exiliados, como Miriam Makeba, Hugh Masekela y el grupo vocal Ladysmith Black Mambazo.
Las citas espa?olas ser¨¢n el punto final de una gira que ha pasado por diversos pa¨ªses europeos y que ha incluido dos multitudinarios y triunfales recitales en el Gorky Park de la ciudad de Mosc¨². "Fueron dos con ciertos verdaderamente apote¨®sicos", explic¨® Paul Simon durante la entrevista que concedi¨® a este diario en la ciudad de Berl¨ªn. "El p¨²blico sovi¨¦tico nos recibi¨® de forma entusi¨¢stica, muchos no pararon de bailar y cantar durante todo el concierto".
Ya con la aparici¨®n de Graceland, y mucho m¨¢s despu¨¦s de la primera gira, las libertades africanas y la lucha contra el apartheid han quedado ¨ªntimamente relacionadas con la figura de este menudo y t¨ªmido jud¨ªo de Nueva Jersey de 47 a?os, con m¨¢s de un cuarto de siglo de carrera musical. Graceland es un espect¨¢culo con claras implicaciones pol¨ªticas, ya por la sola presencia de Huhg Masekela y Miriam Makeba, que llevan m¨¢s de 25 a?os exiliados por su lucha contra el apartheid. Mi postura es tambi¨¦n pol¨ªtica, porque form¨® parte de este espect¨¢culo, y el solo hecho de tocar m¨²sica surafricana y divulgar su cultura es ya un acto de compromiso pol¨ªtico. No pretendo aportar puntos de vista pol¨ªticos espec¨ªficos, sino morales, y el sentido natural de la moralidad engendra un sentimiento contra el apartheid". Simon es contundente en este punto, pero duda al hablar de los resultados. "La m¨²sica tiene una gran fuerza comunicativa, pero no s¨¦ si su efecto es permanente. Durante el recital, la gente reacciona y exterioriza sus emociones, pero ignoro si al cabo de unos d¨ªas ese sentimiento se mantiene".
En Graceland, 25 canciones y dos horas y media de m¨²sica, Simon elude cualquier protagonismo; da por momentos la impresi¨®n de querer pasar inadvertido entre sus colegas africanos. "Graceland es una idea global en la que no destaca ninguno de los elementos implicados", comenta. "Yo s¨®lo pretendo ser un miembro m¨¢s del reparto".
Compa?eros africanos
Los recitales de esta gira concluyen inevitablemente con los 26 participantes entonando Dios bendiga a ?frica, el himno del Congreso Nacional Africano. "No es mi hogar ni mi himno, pero lo canto para expresar mi solidaridad y mi compasi¨®n hacia mis compa?eros africanos", explica.
Simon comenz¨® a trabajar la m¨²sica surafricana en 1984 por un azar del destino que puso en sus manos una casete de township jive, la m¨²sica callejera de Soweto. "Cuando comenc¨¦ a escribir no pod¨ªa imaginar que ser¨ªa un hit ni que suscitar¨ªa tanta pol¨¦mica". Graceland ya ha vendido varios millones de discos y ganado diversos premios, incluidos dos grammy. "Nunca pens¨¦ que podr¨ªa llegar a ser importante para nada en particular. En realidad, su importancia social comenz¨® cuando el ¨¢lbum se convirti¨® en un hit: entonces empezaron a preocuparse por su contenido".
Simon opina que Graceland no ha significado cambios bruscos en su m¨²sica: "La historia dura desde 1984; de hecho, ¨¦sta es ya mi m¨²sica habitual", afirma sonriente. "He intentado dar un nuevo aspecto a distintas formas de m¨²sica surafricana, y si me preguntas por qu¨¦, no sabr¨ªa qu¨¦ responder; simplemente me enamor¨¦ de la m¨²sica surafricana".
A pesar de este evidente amor, Simon, que incluso llega a bromear sobre una hipot¨¦tica versi¨®n en zul¨² de su Puente sobre aguas turbulentas, trabaja actualmente sobre otras bases musicales. "Todav¨ªa es prematuro hablar de mi nuevo disco, que no creo que est¨¦ acabado hasta principios del pr¨®ximo a?o. No ser¨¢ un disco de m¨²sica surafricana, tendr¨¢ elementos brasile?os y de ?frica occidental, pero todav¨ªa no est¨¢ maduro. Estoy trabajando mucho las percusiones brasile?as con el grupo Olodum, de Bah¨ªa, y con Uakti, de Minas Gerais. Tal vez colabore Milton Nascimento; ya hicimos un d¨²o en su ¨²ltimo disco y espero que est¨¦ disponible, pero todav¨ªa falta bastante". Lo cierto es que el nuevo disco ya aparecer¨¢ en 1990, as¨ª que Simon s¨®lo habr¨¢ publicado tres grabaciones durante la d¨¦cada de los ochenta: One-trick poney (1980), Hearts and banes (1983) y Graceland (1986). "Cada d¨ªa me cuesta m¨¢s expresar lo que verdaderamente quiero decir de forma que quede claro para todo el mundo. S¨¦ lo que quiero decir, pero es dif¨ªcil encontrar palabras con un comenido correcto. Cuando era joven escrib¨ªa de forma rapid¨ªsima, pero con el tiempo he ido haci¨¦ndome m¨¢s lento".
Simon no habla de planes para el futuro, por ahora s¨®lo piensa en su futura grabaci¨®n y en descansar del gigantesco montaje del Graceland Tour, que, a punto de concluir, a¨²n parece asustarle por su envergadura. "Mi ¨²nica idea es hacer en un futuro alguna gira con un montaje m¨¢s modesto. Es complicado y costoso movilizar tanta gente y tanto material, y no hemos podido ir a todos los lugares que hubi¨¦ramos querido". Simon no descarta la posibilidad de lanzarse nuevamente a la carretera solo con su guitarra, tal como empez¨®, e incluso se vislumbra una sonrisa de complacencia con la idea. " ? Y por qu¨¦ no una retrospectiva de toda mi m¨²sica, desde Simon y Garfunkel hasta la actualidad?".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.