La vida en un barco

Fellini. Esa palabra, ese apellido, es un lugar com¨²n en el podio de las adoraciones populares, como lo es el adjetivo felliniano. Hay que cons derar, sin embargo, que la huerta est¨¢ llena de frutos m¨¢s falsos que Judas. Vamos a ver: por estos terru?os se estrena estos d¨ªas, puntualmente, la sexta academia de tonter¨ªa mientras la ¨²ltima obra del maestro, Intervisla, de un par de a?os de edad, sigue in¨¦dita. ?Es eso normal? Conste que aqu¨ª se est¨¢ hablando de uno de- los pocos autores de cine que merecen el apelativo de totales.Hoy tenemos en pantalla una de sus ¨²ltimas obras, Y la nave va, como tantas otras de las suyas -de Ocho y medio a La ciudad de las mujeres- un compendio de sentimientos, recuerdos, alegr¨ªas, tristezas y franca nostalgia perpetrado desde el planeta Cinecitt¨¢ con el desafiante atrevimiento de no ocultar el artificio: cielos dalinianos, mares de bel¨¦n, un barco que es el teatro de la vida, y, al final, toda la maquinaria filmadora al descubierto. Por medio, delirantes escenas como la del rinoceronte o el tour deforce oper¨ªstico en las calderas nos recuerdan que s¨®lo alguien como Fellini -esto es, s¨®lo Fellini- es capaz de crear tanta fascinaci¨®n. Intervista, insistimos, sigue sin estrenarse.