Sancionar los 'desviacionismos' reformistas
?vidamente buscadas por los detractores del r¨¦gimen, las implicaciones pol¨ªticas del caso de los militares narcotraficantes apenas comienzan a aflorar en Cuba. La depuraci¨®n de los elementos corruptos ha servido indirectamente para respaldar la l¨ªnea de pureza ideol¨®gica y sancionar los desviacionismos reformistas.El caso m¨¢s significativo fue el desplazamiento de Jos¨¦ Abrantes del Ministerio del Interior, que ha sido sustituido por el general Abelardo Colom¨¦, un hombre de la absoluta confianza de Ra¨²l Castro, el hermano del m¨¢ximo dirigente cubano Fidel Castro.
Las responsabilidades de Abrantes como jefe de un ministerio que se demostr¨® invadido por el c¨¢ncer de la corrupci¨®n parecen fuera de toda duda, pero, al mismo tiempo, los observadores recuerdan ahora la l¨ªnea de moderaci¨®n que Abrantes hab¨ªa marcado durante su actuaci¨®n al frente de tan importante cargo. Durante la etapa de Abrantes, las organizaciones disidentes gozaron de mayor margen de maniobra que en el per¨ªodo en que estuvo a la cabeza del Ministerio del Interior Ramiro Vald¨¦s, uno de los comandantes de la revoluci¨®n.
Estos casos, m¨ªnimos pero significativos, contrastan con el tono utilizado por Ra¨²l Castro en el mismo discurso de junio pasado, en el que desvel¨® el esc¨¢ndalo del general Ochoa. Durante su intervenci¨®n, Castro record¨® a sus compa?eros de armas que Cuba se hundir¨ªa antes de volver al capitalismo y que quien no estuviese de acuerdo con esta situaci¨®n pod¨ªa huir a Polonia o a Hungr¨ªa.
En realidad, nunca se han detectado diferencias de fondo entre los dirigentes cubanos, aunque los cuban¨®logos s¨ª ven ciertos modos distintos de aplicar la l¨ªnea oficial. En este sentido, Ra¨²l Castro parece representar la facci¨®n m¨¢s ortodoxa, m¨¢s intransigente con las innovaciones y m¨¢s severa en la persecuci¨®n de la relajaci¨®n ideol¨®gica.
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