Nadie golpe¨® a Mario
El 'violador del fin de semana' dijo que sus impulsos se frenaban de lunes a viernes por las palizas que le daban en su pueblo
Los vecinos de Garcill¨¢n, una localidad segoviana de 366 habitantes, aseguran no haber pegado a Mario Ayuso G¨®mez, de 28 a?os, conocido como el violador del fin de semana. Ayuso se encontraba en libertad condicional y condenado a 10 a?os de prisi¨®n por violaci¨®n cuando, en 1987, atac¨®, abus¨® y rob¨® en s¨¢bado o domingo a 20 mujeres en Madrid. Durante el juicio, celebrado la pasada semana, el violador asegur¨® que sus impulsos eran irrefrenables. Sin embargo, de lunes a viernes los impulsos menguaban debido, seg¨²n ¨¦l, a las palizas que le propinaban sus vecinos.
Nadie le ha pegado, aunque todos reconocen que ya de peque?o era un chico un poco extra?o. Los vecinos han preferido guardar el anonimato para explicar sus impresiones sobre Mario Ayuso, de quien aseguran que jam¨¢s se meti¨® con nadie del pueblo. F. E., de 30 a?os, recuerda que Mario Ayuso, cuando contaba con 13 o 14 a?os, no era como el resto de los chicos, y quiz¨¢, en alguna ocasi¨®n, le tomaban incluso como el tonto del pueblo. F. E. relata que, alguna vez, cuando Mario ten¨ªa esa edad, mord¨ªa y romp¨ªa la ropa interior que su vecina acababa de tender en el patio, o sal¨ªa a la carretera de acceso al pueblo desnudo o masturb¨¢ndose. Pero no le daban palizas, a no ser alguna que otra pelea entre chavales, porque tambi¨¦n ten¨ªa la man¨ªa de arrastrar a las chicas tir¨¢ndolas del pelo."No tiene sentido decir que le pegaban en el pueblo cuando no es verdad", afirma D. I., una joven de 27 a?os que en alguna ocasi¨®n habl¨® con Mario. "Antes de ser detenido la ¨²ltima vez, se pod¨ªa mantener con ¨¦l una conversaci¨®n normal, aunque empleaba un vocabulario en tono pasota, propio de una persona que ya ha estado en la c¨¢rcel. Pero aqu¨ª no se ha metido con nadie y jam¨¢s le han pegado", matiza.
Hijo de una familia que vive de las faenas del campo, Mario tiene dos hermanas casadas: Maribel, de 32 a?os, que vive en Madrid, y Raquel, de 25 a?os, domiciliada en Segovia. Seg¨²n alguna de sus amigas, se trata de chicas encantadoras, que alguna vez, siendo peque?as, hab¨ªan comentado que ten¨ªan miedo de quedarse a solas con su hermano, porque las amenazaba. ?ste, por lo general, era poco simp¨¢tico, jam¨¢s saludaba y ten¨ªa la mirada penetrante, por lo que no era extra?o que alguna chica, al verle, se diera la vuelta.
Cuando cumpli¨® el servicio militar en Segovia, Mario Ayuso rechazaba salir con los soldados del cuartel y prefer¨ªa quedarse en casa de una t¨ªa suya, porque en contadas ocasiones ten¨ªa dinero. Sin embargo, hace dos a?os comenz¨® a integrarse en el pueblo y era menos esquivo. Esta actitud coincidi¨® con el per¨ªodo en que estuvo trabajando con un equipo de obreros contratados del paro, que se dedicaron a quemar vigas y a destruir casas de Garcill¨¢n que hab¨ªan sido atacadas por una plaga de termitas.
Al pie de la cosechadora, C. G., un agricultor de 50 a?os, recuerda el pasado de Mario y afirma que la familia del violador sab¨ªa el problema que ten¨ªa su hijo, pero el padre no "le sujetaba" y, por no gastarse el dinero, no quiso que siguiera yendo a la consulta de un psic¨®logo que le trataba; incluso, en otra ocasi¨®n, le sac¨® del sanatario psiqui¨¢trico de la Diputaci¨®n de Segovia. "El padre", comenta C. G., "es de la opini¨®n que sus hijos est¨¢n para trabajar y no para gastar el dinero, y es capaz de cobrarles hasta la comida. Mario le ayudaba en las faenas agr¨ªcolas, pero no ten¨ªa oficio fijo, porque tampoco le hab¨ªan dado estudios como a los dem¨¢s chicos de su edad".
Vicente Ayuso Llorente, agricultor, de unos 60 a?os, con fama en el pueblo de tener un car¨¢cter hosco y hura?o, no quiso hacer ning¨²n tipo de comentarios sobre el tema de su hijo Mario. Mientras se encontraba en una de sus tierras de labranza, le dijo al periodista que intent¨® hablar con ¨¦l: "V¨¢yase usted por el mismo camino que ha venido".
Las termitas
El silencio absoluto es la t¨®nica de muchos vecinos, como el cura, Paulino Heredero Bermejo, pr¨®ximo al Opus Dei. El agricultor C. G. afirma: "El p¨¢rroco, quiz¨¢ por aquello de llevar las ovejas al redil, ten¨ªa mucha confianza con Mario, y es el que le sujetaba. Como Mario no ten¨ªa coche se desplazaba a Madrid en tren o en autob¨²s, y lleg¨® a pedirle al cura que le ayudara a comprarse una rnoto".
Paulino Heredero, que ahora dice misa los s¨¢bados por la tarde en el edificio del Ayuntamiento porque la b¨®veda de la iglesia del pueblo se encuentra en reparaci¨®n, debido al ataque de las termitas, no quiso hacer comentarios.
Un psic¨®logo que trat¨® a Mario advirti¨® a los padres de ¨¦ste, antes de que cometiera los delitos de 1987, que si le obligaban a abandonar el tratamiento iba a ser perjudicial para el joven. Sin embargo, debido a las presiones de sus padres, Mario dej¨® de asistir a la consulta, aunque hab¨ªa mostrado inter¨¦s por recuperarse. Incluso, pese a carecer de dinero, abonaba mensualmente por las sesiones al psic¨®logo una cantidad simb¨®lica de 1.000 pesetas.
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