No es gran cosa

Esto es un programa hecho como con desesperaci¨®n para ganarse su puesto. Ese puesto es el de la f¨®rmula que mezcla variedades con entrevistas y con actuaciones musicales; la pasi¨®n de su creador, Hugo Stuven, est¨¢ puesta en que haya muchas cosas y muy r¨¢pidas, en peque?os inventos visuales; se nota demasiado, y en cualquier obra de este mundo, sobre todo art¨ªstica, es importante que no se note el trabajo, que siempre produce angustia. Puede ser que, rodado unas semanas m¨¢s, llegue a dar la sensaci¨®n de que sale solo y de que no se buscan las sorpresas.Sobre todo, cuando las sorpresas son Jes¨²s Gil o Marta S¨¢nchez, aunque a uno le interrogue un supuesto robot -manejado por Manuel Ferreras, que es bueno en la radiotelevisi¨®n- y a la otra la asalte un grupo de gente de teatro. Jes¨²s Gil es siempre result¨®n, y, se le pregunte lo que se le pregunte, ¨¦l va siempre a sus caballos de batalla y a su imagen propia. Y Marta S¨¢nchez resulta ser aqu¨ª una mujer objeto, con un traje-funda con la bandera americana, y explicando su aversi¨®n a leer libros y lo poco que le atrae el mundo intelectual. Pero si se trata de ver, m¨¢s que de o¨ªr, es un lujo; y si se quiere o¨ªr algo, hay que separar del barullo total al joven actor Gaby Mart¨ªn, con su cheli bien dicho, recuerdo del inimitable Pirri.

Hay tres tendencias en el programa: una es una cierta libertad de lenguaje, dentro de los l¨ªmites de la familia, a la que se invoca desde el principio. Otra, la insistencia en la parodia, probablemente surgida por azar: ?ngel Garo imitando -muy mal- a Lola Flores; Los Morancos, a Butrague?o -ya se sabe, con la referencia inevitable al lejano suceso de sus partes pudendas expuestas al p¨²blico: imagino que las familias se retorcer¨ªan de risa en sus casas-; Nacho Dogan, a Louis Armstrong; la Orquesta Flamingo, a Glenn Miller...

Y Paul McCartney, a s¨ª mismo; como el humorista Gila, con un recorte de la operaci¨®n de ri?¨®n transmitida por un locutor deportivo. La tercera ten dencia es la de dar un tono un poco antiguo a todo; a fin de cuentas, las variedades -variet¨¦s, en su gran tiempo afrancesado- son antiguas, y no han cambiado demasiado.

Aglomeraci¨®n

El programa tiene cuatro guionistas. Da la sensaci¨®n de que se atropellan unos a otros y forman una aglomeraci¨®n, m¨¢s que un equipo. Los n¨²meros propios -el del consultorio sexual, tan triste; o el del acoso a Marta S¨¢nchez, animado por la soltura de los actores de teatro m¨¢s que por otra cosa- no tienen ninguna gracia.

Su tiempo se hace largo, sobre todo si lo que se quiere es simplemente esperar a que llegue Partir de cero, la nueva serie (americana) que en media hora de duraci¨®n derrocha m¨¢s talento, m¨¢s gracia de di¨¢logo, m¨¢s audacia de situaci¨®n que todo lo anterior; sin dejar de ser de la serie B, o quiz¨¢ C. Merecer¨ªa un horario mejor, a no ser que el pudor nuevo de Televisi¨®n Espa?ola le haya reservado ese borde de la madrugada para evitar un esc¨¢ndalo que, en todo caso, ser¨ªa muy moderado.

Las f¨®rmulas de variedades o de programas ba¨²l han funcionado muy pocas veces en la televisi¨®n, si se except¨²an algunos programas que se hicieron famosos, sobre todo por sus presentadores. En este caso, la bella -Beatriz Santana-, el guapo -Merlo- y el gracioso -Pedro Reyes- tienen poca intervenci¨®n, y tampoco parece que deban tenerla mayor, a menos que los guionistas recibieran una inspiraci¨®n milagrosa que les diera otro texto.