Bulgaria atr¨¢s, Turqu¨ªa delante
Miles de turco-b¨²lgaros huyen de la persecuci¨®n
Recuerdan a las im¨¢genes de los republicanos espa?oles huyendo hacia Francia a trav¨¦s de los Pirineos y a las largas caravanas de alemanes del este de Europa huyendo ante el avance del Ej¨¦rcito Rojo en 1945. Miles de familias turcas de Bulgaria con un ej¨¦rcito de ni?os aguardan bajo el sol su turno para dar la espalda a su tierra y a su hogar y emprender una nueva vida llena de incertidumbres. Atr¨¢s dejan casi todo, incluso los nombres musulmanes que se les quer¨ªa imponer.
El puesto fronterizo de Kapit¨¢n Andreevo, el principal en la ruta terrestre desde Europa a Oriente, es un inmenso caos estos d¨ªas, escenario de miles de dramas humanos. En territorio b¨²lgaro, todo es silencio; la milicia nacional vigila discretamente la caravana de autom¨®viles con matr¨ªculas de Varna, de Veliko Tarnovo o de Razgrad, hundidos sus amortiguadores bajo el peso de armarios, lavadoras, colchones y otros trastos.Gran parte de estos enseres han quedado abandonados en esta parte b¨²lgara. Grandes montones de muebles rotos, trapos, cubos, somieres, percheros, han quedado atr¨¢s por la imposibilidad de transportarlos despu¨¦s de un largo viaje desde el Noreste y los montes Rodopos, en el suroeste de Bulgaria. ?stas son las dos zonas con mayor poblaci¨®n turca. Los turcos b¨²lgaros abandonan para siempre unas casas peque?as pero c¨®modas, con jardines y huertas cuidadas con la laboriosidad que tanto admiran en ellos los b¨²lgaros eslavos. En gran parte, dejan tambi¨¦n sus ahorros. Muchos bancos b¨²lgaros se niegan a darles su dinero. Aquellos que consiguen recuperarlo buscan desesperadamente cambiarlo en d¨®lares, ya que s¨®lo pueden llevarse 500 levas m¨ªseras (7.000 pesetas), por mucho que hubieran logrado ahorrar con su trabajo.
As¨ª sucede que turcos, en Sof¨ªa, ofrecen hasta 80 levas por un d¨®lar, cuando el cambio oficial es de un d¨®lar por leva, y el cambio negro habitual, de ocho levas por d¨®lar. Se van en masa y lo pierden todo; van a un pa¨ªs que ahora los recibe "con los brazos abiertos" pero que nada puede ofrecerles, salvo su nombre turco y la pr¨¢ctica libre de su religi¨®n isl¨¢mica. Son ya m¨¢s de 100.000; muchos m¨¢s los seguir¨¢n, se habla de hasta un mill¨®n y m¨¢s.
En la parte turca del puesto fronterizo de Kapit¨¢n Andreevo, las autoridades han tenido que incorporar personal adicional para hacer los tr¨¢mites aduaneros a la masa de inmigrantes que amenaza con disparar los gastos sociales, incrementar el ej¨¦rcito de parados en Turqu¨ªa y crear serias tensiones entre los ciudadanos turcos y los reci¨¦n llegados.
Fomento del ¨¦xodo
Ya se oyen los primeros comentarlos de "Ozal [el primer ministro turco] nos quita el pan para d¨¢rselo a los b¨²lgaros". Con un sueldo m¨ªnimo de 63 d¨®lares (unas 7.000 pesetas), Turqu¨ªa no est¨¢ en disposici¨®n de cumplir las generosas ofertas que hace el Gobierno a los turcos b¨²lgaros, que fomenta este ¨¦xodo provocado por la eslavizaci¨®n forzosa a que somete el r¨¦gimen de Soria a la minor¨ªa turca.
Todo comenz¨® en 1984, cuando, tras concluir la vigencia de un tratado de emigraci¨®n entre Bulgaria y Turqu¨ªa, la Junta Militar de Ankara no quiso renovarlo. Entonces comenz¨® una bulgarizaci¨®n forzosa de los miembros de la minor¨ªa isl¨¢mica que no hab¨ªan optado por la emigraci¨®n: unos 900.000 seg¨²n unas fuentes, m¨¢s de mill¨®n y medio seg¨²n otras.
La polic¨ªa comenz¨® a llegar a los pueblos para imponer nombres eslavos a los turcos. Se prohibi¨® la circuncisi¨®n, los entierros seg¨²n el rito isl¨¢mico, se cerraron los diarios en turco y comenzaron los derribos de mezquitas. Pero las noticias sobre una apertura en los pa¨ªses del Este llegaron tambi¨¦n a los remotos pueblos b¨²lgaros habitados por turcos y, con ellas, creci¨® la intenci¨®n de la minor¨ªa de defender su identidad.
En Kapikule, entre Kapit¨¢n Andreevo y la ciudad turca de Edirne, las autoridades turcas han creado un campo de refugiados que parece un inmenso campamento de beduinos. Centenares de tiendas de campa?a de base circular, blancas, con el s¨ªmbolo de la Luna Creciente Roja (el equivalente a la Cruz Roja en los pa¨ªses no isl¨¢micos), alojan a las familias llegadas de Bulgaria que no tienen familiares que los acojan. Muchos de los que llegan tienen familiares en Turqu¨ªa. M¨¢s de 200.000 turcos huyeron de la colectivizaci¨®n de la agricultura en Bulgaria en 1950; otros dos o tres centenares de miles emigraron en el marco del acuerdo entre Sof¨ªa y Ankara en las dos d¨¦cadas siguientes.
En los ¨²ltimos a?os, los turcos han pasado por todo un laberinto de represalias, intimidaciones, humillaciones y acciones brutales de castigo contra los que se negaban a bulgarizar sus nombres e insist¨ªan en hablar turco y practicar su fe isl¨¢mica en Bulgaria.
En Kapikule, los turcos ya emigrados, a¨²n presos del miedo, cuentan historias en las que no se sabe distinguir experiencias personales de rumores. Los hay que han estado en el terrible campo de trabajo de Belene, en condiciones infrahumanas. Muchos han dejado parte de su familia en Varna o Schumen. Todos temen que pronto los b¨²lgaros vuelvan a cerrar la frontera para cortar esta sangr¨ªa de mano de obra, que ya est¨¢ paralizando parte de su industria.
El viceministro de asuntos exteriores b¨²lgaro, Ivan Ganev, asegura que no hay Intenci¨®n de hacerlo, pero los turcos no se f¨ªan y han acudido en masa a solicitar el pasaporte que, seg¨²n una nueva ley, todos los b¨²lgaros tienen derecho a poseer. Mas de 300.000 solicitudes de pasaporte han recibido ya las autoridades; un tercio ha sido ya entregado.
Las autoridades de Ankara recurren ahora al nacionalismo para conquistar simpat¨ªas y apoyo en Occidente en su conflicto con los b¨²lgaros. Erigirse en protector de las minor¨ªas es un proyecto que puede costar bastante esfuerzo a Ankara, dada su implacable pol¨ªtica contra su propia minor¨ªa kurda.
Las decenas de miles de familias en los campos de refugiados, a los que llegan todos los d¨ªas en una larga caravana de camiones, son m¨¢s v¨ªctimas que causa en este conflicto. Quinientos a?os han vivido en las tierras que ahora abandonan. Bulgaria recurre al nacionalismo, a la represi¨®n de la etnia turca y a la eslavizaci¨®n a sangre y fuego. Queda, sin embargo, sin una mano de obra que le es imprescindible.
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