Carta abierta a Jorge Sempr¨²n
Querido amigo.He le¨ªdo tus declaraciones acerca de las matanzas de la plaza Tiananmen de Pek¨ªn... y de las condenas a muerte de La Habana. Te asombra que los escritores y artistas espa?oles no hayamos manifestado nuestro espanto ante semejante carnicer¨ªa a quemarropa. Muy especialmente te desconcierta que no hayamos redactado ninguna petici¨®n colectiva para protestar contra este fusilamiento de disidentes y aquella escabechina de chinos.
Ignoro las razones que han esgrimido mis entra?ables colegas de penas y quebrantos para mantener este silencio a prueba de balas, pero convencido estoy de que son tan concretas como las m¨ªas.
El motivo de mi propio silencio ante la mayor matanza de obreros y estudiantes de estos ¨²ltimos a?os puedo comunic¨¢rtelo.
Me he callado por miedo.
No es que me asusten, desde mi nido occidental, los tanquistas de Deng Xiaoping ni los paredones de Castro. Tampoco temo, aunque est¨¦n mucho m¨¢s cerca, los pu?os que con tanta fe se arrojaron hacia tus p¨®mulos en Valencia. Debo reconocer que cuando un totalitario, fascista o de la acera de enfrente, sin argumentos ante los m¨ªos me amenaza con "partirme la cara", suelo responderle: "No es necesario, ya me la parto yo", al tiempo que airosamente me administro un cachete.
Lo que me asustan son las represalias a que se ve sometido: si pusiera en duda cualquier avatar del orden marxista por sangriento o brutal que fuere, s¨¦ que autom¨¢ticamente ser¨¦ denigrado no s¨®lo pol¨ªticamente, tach¨¢ndome de "agente de la CIA" o de "nazi", sino que l¨ªterariamente.
La ¨²ltima vez que por pura imprudencia m¨¢s que por coraje conden¨¦ una b¨¢rbara matanza similar a la de Pek¨ªn sal¨ª m¨¢s que trasquilado.
Te lo cuento.
En 1978, un periodista, llam¨¦mosle "P¨¦rez" por comodidad, me entrevist¨®. Discurr¨ªa la conversaci¨®n por los senderos de la cordialidad a pesar de que me trataba m¨¢s que como escritor como excombatiente de una causa que hab¨ªa cesado en 1975 con la muerte del dictador. Le hac¨ªa especialmente til¨ªn un antiguo escrito m¨ªo por fortuna ya entonces sin ninguna actualidad, Carta al general Franco. De golpe aquella simpat¨ªa mutua se quebrant¨® cuando le confes¨¦ mi indignaci¨®n por el mill¨®n de asesinatos que en aquel momento hab¨ªa perpetrado en Camboya el r¨¦gimen del comunista Pol Pot. Le inform¨¦, mientras me contemplaba con tan alta reprobaci¨®n como asco, que hab¨ªamos creado con Jean Paul Sartre, Raymond Aron y contigo un comit¨¦ para denunciar tan cruenta matanza.
"P¨¦rez" por fin explot¨® fingiendo la indignaci¨®n. Me dijo que nadie hubiera podido imaginar semejante "evoluci¨®n" m¨ªa. Me asegur¨® que "mancillaba" con tales declaraciones "antiprogresistas", tal era el adjetivo con que las motejaba, mi pasado antifranquista. Por lo que cre¨ª comprender, mi lucha por la democracia y la liberaci¨®n de los presos no pod¨ªa proseguirlas al Este sin convertirme en un "aliado objetivo del fascismo".
Me asegur¨® que atacar al Gobierno de "liberaci¨®n popular" de Pol Pot era tan "reaccionario" que ni siquiera el director de su peri¨®dico, que seg¨²n ¨¦l era "un facha cerrado", osar¨ªa publicar tama?a sarta de injurias.
En efecto, "P¨¦rez", en honor de su causa, censur¨® mis palabras, desfigurando completamente mis declaraciones.
Los comisarios de Pol Pot sigu¨ªeron matando de mala manera pero con innegable eficacia. A?os despu¨¦s los comunistas vietnamitas aseguraron al mundo que sus correligionario s de Pol Pot hab¨ªan liquidado a la mitad del pais; es decir, y en cifras redondas, que hab¨ªan enviado al pared¨®n a tres millones de camboyanos.
Lejos de m¨ª la idea de que un ¨¢pice de la culpa de esta ecatombe sangrienta la tuvo "P¨¦rez" al no permitir que se informara sobre ella a los espa?oles en un momento en que a¨²n se pod¨ªa hacer algo por salvar la vida de dos millones de seres. Como tambi¨¦n est¨¢ muy lejos de m¨ª la idea de que un texto firmado por intelectuales espa?oles hubiera podido detener las balas disparadas contra los pechos de un grupo de militares partidarios de la perestroika a los que para mayor escarnio se les colg¨® el sambenito de narcotraficantes como ayer hubieran podido ponerles las camisas de fuerza de un hospital psiqui¨¢trico, y todo ello tras una parodia de proceso rapid¨ªsimo y a puerta cerrada sin otra audiencia que los incondicionales y sin la m¨¢s m¨ªnima garant¨ªa jur¨ªdica.
"P¨¦rez" no me perdon¨® mis declaraciones rom¨¢nticas. A partir de ellas me convert¨ª en un gusano que hab¨ªa que difamar, calumniar o destruir.
El destino quiso que "P¨¦rez" se colara hace ya casi diez a?os en tu ministerio como varios de sus conmilitones y que dirija desde entonces la publicaci¨®n oficial espa?ola que en principio deber¨ªa dar cuenta de las representaciones de nuestro teatro fuera de Espa?a. Excuso decirte que "P¨¦rez" ha conseguido con un celo de estajanovista "ningunear" todas las m¨ªas, incluso las acaecidas en la Com¨¦die Fran?aise. Y que naturalmente, a pesar de andar ya por cerca del n¨²mero 70 de dicha revista y de haber rendido homenaje, y con raz¨®n, a los m¨¢s diversos dramaturgos, con una cerraz¨®n casi digna de encomio me ha olvidado. Otros "P¨¦rez" logran pasear por allende nuestras fronteras un "panorama del cine espa?ol" apadrinado por tu ministerio en el que obviamente est¨¢n excluidas las cinco pel¨ªculas que hice como director. Asimismo, otros "P¨¦rez" consiguen que en las cinernatecas, seminarios de novela, simposios teatrales y conferencias creados u organizados por tu ministerio se excluya sistem¨¢ticamente mi nombre y el de los que como yo practicamos la heterodoxia a proa y a babor.
Gracias a mi teatro, mis novelas o mis pel¨ªculas a menudo recorro el mundo... Pero jam¨¢s de la mano de tu ministerio. Los "P¨¦rez" se encargan de olvidarme o de tachar mi nombre cuando el extranjero pide mi presencia. Sigo pagando mi anticonformismo como si el mism¨ªsimo Pol Pot se ocupara de m¨ª en tu ministerio.
?Hace tantos a?os que vivo esta discriminaci¨®n! Si no me hubieras aguijoneado con tu declaraci¨®n jam¨¢s me hubiera referido a ella. Ni siquiera a tu excelente subsecretario Jos¨¦ Manuel Garrido nunca le habl¨¦ de este boicot; he preferido siempre tratar con ¨¦l de temas infinitamente m¨¢s interesantes, como el c¨®digo gen¨¦tico o Miguel Espinosa.
En verdad, los "P¨¦rez" son tan insignificantes como los inquisidores del siglo XVII o los censores de los a?os cuarenta. ?Qui¨¦n recuerda a¨²n sus nombres? Pero que nadie suponga que han adoptado el arriesgado compromiso de militar en el partido que parecen defender. En verdad son ¨²nicamente los miembros de una cofrad¨ªa de ramplones arribistas que se dan como misi¨®n la de segar toda cabeza que sobresalga. Ignoran estos "P¨¦rez" que la Uni¨®n de Escritores de la URS S ha rehabilitado a Solyenitzin, una de las v¨ªctimas preferidas de sus calumnias. Hoy este sindicato de escritores comunistas rusos confiesa que fue "contrario a los principios de la dernocracia" haberle perseguido, prohibido, amordazado y por fin abocado al exilio, al tiempo que editan, a bombo y platillo, y en Mosc¨², el coco infame de todos los "P¨¦rez": El archipi¨¦lago Gulag.
Un d¨ªa t¨² y yo cominos en Par¨ªs con Juli¨¢n Gork¨ªn. Meses despu¨¦s muri¨® como un perro abandonado pero dign¨ªsimo. Y sin embargo era un socialista de post¨ªn, un escritor de talento y un combatiente heroico. Los "P¨¦rez" no s¨®lo le impidieron volver, sino que le calumniaron hasta m¨¢s all¨¢ de su entierro. Su pecado: fue el primero que denunci¨® los cr¨ªmenes de Stalin. Los "P¨¦rez", mientras tanto, llevan en volandas a los que aplaudieron en sus d¨ªas estos cr¨ªmenes.
No se puede vivir anclado en el pasado. Espa?a, en honor a la concordia nacional, ha sabido olvidar, y con raz¨®n, los delirantes paneg¨ªricos que algunos de nuestros c¨¦lebres dedicaron ayer a los verdugos. Espa?a puede dar un paso m¨¢s: olvidar tambi¨¦n las corajudas condenas con que algunos de nuestros m¨¢s jabatos e inteligentes acogieron aquellos mismos asesinatos. Gracias a este segundo olvido este grup¨²sculo de h¨¦roes dejar¨ªa de ser un corro de v¨ªctimas discriminadas y entrar¨ªa al fin a formar parte de la comunidad nacional.
Pero mientras el imperio sumergido siga manipulado por los "P¨¦rez" y su pol¨ªtica de discriminaci¨®n no nos atreveremos a denunciar horrores vand¨¢licos como los de la plaza china de Tiananmen o la de los paredones de La Habana. Fraternalmente tuyo: Fernando Arrabal.
Nota bene: puedo anunciarte que, sin embargo, los espa?oles podemos al fin firmar con toda discreci¨®n los manifiestos m¨¢s quijotescos contra los sayones diestros o zocatos... en Mosc¨².
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