El fin de una complicidad
Los programas de televisi¨®n no se acaban cuando se seca la imaginaci¨®n de sus responsables o, despu¨¦s de bajar estrepitosamente sus ¨ªndices de aceptaci¨®n, como ser¨ªa l¨®gico, sino cuando los que mandan deciden acabar con ellos para dar paso a otros espacios, generalmente inferiores al que acaba de fenecer. Por la ma?ana, la criatura televisa de Jes¨²s Hermida, como tanta otras antes de ella, ha finalizado su vida electr¨®nica con una emisi¨®n memorable, encendida y llena de momentos fuertes, en la que la a?oranza y la tristeza elegante han sido las notas definitorias.Hermida se ha ido como vino y de acuerdo con lo que se esperaba de ¨¦l, movilizando sin el menor escr¨²pulo todos los recursos estil¨ªsticos que son posibles en el medio, cuando se renuncia a la sutileza y a la inteligencia cr¨ªtica, favoreciendo el toque sentimental, la identificaci¨®n sensibilera y el halago a las bajas pasiones del p¨²blico, especialmente al que est¨¢ en el estudio ante las c¨¢maras, indefenso.
Este veterano periodista que conoce indiscutiblemente su oficio y que ha demostrado estar muy atento a lo que el p¨²blico pide para d¨¢rselo abrumadoramente, sin disimulos, ha estado al pie del tim¨®n sin descanso durante varios a?os, encauzando a esta invenci¨®n con la que ha sabido crear una respuesta emotiva, casi una adicci¨®n en muchos telespectadores, identificados con una f¨®rmula en la que el populismo, las emociones epid¨¦rmicas y la participaci¨®n r¨ªtmica m¨¢s irracional (con cante, palmas y baile icluido) se han convertido en los rasgos definidores de su forma de hacer.
Ir¨®nico y cursi
Para que no todo sea negativo en este programa, ser¨ªa necesario mencionar tambi¨¦n el conocimiento certero que su conductor ha demostrado de las exigencias de la programaci¨®n en esa franja horaria de la ma?ana, templada a partes iguales por un manejo ir¨®nico y cursi a la vez del lenguaje, lo que parad¨®jicamente acababa convirti¨¦ndose en virtud.
Hermida no se ha atrincherado en la costumbre o en la facilidad de lo ya conseguido, sino que, semana tras semana, ha favorecido constantemente la aparici¨®n de numerosos cambios e innovaciones en cada uno de los microespacios de su programa, que siempre ha pretendido, por encima de todo, provocar una fuerte complicidad con el espectador.
Este periodista, que act¨²a como un divo de ¨®pera, es capaz de lo peor y de lo mejor y ayer fabric¨® una despedida nost¨¢lgica, hecha de exceso y de ternura, delicadamente emotiva que fue, en realidad, un gui?o dirigido a sus amigos y seguidores. En las emisiones p¨²blicas o en las privadas, al margen del capricho de los dirigentes, siempre se necesitar¨¢ la profesionalidad de este hombre y la de quienes, como ¨¦l, han demostrado conocer muy bien el medio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.