La Revoluci¨®n, desmitificada
ENVIADO ESPECIALEl festival parece haber dado con su espect¨¢culo, aquel del que se habla con la hip¨¦rbole en los labios, aquel que uno no debe perderse, aunque para ello tenga que escalar el muro del claustro de los Carmelitas, pues, por desgracia, no queda una sola localidad a la venta. El espect¨¢culo, de una actualidad escandalosa, es una desmitificaci¨®n de la Revoluci¨®n Francesa y se compone de dos textos, La misi¨®n, de Heiner M¨¹ller, y La Cacat¨²a Verde, de Arthur Schnitzler, servidos sin inte rrupci¨®n, admirablemente ligados, por una tropa de 22 actores, algunos de ellos muy j¨®venes, dirigidos por Matthias Langhoff.
La misi¨®n, escrita en 1979 e inspirada en una breve narraci¨®n de Anna Seghers, nos muestra la peripecia de tres hombres enviados en misi¨®n a Jamaica para preparar el levantamiento de la poblaci¨®n de color contra los brit¨¢nicos. Para Maller, la Revoluci¨®n es contemplada con un gran pesimismo. La Revoluci¨®n viene a ser un hijo nacido muerto que no cumple aquello que promet¨ªa. Para M¨¹ller, la Revoluci¨®n, mitificada por la muerte, es la m¨¢scara de la muerte, y la muerte, la m¨¢scara de la Revoluci¨®n.
El texto de Schnitzler (escrito en 1898) ya resulta m¨¢s familiar (la obra fue estrenada en catal¨¢n por el Teatre Lliure y ha sido vista por alg¨²n que otro grupo espa?ol, am¨¦n de una estupenda funci¨®n que ofreci¨® hace algunos a?os en Terrassa el Taller de Lovaina, con direcci¨®n de Crejka). La acci¨®n de esta "comedia grotesca en un acto" se sit¨²a en Par¨ªs, la noche del 14 de julio de 1780, en La Cacat¨²a Verde, una taberna a la que acude un grupo de arist¨®cratas (los esclavos negros jamaicanos de La misi¨®n disfrazados de peque?os marqueses) para asistir a una representaci¨®n teatral en la que los actores se mezclan con los espectadores para interpretar los personajes de unos peligrosos, bandidos -del simple asesino al revolucionario-; una funci¨®n en la que la permanente confusi¨®n entre realidad y ficci¨®n, sabiamente orquestada por el duelo del local, Prosper, un ex director de teatro, hace pr¨¢cticamente imposible distinguir lo verdadero.
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