Impecable Godard
El cine de Jean-Luc Godard es siempre fruta del tiempo, delicioso postre natural, fresco, joven, silvestre, pele¨®n, sin suaves mermeladas recubriendo su piel. Su concepci¨®n, gestaci¨®n y parto tienen sus fechas concretas y nunca su cine habr¨¢ de dar justificaci¨®n m¨¢s all¨¢ de ellas. Sin embargo, continuas revisiones de su obra -no tantas como quisi¨¦ramos, la verdad- atestiguan que su fruta no se pudre. La reposici¨®n, un a?o y pico atr¨¢s, de Vivre sa vie -que esta madrugada cruza las peque?as pantallas en versi¨®n original subtitulada, loados sean los dioses del organismo- sorprendi¨® por la feroz modernidad de la criatura, la perfecta vigencia de su discurso y la actualidad de su especial¨ªsima escritura: era, tras Al final de la escapada, El soldadito y Une femme est une femme, su tercer largometraje -y sigue si¨¦ndolo, claro-Vivre sa vie era la vor¨¢gine de la ruptura, la apoteosis de salto de eje, la asimetr¨ªa, el punto de vista aparentemente dislocado -aparentemente , s¨ª, pues, a t¨ªtulo de ejemplo, la escena del principio, la de la conversaci¨®n en la barra del bar, vista desde el cogote de sus protagonistas, posee una inusitada fuerza dram¨¢tica que no ser¨ªa la misma de haberse rodado de forma ortodoxa-, y, en fin, todo cuanto ha hecho de Godard un cineasta inclasificable y controvertido. A la postre -la permanencia de su cine as¨ª lo da a entender-, un cl¨¢sico de tomo y lomo.
Alma de bailarina se emite a las 22
20; Vivir su vida, a las 2.00 de la madrugada. Las dos, por TVE-1.
Vivre sa vie narra simplemente el discurrir diario hasta la fecha de su muerte de una prostituta llamada Nana. Lo hace a trav¨¦s de 12 bloques compactos y severos, separados entre s¨ª temporal y espacialmente, pero a la larga dependientes el uno del otro, y del otro y otro en su prop¨®sito de ofrecer un retrato profundo y documentado del personaje. El austero blanco y negro de su habitual Raoul Coutard a?ade una dimensi¨®n tr¨¢gica y desesperada a una historia que lo es y mucho.
Antes, el ciclo de las parejas de Hollywood nos habr¨¢ ofrecido un encantador y cl¨¢sico musical de la Metro, Alma de bailarina, con Clark Gable -que va de seductor- y Joan Crawford de protagonistas -y vean qu¨¦ Crawford tan diferente de la Viena de Johnny Guitar-, Franchot Tone, el empalagoso Nelson Eddy y un por entonces nuevo talento de nombre Fred Astaire como fino acompa?amiento.
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