El marginado democracia

Juan Jos¨¦ Moreno Cuenca, el Vaquilla, como le conocemos en la calle, parece excluido de cuanto no sea callar y esperar en una celda.Juan Jos¨¦ lleva nueve a?os en prisi¨®n. La justicia reconoce la igualdad de los ciudadanos ante ella para concesiones y para restricciones: a Juan Jos¨¦ le pertenecen, por ley, sus permisos de salida desde que all¨¢ por agosto le confirieran por buena conducta el r¨¦gimen penitenciario de segundo grado. No obstante, todav¨ªa no se le ha permitido ni uno solo de esos 36 d¨ªas anuales que legalmente le asisten.

Su capacidad de superaci¨®n nos la viene demostrando justo en la medida que le permitimos, aunque tal vez el problema sea que se lo estamos poniendo casi imposible. A otros en su lugar, con 30 a?os de condena, les permiten salir de fin de semana sin que nadie les condicione a m¨¢s. ?Por qu¨¦, pues, a ¨¦l se le sigue marginando con la denegaci¨®n de sus permisos?

Da la impresi¨®n de que de el Vaquilla se espera exista ¨²nicamente como figura representativa de una parte pecaminosa que todos llevamos dentro, pero que todos negamos poseer, y eso no es justo. La realidad es otra: que ya no existen fundamentos para informes negativos de su comportamiento y proyectos y que re¨²ne los dem¨¢s requisitos que pueda exigirle el art¨ªculo 70 del C¨®digo Penal, en el que se estipula la reducci¨®n de penas mayores a una sola de 30 a?os. ?l, aunque sea con su silencio, con su reciente negativa a aparecer en la Prensa (que pondera su esfuerzo, pero que enardece las iras de sus carceleros) y con su no rotundo a m¨¢s fugas y s¨ª a su reinserci¨®n social, nos est¨¢ pidiendo que no le olvidemos, que no se le d¨¦ la espalda (que aboca a la rebeld¨ªa o al odio) y que se le d¨¦, por fin, la oportunidad que necesita y que merece-