Mejores alumnos y profesores
Concluye el articulista sus reflexiones sobre la selectividad universitaria, lamentando la mayoritaria escasez de conocimientos del alumnado y su poco dominio de la lengua espa?ola, reconociendo al mismo tiempo la naturalidad, libertad y asimilaci¨®n de los ideales democr¨¢ticos en todos ellos. Finaliza su texto se?alando la necesidad de encontrar una f¨®rmula selectiva m¨¢s seria para alumnos y profesores, si lo que se anhela es una Universidad m¨¢s rigurosa y funcional.
Ci?¨¦ndome ya a mi cometido espec¨ªfico en el tribunal en que particip¨¦, y que consisti¨® en la calificaci¨®n de la prueba denominada texto, dir¨¦ que son varias las cuestiones que me sorprendieron. El texto escogido era un fragmento del libro de Carmen Mart¨ªn Gaite Usos amorosos de la posguerra espa?ola, en donde se relata el ambiente que reinaba en la Espa?a de los a?os siguientes a nuestra absurda guerra civil, en el seno de un r¨¦gimen de corte fascista atemperado con un fuerte nacionalcatolicismo. A partir de ah¨ª, y como consecuencia de ello, se esbozaban las mojigatarelaciones sexuales de la pareja espa?ola. En tres d¨ªas tuve que leerme y valorar 348 ejercicios de alumnos que proced¨ªan de tres institutos p¨²blicos y de tres colegios privados. La lectura, a todo
los conceptos, fue aleccionadora y pude obtener, a pesar de la posible limitaci¨®n de la muestra, una serie de ense?anzas que paso a exponer y que tal vez tengan inter¨¦s para los lectores.
Mi mayor sorpresa consisti¨® en comprobar la gran diferencia existente entre los alumnos originarios de los institutos p¨²blicos en relaci¨®n con los de los colegios privados. En efecto, el nivel de los primeros era muy superior al de los segundos, tanto en lo relativo a su madurez humana como al grado de sus conocimientos. No podr¨ªa explicar con certeza la causa de ello, pero pienso que probablemente se debe, por una parte, al mayor inter¨¦s de los alumnos de los institutos, motivados por su procedencia social m¨¢s humilde, con respecto a aquellos que los ingresos de sus padres les permiten acudir a centros privados. Y por otra, a la mayor preparaci¨®n de nuestros profesores de instituto, que han tenido que superar una oposici¨®n para ejercer su oficio, a diferencia de la contrataci¨®n libre de licenciados que rige en los colegios privados y que no exige la demostraci¨®n de sus conocimientos en una oposici¨®n competitiva.
Dicho esto, las conclusiones que obtuve globalmente de ese colectivo de 348 alumnos las expongo sumariamente, al comp¨¢s' de los cuatro puntos que valor¨¦ en el comentario de texto citado y que eran los siguientes: comprensi¨®n de la tesis principal del escrito de Carmen Mart¨ªn Gaite, cultura del alumno en su exposici¨®n, nivel de redacci¨®n y ortograf¨ªa y, por ¨²ltimo, punto de vista personal del alumno sobre las cuestiones que suscitaba ese fragmento literario.
La primera conclusi¨®n la obtuve al constatar que s¨®lo el 10% de los examinandos hab¨ªa logrado una comprensi¨®n satisfactoria de la tesis de la autora. Circunstancia que me parece grav¨ªsima en alumnos que aspiran a entrar en la Universidad, pero que probablemente se deba a las deficiencias de nuestros m¨¦todos de ense?anza, en los que prima m¨¢s la memoria que el raciocinio. Si un alumno no es capaz de entender un texto, la memoria no le servir¨¢ m¨¢s que para acentuar esa primera carencia.
Sin conocimientos
Pero las sorpresas continuaron, porque en seguida comprob¨¦ que los conocimientos b¨¢sicos de una elemental cultura general brillaban en casi todos por su ausencia. Se ve¨ªa con certeza que muy pocos sab¨ªan qui¨¦n era la autora, que hab¨ªan le¨ªdo escasos libros de literatura y que los conocimientos que pose¨ªan de la historia reciente eran pr¨¢cticamente inexistentes. S¨®lo dos o tres emplazaron el inicio del r¨¦gimen de Franco en el contexto de la ¨¦poca, mencionando los otros reg¨ªmenes fascistas o la II Guerra Mundial para explicar el porqu¨¦ del aislacionismo del r¨¦gimen espa?ol. Algunos sosten¨ªan incluso que la autora del texto exageraba en demas¨ªa cuando describ¨ªa las miserias de la cartilla de racionamiento o lo extraordinario que resultaba en esa ¨¦poca poder merendar un trozo de pan con una onza de chocolate...Tercera comprobaci¨®n, que probablemente es consecuencia de las dos anteriores: el nivel de redacci¨®n -es decir, la expresi¨®n sint¨¢ctica y estil¨ªstica, am¨¦n de la ortograf¨ªa- era casi, en general, lamentable. Sin duda, cada uno es responsable de su propio dominio de la lengua, pero pienso tambi¨¦n, en descargo de los alumnos de esta generaci¨®n, que son v¨ªctimas de dos enormes fallos de nuestra sociedad. Por un lado, de la carencia de una pol¨ªtica de defensa de la lengua mayoritaria de nuestro pa¨ªs, que deber¨ªa ser objetivo prioritario del Gobierno. Y por otro, de la grave responsabilidad que poseen los medios de comunicaci¨®n de masas en Espa?a, principalmente la radio y la televisi¨®n, en este campo. El idioma que usualmente utilizan los periodistas y muchos pol¨ªticos, con las excepciones que se quieran, que frecuentan estos medios se va empobreciendo y envileciendo, contagiando, a trav¨¦s del efecto multiplicador de estos me dios, al p¨²blico en general, y m¨¢s especialmente a los j¨®venes, m¨¢s influenciables e inexpertos. Podr¨ªa citar muchos ejemplos, pero me limitar¨¦ a uno que, en lo que a m¨ª se refiere, me irrita particularmente. Desde hace alg¨²n tiempo se ha puesto de moda en estos medios la adopci¨®n de lo que pudi¨¦ramos llamar la sintaxis de Tarz¨¢n, y que consiste en empezar las frases constantemente con un infinitivo: "decir que...", "se?alar que...", "recordar que...". Esto es lo mismo que hac¨ªa Tarz¨¢n cuando dec¨ªa: "Ir Tarz¨¢n a buscar a Chita". Pues bien, puedo afirmar que el 60% de los alumnos cuyo ejercicio he calificado utilizaba esta anodina manera de expresarse. Y menos mal que no recurr¨ªan, como ocurre ya con tanta frecuencia en nuestra radio, de manera alta mente edificante, a tacos malsonantes para dar m¨¢s fuerza a sus opiniones. Creo, pues, que con viene dar la alarma sobre el grado de deterioro en que cada d¨ªa m¨¢s se encuentra nuestra lengua, sin cuyo m¨ªnimo dominio, obvio es recordarlo, no se deber¨ªa acceder a la Universidad.
Pero no quisiera pecar de pesimista integral, ya que la cuarta de mis sorpresas, despu¨¦s de la lectura de estos ex¨¢menes, fue m¨¢s bien optimista y de car¨¢cter esperanzador. Me refiero a que la mayor¨ªa de los alumnos expon¨ªa sus puntos de vista personales sobre las cuestiones que suscitaba Carmen Mart¨ªn Gaite con un tono que indudablemente constitu¨ªa una bocanada de aire fresco y no contaminado. Casi todos eran de una gran sinceridad en sus juicios, incluso en muchos casos mostraban una gran valent¨ªa al expresar opiniones que no pod¨ªan saber si compartir¨ªa el juzgador. Muchos se revelaban progresistas en las costumbres y usos sexuales, rechazando todo tipo de tab¨²es; otro gran n¨²mero se declaraban pacifistas por encima de todo, y pr¨¢cticamente la totalidad eran respetuosos del pluralismo pol¨ªtico y de las opiniones ajenas que no comparten.
En definitiva, si cerca de la mitad no estaban preparados para ingresar en la Universidad, el temple de casi todos ellos obliga a'concebir que el futuro de nuestra sociedad es alentador. Pero tambi¨¦n es necesario que pongamos las bases para disponer de una mejor Universidad, y requisito indispensable para tal fin es encontrar la f¨®rmula de una selectividad m¨¢s seria para alumnos y, por qu¨¦ no decirlo, para profesores tambi¨¦n.
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