La oferta sindical
LOS DOS principales sindicatos espa?oles han presentado ante la opini¨®n p¨²blica un programa a medio plazo que define su estrategia en relaci¨®n con la pol¨ªtica social del Gobierno. En su presentaci¨®n, los sindicalistas insistieron en que el documento deber¨¢ ser aceptado primero por los trabajadores, para lo que prev¨¦n que a partir de septiembre se celebren asambleas consultivas que, eventualmente, podr¨ªan desembocar en la convocatoria de un refer¨¦ndum nacional. Se trata de una curiosa forma de acci¨®n sobre la que, de momento, no se han dado mayores detalles, pero los sindicatos asumen un riesgo evidente al adentrarse por una v¨ªa peligrosa que discurre demasiado pr¨®xima al ¨¢mbito estrictamente pol¨ªtico y que, en el futuro, puede proporcionarles m¨¢s problemas que ventajas.En cuanto a las reivindicaciones en s¨ª, se recogen algunas cl¨¢sicas a las que se a?aden otras de nuevo cu?o. En cualquier caso, tienen la ventaja de colocar las demandas sindicales en una perspectiva no inmediata y de formar un cat¨¢logo que puede servir de base para una discusi¨®n con los empresarios y el Gobierno. Las demandas de un programa de formaci¨®n y empleo, de mejora del sistema sanitario p¨²blico o de viviendas sociales, tienen una justificaci¨®n evidente y son obligatorias, a estas alturas, en el programa de gobierno de cualquier partido pol¨ªtico. Particularmente la de vivienda social, pues el aumento del precio de las casas, al que los sucesivos Gabinetes de Felipe Gonz¨¢lez han asistido como espectadores impasibles sin hacer nada para evitarlo, hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil el alojamiento de los j¨®venes trabajadores y dificulta seriamente la movilidad de la mano de obra. Otras reivindicaciones son m¨¢s que discutibles, como, por ejemplo, la indiciaci¨®n salarial o el derecho a la negociaci¨®n colectiva de los funcionarios. Los pa¨ªses que practican la indiciaci¨®n salarial son los que m¨¢s problemas han tenido para controlar la inflaci¨®n y en los que, como consecuencia, tambi¨¦n ha sufrido m¨¢s la creaci¨®n de puestos de trabajo. En cuanto a la negociaci¨®n colectiva de los funcionarios, ¨¦sta discurre en el ¨¢mbito pol¨ªtico del Parlamento, lo cual no excluye la posibilidad de buscar f¨®rmulas intermedias.
Hay, por ¨²ltimo, una serie de propuestas que merecen la pena explorar. En primer lugar, la de reparto del trabajo. En algunos pa¨ªses se ha llegado a f¨®rmulas interesantes, propuestas por los trabajadores de las empresas, en las que la reducci¨®n de las horas trabajadas ha llevado consigo una disminuci¨®n proporcional de los salarios y un control sindical de la contrataci¨®n de nuevos trabajadores por el equivalente de las horas liberadas. Tambi¨¦n son interesantes las propuestas relativas a la mayor participaci¨®n de los trabajadores en las empresas; en este terreno hay mucho camino por recorrer en el nivel mismo de la producci¨®n: desde los c¨ªrculos de calidad hasta los comit¨¦s de higiene y salud en el trabajo, es perfectamente posible avanzar por la v¨ªa de una mayor participaci¨®n que satisfaga, a la vez, las exigencias de la mejora de las condiciones de trabajo y de la productividad, entendida ¨¦sta en un sentido amplio. Tambi¨¦n son interesantes las propuestas de autorregulaci¨®n de los conflictos y de negociaci¨®n de servicios m¨ªnimos, cuya necesidad muy pocos discuten.
Se trata, pues, de propuestas importantes que podr¨ªan permitir la reanudaci¨®n de un di¨¢logo que durante muchos meses estuvo condicionado por las consecuencias de la huelga del 14 de diciembre y por las reivindicaciones concretas de entonces. El desarrollo de alguno de los puntos propuestos permitir¨ªa plantear el di¨¢logo con los sindicatos en un terreno m¨¢s favorable a la integraci¨®n de los mismos; el problema b¨¢sico es el de saber si existe, por parte de todos, la voluntad de avanzar por un camino dif¨ªcil, pero necesario, tan s¨®lo rechazado por quienes prefieren las certidumbres de la tecnocracia a los compromisos de una sociedad participativa.
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