El tribunal de Estocolmo condena a cadena perpetua a Christer Petersson por el asesinato de Olof Palme
El Tribunal de Primera Instancia de Estocolmo, que se encarga del caso por el asesinato del primer ministro sueco Olof Palme, perpetrado el 28 de febrero de 1986, conden¨® ayer, por una mayor¨ªa de seis de sus miembros (todos los jurados) contra dos (los magistrados), a Christer Petersson, un sueco de 42 a?os, a cadena perpetua, como autor de la muerte de Palme y del intento de homicidio de su mujer, Lizbeth, que le acompa?aba la noche del crimen. Los dos juristas, Mikael Geijerstam (juez asistente) y Carl-Anton Spak (presidente), votaron en contra por considerar que las pruebas t¨¦cnicas son insuficientes, y sostuvieron que el detenido deb¨ªa ser liberado.
Los seis miembros del jurado que defendieron la condena son ciudadanos sin formaci¨®n jur¨ªdica, aunque con experiencia en la materia, elegidos entre representantes de los partidos pol¨ªticos. El testimonio de Lizbeth Palme, que pese al tiempo transcurrido no vacil¨® en se?alar a Petersson como el hombre que sigui¨® a ella y a su marido desde el cine hasta el lugar del crimen, fue decisivo para la condena.El abogado defensor, Arne Liljeros, reiter¨® su decisi¨®n de apelar la sentencia y manifest¨® que el hecho de que los dos juristas del tribunal hubieran desechado las pruebas presentadas por los fiscales robustece la posici¨®n de su defendido y hace m¨¢s posible una eventual revocaci¨®n de la sentencia.
En caso de que el Tribunal Supremo confirme la condena, de acuerdo a la pr¨¢ctica judicial sueca, Petersson cumplir¨ªa entre ocho y 10 a?os de c¨¢rcel.
El proceso seguido contra Christer Petersson se construy¨® en base al testimonio de 33 testigos. Al menos la mitad de ellos son personas que pertenecen a los bajos fondos de Estocolmo. Antes de la de Petersson hubo dos investigaciones que, en su momento, tuvieron visos de credibilidad: la del llamado hombre de 33 a?os (en Suecia est¨¢ prohibido divulgar el nombre de un sospechoso hasta que se pruebe su culpabilidad) y la llamada pista kurda, sostenida por el primer jefe de la investigaci¨®n, Hans Holmer, y compartida por altos estamentos del Gobierno. La primera se basaba en la pertenencia del sospechoso al pronazi Partido Europeo del Trabajo y en las vinculaciones que en alg¨²n tiempo hab¨ªa tenido con organizaciones internacionales de extrema derecha. Despu¨¦s de un par de semanas en prisi¨®n, el hombre fue liberado por falta de pruebas y el episodio produjo el primero de una larga lista de desencuentros entre las distintas instancias que participaban en el caso.
La pista kurda fue sostenidacontra viento y marea por el comisario Holmer desde el comienzo de la investigaci¨®n, y todo lleva a pensar que todav¨ªa sigue creyendo en ella, aunque el ex jefe ha guardado un discreto silencio despu¨¦s de la publicaci¨®n de su libro Olof Palme es asesinado.
Investigaci¨®n paralela
Que no era s¨®lo Holmer el seducido por la idea de los kurdos como ejecutores del crimen por encargo del Gobierno de Ir¨¢n lo prob¨® el llamado esc¨¢ndalo Ebbe Carlsson, que puso al desnudo una investigaci¨®n paralela apoyada por la entonces ministra de Justicia, Anna Greta Leijon, que provoc¨® la renuncia de ¨¦sta a su cargo a principios de junio del a?o pasado.
Anteriormente, Holmer, cuestionado desde diversos sectores, incluso dentro de la propia polic¨ªa, y ante la imposibilidad de poder probar la validez de sus teor¨ªas, hab¨ªa sido desplazado del cargo y designado como delegado sueco en el organismo de la ONU para la lucha contra las drogas.
La investigaci¨®n cay¨® entonces en un punto muerto que termin¨® socavando el prestigio de toda la polic¨ªa sueca. Una encuesta de opini¨®n entre el pueblo sueco revelaba el a?o pasado que un 67% pensaba que nunca se esclarecer¨ªa el crimen.
El 14 de diciembre del a?o pasado se conoci¨® la noticia de la detenci¨®n de un "hombre de 41 a?os", sobre el que los fiscales y la polic¨ªa, que en esta oportuanidad han actuado estrechamente unidos, ten¨ªan "razonables sospechas" de que era el autor de la muerte de Palme, as¨ª como del intento de asesinar tambi¨¦n a su mujer, Lizbeth. Se trataba de Christer Petersson, un hombre con un frondoso pasado delictivo en el que se incluye un homicidio con bayoneta de un hombre a ra¨ªz de un incidente casual ocurrido en la calle.
Conocido por su car¨¢cter violento, su afici¨®n al alcohol y las drogas, aunque tambi¨¦n con algunas facetas positivas en su personalidad, seg¨²n alguno de sus conocidos, Petersson neg¨® categ¨®ricamente desde el primer momento la autor¨ªa directa o indirecta del asesinato.
Trauma, dudas, suspicacias y pol¨¦micas
El trauma nacional que el asesinato del ex primer ministro sueco Olof Palme provoc¨® no ha sido por el veredicto emitido ayer.Las suspicacias despertadas desde la misma noche del crimen, fortalecidas por las irregularidades comprobadas antes y despu¨¦s del hecho tanto en la protecci¨®n de la vida del ex primer ministro como en las investigaciones cumplidas con posterioridad, permanecen inmodificadas.
Una encuesta reciente mostraba que el pueblo sueco, tan proclive a aceptar como v¨¢lidas las decisiones u opiniones provementes de los centros de poder -sean ¨¦stos autoridades o medios de comunicaci¨®n- y tan poco propenso, sin embargo, a la cr¨ªtica, descarta por una significativa mayor¨ªa que Petersson sea el autor del crimen.
La ausencia de pruebas concretas suficientes como para dictar una condena de cadena perpetua, la ¨²nica previsible en este caso ante la magnitud del delito, ha sido se?alada porjuristas, psic¨®logos y crimin¨®logos. El voto en contra de los dos expertos del tribunal refleja, pues, estas dudas razonables desde el punto de vista estrictamente t¨¦cnico.
Todo lleva a pensar que el pesado lastre que constituyen los antecedentes delictivos de Petersson jugaron un papel decisivo en el veredicto final.
Dificilmente un acusado sin tales antecedentes hubiera sido condenado con estas pruebas. De la misma manera, cabe decir que la absoluci¨®n del acusado no hubiera despejado inequ¨ªvocamente las sospechas de su culpabilidad.
Si subyacente en toda esta etapa final estuvo el deseo de restaurar la maltrecha imagen del pa¨ªs y encausar la investigaci¨®n por la poco cre¨ªble, aunque no imposible, v¨ªa del loco suelto, que descartaba la m¨¢s inc¨®moda de un crimen de inspiraci¨®n pol¨ªtica, meticulosamente planeado y ejecutado, tampoco el veredicto lograr¨¢ esos objetivos.
No s¨®lo seguir¨¢ con renovados br¨ªos la pol¨¦mica que nunca ha cesado en estos tres a?os y cinco meses, sino que la apelaci¨®n anunciada por el abogado defensor mantendr¨¢ todav¨ªa una cuota de incertidumbre. El caso no est¨¢ cerrado.
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