'Rai', la bomba at¨®mica musical del Magreb
Una subversiva mezcla de 'rock', 'funk' y 'reggae' se difunde entre los j¨®venes
Una nueva y vigorosa fiebre consume a los j¨®venes del Magreb y les impulsa a agitarse r¨ªtmica y desvergonzadamente. Se llama rai y es tanto una m¨²sica como una bandera alzada a favor de una vida m¨¢s libre, m¨¢s justa y, sobre todo, m¨¢s divertida. En The Herald Tribune, Mike Zwerin ha definido el rai como "una especie de blues ¨¢rabe que combina las tradicionales estructuras norteafricanas con rock, funk y reggae". Jean-Fran?ois Bizot, en Actuel, ha sido quiz¨¢,m¨¢s preciso: "Es como un pescado que quisieras atrapar con las manos enjabonadas".
Como el jazz en Nueva Orleans, el reggae en Jamaica y el flamenco en Andaluc¨ªa, el rai naci¨® en Or¨¢n a partir de historias aut¨¦nticas cantadas por aficionados en bodas, romer¨ªas, fiestas populares y bares con barras de zinc. La capital occidental de Argelia estaba predestinada a ese alumbramiento. Una secular promiscuidad de bereberes, ¨¢rabes, jud¨ªos, espa?oles, turcos y franceses, la hab¨ªa convertido en la ciudad m¨¢s liberal del pa¨ªs. En el momento de la independencia, Or¨¢n era una paella de contrabando, kif, magia negra, vino tinto y anisados, sazonada con pluriling¨¹ismo y tolerancia.El rai -en la lengua del Cor¨¢n, opini¨®n o punto de vista- es heredero de esa tradici¨®n e hijo rebelde de la Argelia moderna, la que durante los ¨²ltimos cinco lustros ha sido regida por un sistema de partido ¨²nico, econom¨ªa socialista y rigorismo isl¨¢mico. A comienzos de la d¨¦cada de los ochenta, como una espont¨¢nea reacci¨®n cultural contra tales estrecheces, los j¨®venes de Or¨¢n a?adieron bater¨ªas, ¨®rganos electr¨®nicos y sintetizadores a las flautas, panderos y darbukas de la m¨²sica tradicional magreb¨ª; cogieron del flamenco, el reggae y el funk lo que les iba gustando; inventaron letras provocativas y obscenas, y crearon as¨ª lo que Mike Zwerin ha llamado "la primera m¨²sica ¨¢rabe de dimensi¨®n mundial".
Inmediatamente rechazado por el poder, los intelectuales de la oposici¨®n liberal o marxista y los integristas isl¨¢micos, que coincidieron en calificarla de una vulgaridad para borrachos, degenerados y gamberros, el rai conquist¨® con no menos velocidad muchos corazones j¨®venes de los centros urbanos de Argelia y Marruecos. Desde el norte de Africa salt¨® pronto a Europa, a trav¨¦s de los beurs, los magreb¨ªes nacidos en Francia. El primer festival internacional de rai se celebr¨® en 1986 en el suburbio parisiense de Bobigny.
La mayor¨ªa de las estrellas del rai se colocan el apodo de cheb delante de sus nombres propios: Cheb Khaled, Cheb Kader, Cheb Huari, Cheb Hasni, Cheb Mami, Cheb Mimun... Cheb significa chaval y es lo opuesto a chej, jeque, se?or y jefe venerable. Denominarse cheb es ya una manera de marcar distancias.
Alcohol y frustraci¨®n
La m¨²sica rai es c¨¢lida, h¨²meda y pre?ada de deseos como las noches norteafricanas, y como ellas, es oscura, opaca y de dificil aprehensi¨®n para el occidental. Arranca con un largo lamento l¨ªrico muy flamenco y luego, al ritmo de los tambores, comienza a estirarse como una serpiente, para terminar convirti¨¦ndose en una letan¨ªa acelerada muy bailable. El rai se canta en ¨¢rabe dialectal magreb¨ª y sus dos grandes temas son el alcohol y la frustraci¨®n sexual. Cheb Zahuani dice en una de sus piezas: "No bebemos, nos emborrachamos; no cantamos, chillamos". En febrero de 1988, Cheb Khaled, el Elvis Presley de Or¨¢n, termin¨® un concierto en Par¨ªs con el blasfemo estribillo: "Al¨¢, ?por qu¨¦ eres impotente para impedirme beber?".
Ese discurso es profundamente subversivo en una sociedad musulmana, y, de hecho, el rai ha estado prohibido en la radio y televisi¨®n argelinas y m¨¢s o menos perseguido oficialmente hasta hace apenas tres a?os. Incluso cuando ya hab¨ªa adquirido una cierta notoriedad en Argelia y entre los emigrantes en Francia, las autoridades argelinas segu¨ªan neg¨¢ndose a entregarle un pasaporte al mism¨ªsimo Cheb Khaled, al que ahora, sin embargo, intentan recuperar como una gloria nacional. La r¨¢pida difusi¨®n del rai se ha efectuado fundamentalmente a partir de casetes piratas de mal¨ªsima calidad de sonido.
Chaba Fadela es la gran int¨¦rprete femenina de la nueva m¨²sica. De Chaba Fadela se cuenta que, siendo casi una ni?a, dio a luz un hijo. Para salvar el honor de su familia, tuvo que abandonarlo en seguida y desde entonces la joven canta indefinidamente su desesperaci¨®n. La dificultad para que chicos y chicas sostengan relaciones desahogadas, la espera interminable del encuentro con el otro sexo, acompa?an inevitablemente a la bebida en las letras de los cantantes masculinos y femeninos de rai. En el Magreb, una mujer que se viste a la moda europea, se maquilla y se deja ver por los caf¨¦s y las escas¨ªsimas discotecas, sigue siendo todav¨ªa una chica f¨¢cil.
La penetraci¨®n del rai en Europa tiene una s¨®lida cabeza de puente en Cheb Kader, un joven marroqu¨ª que vive en Par¨ªs. Sus temas son los beurs: el paro juvenil, el racismo, la violencia policial, pero tambi¨¦n el amor, el optimismo y el ¨¦xito.
En las discotecas de Barb¨¦s, Cheb Kader canta con un endiablado ritmo funky: "Ayer alguien me dijo: 'Vuelve a tu pa¨ªs'. Mi coraz¨®n se apret¨®. Mi coraz¨®n sangr¨®. ?No tenemos derecho a vivir aqu¨ª?". Los chavales y las chavalas responden: "Ah rai", es decir, "s¨ª", y siguen bailando tan contentos.
El 70% de la poblaci¨®n del Magreb tiene menos de 30 a?os y la incontrolable tasa de crecimiento demogr¨¢fico de la regi¨®n acent¨²a cada d¨ªa m¨¢s este fen¨®meno. Jean-Fran?ois Bizot ha resumido muy bien la situaci¨®n: "En el a?o 2000 habr¨¢ 30 millones de j¨®venes magreb¨ªes. ?Qu¨¦ ser¨¢n? ?Integristas o rai?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.