Una buena noche de teatro con virtudes y defectos
El escenario y la climatolog¨ªa de Montju?c jugaron a favor del montaje de Vitez. Sin los amenazadores bufidos del mistral que se escucharon en la Cour d'Honneur del Palacio de los Papas de Avi?¨®n (v¨¦ase EL PA?S del 14 de julio); con un escenario que arropa mejor la escenograf¨ªa de Yannis Kokkos y acerca m¨¢s los espectadores al espect¨¢culo, La C¨¦lestine sensiblemente en el Grec. A ello hay que a?adir el recorte de media hora que el director ha tenido el acierto de operar en el texto: las cuatro horas de Avi?¨®n han quedado reducidas a tres horas y media.Pese a las mejoras, la impresi¨®n que me produjo el montaje en el Grec confirma mi primera opinion, a ra¨ªz de su estreno en Avi?¨®n. Junto a la indiscutible seducci¨®n de Jeanne Moreau, esa "puta vieja" carece de grandeza demoniaca: su invocaci¨®n, sus amenazas a Plut¨®n, asemejan m¨¢s a un juego que otra cosa. La actriz se apoya demasiado en el texto, busc¨¢ndole una trascendencia que no siempre tiene, e imponiendo un ritmo que frena el espect¨¢culo. Uno le agradece infinitamente a Vitez que haya escogido a Jeanne Moreau para ser Celestina. Porque a trav¨¦s de los recuerdos que uno tiene de la actriz puede imaginar lo que es esa Celestina. La imaginaci¨®n es un residuo de los recuerdos, dec¨ªa Alain. Pero cuando Jeanne Moreau le dice a Parmeno, "imag¨ªnate qu¨¦ vida ser¨ªa la nuestra...", Ia voz de la actriz, su entonaci¨®n, queda muy lejos de mis recuerdos de la Jeanne de Jules et Jim o de El diario de una camarera.
La Celestine
De Fernardo de Rojas, versi¨®n francesa de Florence Delay. Producci¨®n del Th¨¦?tre National de l'Od¨¦on con la colaboraci¨®n de la Com¨¦die Fran?aise.Direcci¨®n: Antoine Vitez. Barcelona. Teatre Grec, 28 de julio.
Vitez vio La Celestina en 1943, en Par¨ªs, durante la ocupaci¨®n nazi, y el papel de la alcahueta lo interpretaba Marcelle G¨¦niat. Vitez ten¨ªa 12 a?os y confiesa haberse impresionado. El montaje fue un ¨¦xito, dice: era una bofetada a la mojigater¨ªa del Gobierno de Vichy. La primera Celestina que yo vi fue en el Eslava de Mabrid, en 1957. La versi¨®n era de P¨¦rez de la Osa, dirig¨ªa Escobar y Celestina era la L¨®pez Heredia. No era, claro, no pod¨ªa serlo, ninguna bofetada. Y el montaje, en pelotas, de Facio, en 1984. menos que eso: fue un chiste. Tal vez alg¨²n d¨ªa tengamos la suerte de poder ver y escuchar, sobre todo escuchar, La Celestina completa; esa Celestina que fue escrita para ser precisamente le¨ªda en un peque?o cen¨¢culo. Mientras, hemos tenido la suerte de ver esa interesante aproximaci¨®n de Vitez, y hemos vivido, con todas sus virtudes y todos sus defectos, una espl¨¦ndida noche de teatro.
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