La hora de Rafsanyani
ELEGIDO EL pasado viernes, por abrumadora mayor¨ªa, cuarto presidente de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n, Hachemi Rafsanyani se enfrenta a la ardua tarea de iniciar y culminar con ¨¦xito una reforma pol¨ªtica, econ¨®mica y militar que sea capaz de perpetuar el r¨¦gimen isl¨¢mico creado por el ayatol¨¢ Jomeini, una vez desaparecido el factor aglutinante que representaba el carisma extraordinario de que ¨¦ste gozaba, y cuando van a pesar de modo decisivo en la vida nacional el descontento de la poblaci¨®n por la deficiente situaci¨®n econ¨®mica y las tendencias disgregadoras entre los diversos grupos que han ocupado posiciones de poder en los ¨²ltimos a?os.Esta misma coyuntura obliga a la Rep¨²blica Isl¨¢mica iran¨ª a intentar una v¨ªa reformista: cegar toda posibilidad de apertura desde dentro se traducir¨ªa en una dictadura teocr¨¢tica de problem¨¢tico futuro sin Jomeini. A la vez, la reforma implica serios riesgos y puede escaparse de las manos de sus mentores, por mor del apremio, de las dificultades y del volumen de los cambios a introducir. Todo ello subraya la importancia del acceso a la presidencia de la Rep¨²blica de Hachemi Rafsanyani, con poderes ejecutivos de hecho y de derecho muy reforzados, y con la meta crucial de pilotar desde dentro del r¨¦gimen un proceso de reforma que lo transforme en grado suficiente para reducir la oposici¨®n y dar la sensaci¨®n de que ya es otra cosa, pero sin dejar de ser lo que es. Una especie de Gatopardo en clave isl¨¢mica.
El problema de fondo es que la reforma no ser¨¢ viable sin un m¨ªnimo de democratizaci¨®n en la pol¨ªtica y en las costumbres. La inc¨®gnita reside en saber si el islam shi¨ª posjomeinista es capaz de emprender por s¨ª mismo la democratizaci¨®n, o bien si ¨¦sta ¨²nicamente puede llegarle desde abajo y desde fuera, de sus rivales de la oposici¨®n. ?ste es el reto. Rafsanyani ha mostrado desde la presidencia del Parlamento, desde la jefatura de las fuerzas armadas y desde la posici¨®n peculiar que ha ocupado, de modo informal, como interlocutor ¨²nico del r¨¦gimen ante Occidente y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que cuadrar los c¨ªrculos pol¨ªticos es una de sus especialidades. Esta cualidad de Raf?sanyani para mantener en escenarios antag¨®nicos actuaciones tan distintas -pero integradas-, le va a resultar imprescindible para acometer el problema que le plantea hoy el desacuerdo entre las fuerzas armadas regulares y los Guardianes de la Revoluci¨®n, surgido como consecuencia del desenlace de la guerra iranoiraqu¨ª. Al r¨¦gimen iran¨ª le resulta muy da?ina tanto la profunda desafecci¨®n de las fuerzas armadas regulares, diezmadas por el exilio, la desmoralizaci¨®n tras la guerra y las purgas pol¨ªticas, como el alto grado de autonom¨ªa pol¨ªtica -de descontrol pol¨ªtico- que ha adquirido la columna vertebral armada del r¨¦gimen, los Guardianes de la Revoluci¨®n.
Pero el asunto m¨¢s delicado para el nuevo presidente es el de reconstruir el pa¨ªs con el apoyo del pueblo iran¨ª, hoy sumido en un escepticismo que la ausencia del ideal martirol¨®gico encarnado por Jomeini s¨®lo puede acrecentar. El des abastecimiento y la carest¨ªa de art¨ªculos alimenticios como el arroz y la carne crean un malestar creciente. Ya en la ¨²ltima fase de la vida de Jomeini, los obreros del petr¨®leo, pulm¨®n econ¨®mico casi ¨²nico del pa¨ªs, fueron a la huelga general. Ello augura una agudizaci¨®n de la conflictividad social y pol¨ªtica que podr¨ªa ser aprovechada por la oposici¨®n muyahidin, comunista, fedayin o mon¨¢rquica para da?ar al r¨¦gimen y plantearse una estrategia enfilada a su derrocamiento.
Un aspecto de la situaci¨®n en Ir¨¢n sensibiliza de modo particular a la opini¨®n internacional: la rigidez represiva del r¨¦gimen, los presos pol¨ªticos que se cuentan por decenas de miles, el estado de los derechos humanos, con miles de ejecuciones cada a?o denunciadas por las organizaciones humanitarias. Rafsanyani necesita introducir cambios con urgencia en este terreno si quiere demostrar una voluntad de reforma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.