El enviado del Papa vuelve al miedo de Beirut
El arzobispo espa?ol Pablo Puente, nuevo nuncio en L¨ªbano, ha representado al Vaticano en 19 pa¨ªses
Ha vivido en el ¨²ltimo cuarto de siglo en 19 pa¨ªses de Europa, Am¨¦rica Latina, Asia y ?frica, siempre sirviendo a los intereses de la diplomacia vaticana. Bajo su casa, en Colindres (Cantabria), donde naci¨® hace 58 a?os y donde ahora agota sus vacaciones anuales, el arzobispo Pablo Puente, el nuevo nuncio del Papa en L¨ªbano, puede contemplar un peque?o parque p¨²blico de vetustos pl¨¢tanos y hasta una barca, en manos de un calafate, aparcada en la acera de la calle, que, subraya, "a¨²n conserva el nombre del general¨ªsimo Franco".
Al otro lado de la peque?a casa de dos pisos en el que su padre, Pablo, de 87 a?os, ejerci¨® la medicina durante casi 60, proyectan su sombra bals¨¢micos limoneros en un peque?o jard¨ªn.De la casa paterna sali¨® un Pablo Puente adolescente a estudiar en Comillas, en cuya universidad se licenci¨® en Filosof¨ªa en 1952 y, cuatro a?os mas tarde, en Teolog¨ªa. Ordenado sacerdote, marcha a Roma y se hace doctor en Derecho en 1962. Es entonces cuando se le invita a ingresar en la Academia Diplom¨¢tica del Vaticano.
Culminados sus estudios, comienza a ejercer una larga sucesi¨®n de destinos por todo el mundo en una carrera que, 27 a?os despu¨¦s, le conduce a L¨ªbano. Como secretario de la nunciatura de la Rep¨²blica Dominicana y Puerto Rico, vive cinco a?os y medio en Santo Domingo, coincidiendo con una turbulenta ¨¦poca de golpes de Estado que culminan en una guerra civil. Siendo auditor, equivalente a primer secretario, pasa por la nunciatura de Kenia por tres a?os. A lo largo de un bienio act¨²a como encargado de negocios en Tanzania, hasta retornar a Roma como jefe de la secci¨®n de Lengua Espa?ola; tres a?os despu¨¦s reside en L¨ªbano como consejero de la nunciatura, y luego en Damasco. Tras cinco a?os como nuncio apost¨®lico en Yakarta (Indonesia), vuelve a ?frica para vivir el ¨²ltimo trienio como representante diplom¨¢tico del Vaticano en Senegal, Guinea-Bissau, Cabo Verde y Mafi. Habla ingl¨¦s, franc¨¦s, italiano y portugu¨¦s.
El pasado d¨ªa 5 de julio, apenas iniciadas las vacaciones, recibi¨® en la casa paterna una llamada de la Secretar¨ªa de Estado del Vaticano. "Que su Santidad", le dijeron, "desea saber si acepta desempe?ar la nunciatura en L¨ªbano", quer¨ªa saberse en Roma. "Como es habitual", puntualiza, "ped¨ª un d¨ªa para pensarlo y decidir, y a la ma?ana siguiente les llam¨¦ para transmitir mi respuesta afirmabva".
La 'batalla de los hoteles'
Entre 1973 y 1977, despu¨¦s de haber representado al Vaticano en numerosos pa¨ªses, incluida, Yugoslavia, Pablo Puente permaneci¨® en L¨ªbano como consejero de la nunciatura. El gigantesco polvor¨ªn siempre ardiendo en que aquel pa¨ªs se ha convertido pod¨ªa insinuarse ya por entonces. Se combat¨ªa sangrientamente en las calles de Beirut en el curso de una batalla que habr¨ªa de pasar a la historia del conflicto como la batalla de los hoteles.
"Recuerdo haber sentido miedo por primera vez una noche en la sede de la nunciatura, de la que yo era secretario. Se trata de una experiencia que merece la pena vivirse; es algo as¨ª como una angustia irracional que desaparece si se logra racionalizar. As¨ª que en el interior de aquel edificio envuelto por el eco horr¨ªsono de las explosiones cercanas logr¨¦ incluso conciliar el sue?o en alg¨²n momento de aquella noche inacabable. En Beirut no se conoc¨ªan por entonces las granadas antitanques, as¨ª que yo me desplac¨¦ muchas veces en estos veh¨ªculos acorazados del Ej¨¦rcito para ir al aeropuerto o subir a la casa residencial que ten¨ªamos en el monte". Tres a?os de convivencia con ellos permiten hoy a Pablo Puente valorar como muy profundo el sentido religioso de cristianos y musulmanes libaneses y creer que tan s¨®lidas convicciones son grandes resortes para alcanzar la pacificaci¨®n. "No existe", dice, "el dios de la guerra ni el dios de la bomba, la venganza o el asesinato, y s¨ª el Dios verdadero, el de todos, un Dios de paz, fraternidad y libertad".
No desea comparar el sentimiento religioso de los libaneses con el de los espa?oles. "S¨®lo vengo un mes al a?o", dice, "y desconozco la realidad de la sociedad de mi pa¨ªs, aunque tengo la impresi¨®n de que aqu¨ª, como en tantos otros pa¨ªses de Occidente, ha habido una profunda crisis en las creencias del pueblo".
Experiencia de guerra
Pablo Puente se vio sorprendido, un d¨ªa de 1963, mientras desempe?aba la secretar¨ªa de la nunciatura apost¨®lica en Santo Domingo, por la invasi¨®n de los marines norteamericanos para hacer abortar una revuelta civil en favor del regreso del caudillo Juan Bosch. Fue all¨ª, luego confirmadas en otros lugares de Am¨¦rica Latina, donde tuvo las primeras impresiones transmitidas por el dolor y la necesidad del hombre, expresadas de forma concreta y directa. "No como se escribe en los libros", aclara. "Por primera vez tuve conciencia de la necesidad de salvar vidas humanas en medio de aquella guerra civil devoradora. Pero no espere, claro, que le facilite nombres ni le diga c¨®mo lo hice".
?frica, asegura, tambi¨¦n le marc¨®, por las ideas que l¨ªderes cristianos y no cristianos le transmitieron, convencidos de los valores espirituales que encierra aquel vasto continente.
"Fueron experiencias vividas en Mauritania, Tanzania, Kenia, Senegal y en otras naciones en las que permanec¨ª muchos a?os, que me descubrieron caracter¨ªsticas fundamentales de la filosofia africana, y sobre todo de la bant¨². Esos a?os contribuyeron a hacerme, culturalmente hablando, mucho m¨¢s universal. Tales conceptos me hicieron comprender la vida en una perspectiva m¨¢s amplia y rotunda".
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