El 'momento de gracia' de Mauricio Scaparro
La cr¨ªtica ensalza 'Las memorias de Adriano' como el mejor montaje del director
Mauricio Scaparro, de quien se rumorea que podr¨ªa abandonar pol¨¦micamente en estos d¨ªas la direcci¨®n del teatro de Roma, est¨¢ triunfando rotundamente con su idea, genial pero dificil¨ªsima, de representar en las ruinas de Villa Adriana de T¨ªvoli la obra de Marguerite Yourcenar Las memorias de Adriano. La cr¨ªtica ha sido un¨¢nime en considerar que esta obra, protagonizada por Giorgio Albertazzi, constituye el mayor "momento de gracia art¨ªstico-teatral de Scaparro". Albertazzi ha tenido que superar dif¨ªciles circunstancias al revelarse su participaci¨®n en un fusilamiento durante la II Guerra Mundial.
Cuando el espect¨¢culo, que empieza con la luz oro de la puesta del sol en lo que flieron las grandes termas de la villa del emperador Adriano, tras haber atravesado el p¨²blico los murallones del doble p¨®rtico y pasado bajo las antiguas ruir¨ªas, culmina bajo la luz de las estrellas sin luna, al borde de la gran piscina del Canopo, el aplauso cerrado de los 400 privilegiados espectadores, en un silencio sagrado, no se sabe si est¨¢ dirigido al genio del at¨ªpico emperador nacido en Espa?a, que con inteligencia griega devolvi¨® la paz a Roma y cuya presencia se advierte casi espiritualmente en la que fue su casa, o al de la escritora francesa Yourcenar, cuyo texto, sin glosa, resuena como golpes de cincel entre aquellas ruinas que inspiraron su obra, o al de Scaparro, que ha regalado al teatro un momento inmortal, e, al gran actor Albertazzi.
Retrato de una voz
Giorgio Albertazzi, por las circunstancias personales que est¨¢ viviendo, se ha superado a s¨ª mismo en una apretada y sufrida explosi¨®n de sinceridad art¨ªstica, y el joven pintor Pedro Cano ha vestido a los actores con los colores indefinibles del arte puro, que van desde el ocre de siena al salm¨®n pasando por el naranja y parecen arrancados de aquel fest¨ªn austero de recuerdos, bellezas antiqu¨ªsimas, meditaciones nocturnas y tragedias de un imperio dram¨¢tico y glorioso al mismo tiempo. Scaparro ha definido su representaci¨®n "Memorias de Adriano, retrato de una voz". La cr¨ªtica ha aplaudido su idea de haber usado s¨®lo extractos literales de la obra de Yourcenar, la cual ya se hab¨ªa negado a escribir su obra en forma teatral y dialogada por miedo, explic¨®, de que "se perdiera la voz de Adriano". Y de hecho el acierto de Scaparro ha sido el de respetar la estructura de "mon¨®logo meditativo". En la selecci¨®n de los textos que van como deshilando la historia de aquel emperador polifac¨¦tico, "amasijo de todos los sentimientos humanos y divinos", se puede percibir la idea de fondo de la escritora francesa, que hab¨ªa recogido de una p¨¢gina de Flaubert: "Cuando los dioses ya no exist¨ªan y Cristo a¨²n no hab¨ªa nacido, hubo un momento ¨²nico en el que existi¨® el hombre, solo".
Este hombre solo, con toda la carga de un ser que afronta pasiones y desalientos, ansias de poder y amor por la libertad, terror de la muerte y locura f¨ªsica por la belleza, feliz y nunca satisfecho al mismo tiempo, orgulloso y aplastado por la duda, es lo que cada espectador siente palpitar en la representaci¨®n de Scaparro. La trama la va desmadejando Albertazzi con un mon¨®logo en el que se cuenta a s¨ª mismo y que aparece en escena como lanzado por un misil invisible desde la oscuridad de las ruinas de las termas, en contraluz, vestido de blanco, cuando ya ha ca¨ªdo la noche y los cipreses y olivos de alrededor suman sus sombras a las del actor.
La gente no respira, porque Albertazzi habla sin micr¨®fono. Los murci¨¦lagos revolotean por encima de su cabeza e iluminados parecen de plata.
Pero la gran protagonista es la palabra, como hab¨ªa pretendido Scaparro. Una palabra pronunciada a veces en espa?ol por el actor catal¨¢n Jordi Godall, el Adriano joven, o en el canto de la sarda Maria Carta.
El mon¨®logo se alterna o se sobrepone a las hogueras que aparecen sugestivas entre las ruinas o a la alegr¨ªa de los bufones de corte que aparecen con sus m¨¢scaras originales y acompa?an en la segunda parte el paseo de los espectadores hasta las piscinas, atravesando, en plena noche, como en procesi¨®n una parte de las ruinas arqueol¨®gicas. All¨ª, sobre una plataforma colocada sobre las aguas, tiene lugar sobre todo el drama del amor de Adriano por el joven Antinoo, interpretado magistralmente sin palabras, con un largo y apasionado ballet, por el bailar¨ªn franco-vietnamita Eric Vu An, acompa?ado por la m¨²sica original¨ªsima, de tono oriental, de Gabriele Ducros y de Gregorio Paniagua.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.