El nacionalismo contra el internacionalismo
Uno de los fen¨®menos m¨¢s chocantes de la vida de los pa¨ªses del socialismo real son los brotes de sentimientos nacionalistas, chovinistas e incluso brutalmente racistas.?Es compatible este fen¨®meno con la doctrina del socialismo, vulgarmente denominada en los pa¨ªses del socialismo real marxismo-leninismo? La pregunta es, naturalmente, ret¨®rica, porque una de las bases fundamentales de esa doctrina es el internacionalismo. El proletariado, seg¨²n dec¨ªa el Manifiesto comunista de Marx y Engels, no tiene patria. Esa tesis dio origen a la consigna "Proletarios de todos los pa¨ªses, un¨ªos". El internacionalismo es una fuente de la fuerza del movimiento obrero. Ante sus s¨ªmbolos, como ante las im¨¢genes de un santo, sigue inclinando la cabeza la izquierda. Sin embargo, los pa¨ªses del socialismo real fomentan sin ambages un nacionalismo belicoso que se manifiesta a todos los niveles (en las relaciones entre nacionalidades de un mismo Estado y en las relaciones entre distintos pa¨ªses). Tampoco falta el racismo (el antisemitismo). Como el objetivo de estos art¨ªculos sobre el socialismo real es explicar la esencia de los fen¨®menos que se producen en los pa¨ªses que tienen ese r¨¦gimen, trataremos de profundizar la imagen que suele llegar a la conciencia del lector occidental como producto del sensacionalismo.
Pero, ?de verdad ocurren cosas de ese tipo? Recordaremos, algunos ejemplos para disiparlas dudas. Hubo tensiones entre: China y la URSS, China y Vietnam (con combates muy cruentos entre ej¨¦rcitos de pa¨ªses socialistas), entre Vietnam y Camboya. Muy tensas son las relaciones entre Hungr¨ªa y Rumania, y la poblaci¨®n h¨²ngara en ese segundo pa¨ªs est¨¢ siendo objeto de una gran presi¨®n.,Las costuras; del imperio sovi¨¦tico se deshacen como consecuencia de las tensiones entre distintas nacionalidades: Armenla, Azerbaiy¨¢n, Georgia, las rep¨²blicas b¨¢lticas, las rep¨²blicas centroasi¨¢ticas, Ucrania y no hablemos ya de los pa¨ªses sat¨¦lites encabezados por Polonia. Por suerte, existe el antisemitismo que une a todas las nacionalidades contra la jud¨ªa. Alguien podr¨ªa elogiar los logros democr¨¢ticos de la URSS que garantizan a una organizaci¨®n comuno-fascista como Pamiath (Recuerdo), que contin¨²a las tradiciones de la Centuria Negra, la posibilidad de actuar como organizaci¨®n de masas e incluso aterrorizar con sus grupos de choque a muchas figuras progresistas. Pero ser¨ªa m¨¢s correcto avergonzarse de que semejantes cosas ocurran 70 a?os despu¨¦s de la Revoluci¨®n de Octubre en el pa¨ªs que hizo esa revoluci¨®n. ?Tuvieron raz¨®n los que afirmaron ayer -como Hitler- y afirman hoy ,-como Pamiath- que aquella revoluci¨®n fue sencillamente "obra de los jud¨ªos"?
Pienso que estos pocos ejemplos son suficientes, aunque dejamos de lado el problema de los pa¨ªses socialistas honoris causa, sobre todo de ?frica, entre los que sobresale Etiop¨ªa con sus guerras contra Eritrea, Somalia, etc¨¦tera. La responsabilidad por lo que est¨¢ sucediendo en esos pa¨ªses recae sobre los mecenas que est¨¢n detr¨¢s de ellos. Sea como fuere, los pa¨ªses del socialismo real parecen sumergidos en un mar de sentimientos nacionalistas. ?Queda en ellos alg¨²n espacio para el internacionalismo? ?Existe ¨¦sa f¨®rmula hoy d¨ªa o ha pasado totalmente a la esfera de las consignas y de la verborrea?
Se plantea ineludiblemente una pregunta: por qu¨¦ est¨¢n as¨ª las cosas si lo que se persigui¨® y proclam¨® fue totalmente opuesto.
Es evidente que carecemos de una respuesta ¨²nica. En cada caso funcionan mecanismos generales, pero tambi¨¦n elementos espec¨ªficos relacionados estrechamente con la historia y la situaci¨®n de cada pa¨ªs y de cada naci¨®n.
Una de las causas generales es la alienaci¨®n de la revoluci¨®n. La revoluci¨®n es, como otros productos, obra del hombre y, como tal, en determinadas condiciones, cuando faltan los factores necesarios para su funcionamiento en la sociedad, empieza a independizarse de la voluntad de sus art¨ªfices e, inclusive, a desarrollarse de manera contraria a esa voluntad, poniendo en peligro incluso sus vidas. En el caso de la revoluci¨®n social, esas condiciones indispensables (aunque no suficientes) son los factores objetivos (econ¨®micos) y subjetivos (el consenso social). El consenso frente a la revoluci¨®n requiere la existencia de un sistema de democracia y libertad en el sentido amplio de estas palabras. Cuando esas circunstancias no se dan, la revoluci¨®n degenera. Uno de los s¨ªntomas de la alienaci¨®n es el nacionalismo. Cuando aparece se le puede combatir con las f¨®rmulas encantadas del internacionalismo, pero de nada servir¨ªa. La situaci¨®n objetiva, en vez de generar fraternidad entre los distintos grupos sociales, lo que genera es odio. Este fen¨®meno tiene cuatro grupos de causas: la actitud at¨¢vica hostil frente al extra?o, la aversi¨®n que puede transformarse en odio hacia el rival econ¨®mico o pol¨ªtico, el desprecio por la gente que vive en1a miseria en comparaci¨®n con la capa dominante, la cabeza de turco o chivo expiatorio, cuando el mal funcionamiento de la vida social requiere -como salida ¨²til para el poder- que se busquen responsables, preferentemente entre los extra?os.
?stas son las reglas generales del fen¨®meno que pueden combinarse entre s¨ª, pero tambi¨¦n, como ocurre en el caso de los pa¨ªses socialistas, pueden concurrir a la vez como resultado del pecado original: la realizaci¨®n de la revoluci¨®n socialista, a pesar de que no exist¨ªan las condiciones objetivas y subjetivas para ello. Hay que subrayar que Marx no tuvo la culpa de todo esto. Por el contrar¨ªo, su teor¨ªa prohib¨ªa semejante comportamiento. Fue, sin embargo, violada y su versi¨®n deformada, codificada con el nombre de marxismo-leninismo por Stal¨ªn. Esta constataci¨®n es importante, sobre todo ahora, cuando, ante la crisis de la ideolog¨ªa del socialismo, est¨¢ naciendo, precisarnente como producto de la conciencia de esa crisis, un nuevo movimiento internacional de la izquierda europea denominado Socialismo del Futuro, que inici¨® sus actividades en mayo de este a?o en Madrid.
Para poder entender mejor la crisis en que est¨¢ sumida actualmente la izquierda, hay que hacer una aclaraci¨®n adicional.
Mientras las opiniones te¨®ricas e ideol¨®gicas funcionan ¨²nicamente en la esfera intelectual, sus posibles deformaciones pueden ser f¨¢cilmente subsanadas por la v¨ªa de la discusi¨®n. Sin embargo, cuando forman parte de la pr¨¢ctica y se produce la fusi¨®n de los intereses del Estado -m¨¢s a¨²n si se trata de una gran potencia- con la ideolog¨ªa, esta ¨²ltima es subordinada a los intereses del Estado. Lo mismo sucede con el asunto del nacionalismo y del internacionalismo, cuando es puesto al servicio de la pol¨ªtica de una superpotencia. Por muy diversas razones, que requerir¨ªan un profundo estudio, eso es lo que ha sucedido con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, acarreando consecuencias nefastas tanto para los ideales revolucionarios que representa como para el movimiento internacional de izquierda, que necesitar¨¢ mucho tiempo para superar los efectos de la crisis que vive.
Cierro este an¨¢lisis con una informaci¨®n poco conocida en Occidente, que arroja cierta luz sobre los problemas que aqu¨ª se han tratado.
En los a?os veinte del siglo XIX, un grupo de j¨®venes oficiales rusos de origen aristocr¨¢tico fund¨® una organizaci¨®n revolucionaria que persegu¨ªa la liberaci¨®n de los siervos y la instauraci¨®n de una democracia constitucional. La conspiraci¨®n fue descubierta y sus participantes fueron a parar a Siberia. La mayor¨ªa pereci¨® all¨ª. La organizaci¨®n se llam¨® Los Decembristas, y uno de sus dirigentes fue Mijail Lunin, ayudante del gran duque Constantin. Muri¨® en el destierro. En los a?os veinte estuvo en Par¨ªs y en los salones de la residencia de la se?ora baronesa Roger se encontr¨® con Saint Simon. Lunin hizo unas notas de la conversaci¨®n que sostuvo con Saint Simon, que llegaron hasta nuestros d¨ªas al conservarse en sus papeles. Quiero citar un fragmento y utilizarlo como conclusi¨®n de este an¨¢lisis: "Desde los tiempos de Pedro el Grande", dijo Saint Simon, "ensanch¨¢is cada vez m¨¢s vuestras fronteras, pero os vais a perder en ese espacio que no puede ser indiferente. Roma tambi¨¦n sucumbi¨® como consecuencia de sus triunfos ( ... )". Ojal¨¢ esas palabras no sean una profec¨ªa.
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