"No me bast¨® el orden perfecto"
S¨¢bato cuenta c¨®mo, en la etapa en que trabajaba como cient¨ªfico en los laboratorios Curie, durante el d¨ªa estaba con f¨ªsicos nucleares y de noche iba al D?me parisiense a encontrarse con los surrealistas. Aquello le produjo una sensaci¨®n casi esquizofr¨¦nica: "Era como Doctor Jeckyll and Mister Hyde. O como si una buena ama de casa por la noche ejerciera la prostituci¨®n... ".De nuevo surge su dualismo como cient¨ªfico y como intelectual: "Un teorema es l¨ªmpido, plat¨®nico, perfecto. Imag¨ªnese que en ese universo entre de pronto un sujeto con los zapatos llenos de esti¨¦rcol. En todo caso, es aceptable que un matem¨¢tico escriba ensayos, que son m¨¢s aseados que las ficciones... O que los sue?os. Qu¨¦ hubiera sucedido si el se?or Kant hubiese tenido la ocurrencia de publicar sus sue?os. Qu¨¦ horror...".
Pero su afici¨®n por la creaci¨®n literaria no le viene de su cansancio por la ciencia, sino de la infancia: "Escrib¨ªa cositas, claro. Ya antes de terminar mi doctorado en La Plata ten¨ªa el prop¨®sito de abandonar la ciencia para siempre, y en ese ¨¢nimo llegu¨¦ al Par¨ªs de anteguerra. All¨ª mi decisi¨®n se fortaleci¨® por varios motivos, incluyendo la sensaci¨®n que ten¨ªa de haber llegado la ciencia f¨ªsico-matem¨¢tica a un punto mortal para el hombre".
S¨¢bato se recrea en esa ¨¦poca: "Fue precisamente por aquellos d¨ªas que se produjo la fisi¨®n del ¨¢tomo de uranio, y todos los laboratorios del mundo, y sobre todo el Curie, fueron sacudidos. Se iniciaba la m¨¢s sensacional haza?a de todos los tiempos, pero tambi¨¦n la m¨¢s peligrosa, y, en mi opini¨®n, la m¨¢s siniestra. Pens¨¦ que era el preanuncio de una suerte de apocalipsis. Varios a?os despu¨¦s, cuando efectivamente se invent¨® la bomba at¨®mica y, sobre todo, cuando se la hizo estallar sobre dos ciudades japonesas -uno de los hechos m¨¢s abominables en la historia de la humanidad-, fueron varios los f¨ªsicos y matem¨¢ticos que abandonaron la ciencia o se sintieron culpables. El gran Oppenheimer, Szylard, que abandon¨® la f¨ªsica, 'ciencia de muerte, por la biolog¨ªa, ciencia de vida', y as¨ª otros. De todas maneras, no fue el caso m¨ªo, que era apenas un principiante. Yo me hab¨ªa precipitado en la matem¨¢tica en ¨¦pocas de gran crisis espiritual, cuando todo pareci¨® ven¨ªrseme abajo, buscando un orden perfecto. Luego comprend¨ª que ese orden plat¨®nico, ese hermoso orden plat¨®nico, no me bastaba, porque era el hombre en su complejidad camal el que me interesaba por encima de todo. De ah¨ª lo de la literatura".
Babelia
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