El fin de la 'contra'
LA DECLARACI?N de Tela, firmada por los cinco presidentes centroamericanos tras arduas negociaciones en las que la amenaza de una ruptura estuvo presente hasta el ¨²ltimo minuto, traza un plan de "desmovilizaci¨®n, repatriaci¨®n y ubicaci¨®n voluntarias" de los rebeldes antisandinistas -actualmente, unos 6.000 hombres concentrados en Honduras- que conduce a la liquidaci¨®n de esa fuerza militar, creada y mantenida por Estados Unidos como pieza esencial de una pol¨ªtica enfilada a eliminar el r¨¦gimen de Managua. La principal novedad de esa declaraci¨®n, compar¨¢ndola con lo acordado en febrero pasado por los mismos presidentes en Costa del Sol (Salvador), es que fija procedimientos y plazos concretos para la desmovilizaci¨®n. Una comisi¨®n internacional de aplicaci¨®n y verificaci¨®n -que debe crearse en el plazo de un mes por la ONU y la OEA- desempe?ar¨¢ un papel decisivo para llevar a cabo el desmantelamiento de la contra y para que sus miembros retornen a Nicaragua o puedan trasladarse a otro pa¨ªs si lo desean.El plazo de cuatro meses fijado en Tela para ese desmantelamiento tiene un significado pol¨ªtico importante. Es un ¨¦xito para los sandinistas, que siempre han exigido la disoluci¨®n de la contra antes de las elecciones fijadas para el pr¨®ximo 25 de febrero. Y m¨¢s bien una derrota para la Administraci¨®n norteamericana, que, con una ayuda humanitaria de 50 millones de d¨®lares votada por el Congreso, pretend¨ªa mantener la contra como arma de presi¨®n sobre Managua hasta despu¨¦s de las elecciones. Sin embargo, hay en los acuerdos de Tela tales ambig¨¹edades que cabe pensar en el surgimiento de complicaciones, a la hora de su aplicaci¨®n, susceptibles de provocar retrasos en el proceso de disoluci¨®n de los grupos armados antisandinistas. Es, con todo, un aspecto de s¨®lo relativa importancia: la contra ya no cuenta en el plano militar. Hoy es decisiva la vertiente pol¨ªtica. Y en ese plano, los resultados positivos obtenidos en Tela se deben en gran medida al acuerdo que previamente hab¨ªa firmado Daniel Ortega con 20 organizaciones no sandinistas para establecer las bases de una consulta verdaderamente democr¨¢tica. Acuerdo en el que se plasman serias concesiones del Gobierno para permitir la acci¨®n de los partidos opositores. Una vez concluido en Managua tal acuerdo, dif¨ªcilmente pod¨ªan negarse a disolver la contra incluso los presidentes centroamericanos m¨¢s reticentes ante el sandinismo.
Ello no significa, sin embargo, que EE UU haya sufrido una derrota completa como consecuencia de la Declaraci¨®n de Tela de los presidentes centroamericanos, varios de los cuales tienen con Washington relaciones de dependencia escasamente disimuladas. Salta a la vista que el r¨¦gimen sandinista ha sufrido, en el proceso de aproximaci¨®n a una soluci¨®n pac¨ªfica, un cambio profundo de su naturaleza misma. Es obvio que se ha alejado mucho del primitivo modelo castrista en que se inspir¨®. De las elecciones de 1990, incluso si los sandinistas obtuviesen el primer puesto -como piensan muchos-, va a salir un r¨¦gimen renovado que no podr¨¢ abandonar los pasos sustanciales dados hacia la Instauraci¨®n del pluralismo y de las libertades pol¨ªticas, del juego de partidos y del respeto de las urnas. Estados Unidos -siempre ha proclamado que tal era el objetivo de su pol¨ªtica en Centroam¨¦rica; por tanto, un presidente como Bush, que inicia una etapa en la Casa Blanca, deber¨ªa encontrar en ese proceso motivos de satisfacci¨®n.
En cambio, y es sin duda la raz¨®n de fondo del disgusto de Washington, un fen¨®meno nuevo empieza a manifestarse en reuniones como la de Honduras: la voluntad pol¨ªtica de resolver los problemas de la regi¨®n en un marco de autonom¨ªa. Esa corriente, que se plasma en los esfuerzos por crear el parlamento centroamericano, tiende a romper la tradici¨®n que justificaba el calificativo de "patio interior" utilizado para designar a Centroam¨¦rica en las orillas del Potomac. Una de las causas de esta evoluci¨®n -y no la menos importante- es la pol¨ªtica desastrosa realizada por Reagan. La estrategia del gran bast¨®n -eso ha sido en s¨ªntesis la contra- ha tenido efectos de bumer¨¢n para EE UU.
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