La contribuci¨®n de Albiac
Pobre Gabriel Albiac. Primero, una de las m¨¢s brillantes plumas de la intelectualidad espa?ola califica de "I¨¢grimas de cocodrilo" su lamento por la matanza de Tiananmen. Luego, Rosa Montero le reprocha su ya popular adjetivaci¨®n -"sucia bestia asesina"- dirigida a Fidel Castro, tras los fusilamientos de los militares (supuestamente) narcotraficantes, porque... ?no ha dirigido un insulto semejante a las autoridades americanas que autorizan ejecuciones de adolescentes y subnormales! Finalmente, una serie de m¨¢s o menos disciplinados corresponsales voluntarios le retiran la credencial de intelectual org¨¢nico de la izquierda eterna y aut¨¦ntica, para incluirlo decididamente en la lista de la "comidilla de seudointelectuales que pueblan nuestros pa¨ªs".Personalmente, he admirado en Gabriel Albiac su trabajo de investigador en historia de la filosofia (mejor conocido el dedicado a Spinoza, menos el centrado en Pascal, aunque igualmente valioso) y su coherencia personal de luchador en las filas de la izquierda radical, aun cuando en ocasiones haya discrepado de algunos de sus an¨¢lisis y posicionamieritos, en particular en lo relativo a la valoraci¨®n del papel del terrorismo o la lucha armada en las sociedades democr¨¢ticas capitalistas. No me sorprende que ahora sea blanco de los ataques de unos y otros.
La quiebra definitiva del socialismo real est¨¢ siendo aprovechada por muchos como si de una contrastaci¨®n emp¨ªrica de la superioridad del sistema democr¨¢tico-capitalista se tratara. Creo, por el contrario, que s¨®lo prueba la quiebra de aquel modelo, no la val¨ªa de ¨¦ste. Acepto que es un error analizar este fen¨®meno mediante el vano Intento de "salvar las esencias". Lo ¨²til no es decir: el marxismo sigue vivo porque aquello no era Marx. Lo ¨²til es precisamente descubrir qu¨¦ hab¨ªa de Marx y de marxismo en las aberraciones del socialismo de Estado. Pero no para entonar el canto de alabanza de la democracia real, como si la desigualdad econ¨®mica y la explotac¨ª¨®n del hombre por el hombre fuesen mera oquedad ret¨®rica. La contribuci¨®n de Albiac, aun en el plano m¨¢s emocional que anal¨ªtico en que se ha iniciado, elude esas dos v¨ªas; por ello disgusta a unos y otros.
Opino, sin embargo, que ¨¦se es el ¨²nico camino valioso. De los dogm¨¢ticos no cabe esperar otra cosa que la pasional autoconfirmaci¨®n de sus autoevidencias. Esperaba encontrar, en cambio, en otros contribuciones m¨¢s rigurosas. Entre quienes a¨²n se aferran a la santificaci¨®n esclerotizada de los vicios dogmas, y quienes vuelven sus rostros a la aceptaci¨®n, entre resignada y aliviada, del para¨ªso capitalista, el pensamiento del hombre rebelde (Camus dixit) debe seguir buscando su voz. En esa b¨²squeda, pienso, deber¨ªan sobrar condiciones ("s¨®lo pueden criticar a A quienes antes criticaron a B") y
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descalificaciones demag¨®gicas ("un funcionario de Estado queda deslegitimado para la cr¨ªtica radical del aparato de Estado").- M. V. Freire.
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