Manuela Carmena: "Hay que vaciar las c¨¢rceles"
La juez de vigilancia penitenciaria quiere que en las prisiones s¨®lo est¨¦n los presos que caben seg¨²n la ley
A sus 45 a?os, la juez Manuela Carmena -casada, con una hija de 20 a?os y un hijo de 12- acaba de regresar de una excursi¨®n en bicicleta por el norte de Holanda, durmiendo en tienda de campa?a y haci¨¦ndose algunos d¨ªas hasta 70 kil¨®metros a golpe de pedal. Carmena es, desde hace unos meses, la juez de vigilancia penitenciaria n¨²mero 1 de Madrid, bajo cuya jurisdicci¨®n hay unos 2.800 reclusos, y ha llegado a la conclusi¨®n de que las c¨¢rceles "hay que vaciarlas" y dejar en ellas s¨®lo los presos que puedan ser tratados como la ley exige.
En concreto, considera legalmente necesario dejar la c¨¢rcel de Carabanchel, que cuenta con 2.500 internos, en s¨®lo 800. A quienes la llaman "visionaria", Manuela Carmena contesta con estas palabras de Concepci¨®n Arenal, publicadas en 1891 en El visitador del preso: "Un arma m¨¢s c¨®moda que noble se emplea para desacreditar determinadas posturas. Esta arma.es la calificaci¨®n de visionarios, calificaci¨®n que al parecer ofende poco pero que desacredita mucho y no obliga a probar nada". Manuela Carmena cree que los colegios deben visitar las c¨¢rceles, para que dejen de ser guetos, y que la alternativa est¨¢ en los barrios, en donde las coordinadoras o determinadas asociaciones religiosas est¨¢n supliendo a la Administraci¨®n. Asegura que la ley no se cumple y que nadie cree en la reinserci¨®n, y dice que "mientras la derecha pide la pena de muerte o la cadena perpetua, la izquierda se conforma con mantener a los delincuentes en la c¨¢rcel". Carmena era titular del despacho de abogados donde en enero de 1977 un grupo de ultraderechistas perpetr¨® la llamada matanza de Atocha, de la que se libr¨® por casualidad.Pregunta. Si usted supiera que uno de los condenados por la matanza de Atocha cumple los requisitos para obtener un permiso de salida, ?le temblar¨ªa la mano para autorizarlo?
Respuesta. Pues no. Sentir¨ªa la satisfacci¨®n de que quien cometi¨® un delito de esas caracter¨ªsticas se hubiera convertido en alguien incapaz de repetirlo.
P. Los permisos se conciben en la ley como una consecuencia del tratamiento. ?Pero hay realmente tratamiento reeducador en las c¨¢rceles?
R. ?se es el terrible y definitivo problema de las c¨¢rceles, que no existe ese tratamiento.
P. ?Qu¨¦ hay que hacer para que las c¨¢rceles sean ¨²tiles?
R. La apreciaci¨®n de que la c¨¢rcel no es ¨²til es una conquista intelectual del siglo XX. Lo llamativo es que las c¨¢rcelesest¨¢n atestadas, en gran parte debido a que no funcionan otras instituciones. Por ejemplo, en nuestra legislaci¨®n penitenciaria est¨¢ previsto el tercer grado, que permite el cumplimiento de condena en r¨¦gimen abierto. En este momento, se podr¨ªa dar el tercer grado al 80% de los penados que existen en nuestras prisiones, con lo que no har¨ªan falta tantas plazas carcelarias.
Control social
P. ?Y no se producir¨ªa una evasi¨®n masiva de presos?'
R. Yo creo que no, si hay unas alternativas de control. El control carcelario es muy est¨¦ril y caro, pero hay otros controles sociales muy importantes, como el barrio, el trabajo, las presentaciones peri¨®dicas, las evaluaciones, etc¨¦tera. Ha llegado un momento en que hay que decirle a la Administraci¨®nque as¨ª no se puede seguir. La ley General Penitenciaria dice que las celdas tienen que ser individuales. Esto tiene una importancia tremenda por el desgaste que significa para una persona que est¨¢ en prisi¨®n equis a?os y tiene que soportar siempre la, presencia de otras. Muchos presos relatan como su mayor tortura tener que hacer sus necesidades ante la presencia obligada de otra persona. A veces las celdas son de dos, pero ya las hay en Carabanchel con 10 o 12 personas.
R. Ser¨ªa la consecuenciaconcatenada de que el poder j udicial funcionara y la Administraci¨®n dotara a la justicia de unos medios que permitieran evitar la c¨¢rcel. Yo creo que el control de la libertad provisional no se cumple por falta de medios en un 25% y el resto es responsabilidad del Consejo General del Poder Judicial, al que corresponde recabar tales medios e inspeccionar los tribunales para que se cumpla lo que la ley dice sobre libertad provi sional. Igual responsabilidad compartida existe sobre la tar danza en celebrar los juicios Por su parte, la Direcci¨®n Ge neral de Instituciones Penitenciarias no puede asumir m¨¢s trabajo del que puede realizarcon calidad. Es como un cirujano que se comprometiera a operar a una persona cada cinco minutos. Sabr¨ªa que las est¨¢ matando a todas. No se puede tener una c¨¢rcel con 2.500 internos si s¨®lo caben 800.
Los presos terroristas
P. ?Qu¨¦ puede hacerse para reinsertar a un terrorista mediante tratamiento penitenciario?
R. Creo que es uno de los problemas que tiene el saber penitenciario del mundo. El terrorismo es un delito del siglo XX, propio de las sociedades urbanas, fruto de un odio etiquetado y negativo para la sociedad. Hasta ahora, las ¨²nicas medidas han sido represivas, que a la larga han Invernado las semillas del terrorismo para que el terrorismo contin¨²e. Fundamentalmentc, habr¨ªa que iniciar un tratamiento constante a base de discusi¨®n y de reflexi¨®n con la persona que se encuentra condenada por estos delitos de terrorismo que, por lo menos, permita que pueda cuestionar sus actitudes e intentar un cambio y un a aceptaci¨®n de la estructura democr¨¢tica. Soy consciente de que es algo no probado en otros pa¨ªses y que tiene una dificultad importante.
P. La gran mayor¨ªa de estos presos rechaza la reinserci¨®n.
R. Pero el Estado no debe rechazarla. El terrorista rechaza hasta tal punto todo lo que no sea su mundo que se opone visceralmente a cualquier alternativa de cambio. Cree que posee toda la raz¨®n, que su an¨¢lisis es absolutamente correcto y que todo lo que no sea su terrorismo es el enemigo. C¨®mo ese enemigo puede influir en el terrorista es muy dificil, pero habr¨¢ que ponerse a pensarlo.
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