La televisi¨®n catalana se adelanta a TVE y emite la primera pel¨ªcula coloreada
Los espectadores de TV-3 podr¨¢n votar por correo sobre la innovaci¨®n
En pleno domingo de agosto, y en la somnolencia de la sobremesa, TV3 ofreci¨® a su audiencia la doble ocasi¨®n de ver en pantalla el resultado de un nuevo juguete tecn¨®logico y votar sobre sus virtudes y defectos. La ocasi¨®n la propici¨® el pase de la versi¨®n coloreada de La carga de la brigada ligera, cuyo original era en blanco y negro. TV-3 facilit¨® un n¨²mero de apartado de correos (el 30.300 de Barcelona) para que los telespectadores env¨ªen sus opiniones a favor o en contra de la coloraci¨®n de pel¨ªculas en blanco y negro.
El pase televisivo de La c¨¢rrega de la brigada ligera fue precedido por una intensa campa?a de Prensa, apoyada en el lema "?C¨®mo ve usted la vida? ?En blanco y negro o en color?", y por el parlamento de una locutora que, tras enunciar brevemente algunos de los argumentos en contra y a favor del coloreado, invitaba al espectador a tener su propio punto de vista y hacerlo extensivo a la direci¨®n del canal. Esta especie de refer¨¦ndum audivisual s¨®lo sirvi¨® para enmascarar una realidad mucho m¨¢s mezquina. La direcci¨®n de TV-3 ha esperado a emitir dos pel¨ªculas coloreadas (la pr¨®xima, el Capit¨¢n Blood, est¨¢ prevista para el domingo 20), en pleno mes de vacaciones, cuando ya TVE ha hecho p¨²blica la intenci¨®n de programar su lote, y cuando pr¨¢cticamente ninguna de las asociaciones que se han distinguido por su oposici¨®n a este tipo de pr¨¢cticas funciona normalmente. En otras palabras, TV-3 atac¨® por la espalda, amparado en el viejo argumento de que "el p¨²blico tiene derecho a conocer". Que emitiera una pel¨ªcula de aventuras coloniales en un espacio dedicado al western es s¨®lo un s¨ªntoma de su prisa.
Los resultados: del invento son anecd¨®ticos, aunque los errores no sean despreciables: la presunta maravilla tecnol¨®gica provoca cambios en la gama de colores de una secuencia a otra, una diferencia abismal entre la definici¨®n de los colores de interiores y de exteriores, la ausencia casi total de matices en algunos de ellos (como el verde) y una sensaci¨®n de desvanecimiento de los contornos.
Pero lo que realmente importa, es que, una vez m¨¢s, la l¨®gica que se impuso fue la del negocio y no la del respeto a la obra cinematogr¨¢fica tal y como, para bien o para mal, fue concebida. El peque?o formato televisivo ha vuelto a apropiarse de un producto originalmente cinematogr¨¢fico para devolverlo al p¨²blico con una mutilaci¨®n manifiesta, aunque en este caso se disfrace ir¨®nicamente de mejora en la calidad del original, y en el contexto de (des)informaci¨®n en el que la pel¨ªcula fue emitida, lo de dar la palabra al espectador resulta sonrojante demagogia.
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