Un glaciar se mueve
Hasta un glaciar se mueve. La gran noticia, la enorme noticia de Polonia, nos lleva aguas arriba por los d¨ªas y los a?os cuando parec¨ªa que un tiempo inm¨®vil hab¨ªa congelado la historia para siempre, como si hubiera soplado sobre ella el viento helado del invierno de Varsovia.Pero no hace falta recordar muy lejos. Fue casi ayer. En una visita oficial a Polonia, hace aproximadamente dos arios, como ministro de Asuntos Exteriores recuerdo que concert¨¦ un encuentro en la Embajada de Espa?a con los l¨ªderes de Solidaridad. El Gobierno polaco manifest¨® su conformidad con m¨¢s o menos reticencia. Sin embargo, una hora antes de la reuni¨®n una de las personas invitadas fue detenida y no se present¨® a la hora prevista. Recuerdo que entonces llam¨¦ desde la misma residencia del embajador a mi colega polaco y le dije que no me mover¨ªa de all¨ª y que suspend¨ªa el resto de la visita mientras esta persona no fuera puesta en libertad. Se le puso en libertad una hora despu¨¦s y todo continu¨® normalmente.
Comprendo, al recordar el incidente, que corr¨ª un cierto riesgo con aquella actitud, que por otra parte me parec¨ªa absolutamente elemental.
Ahora es muy f¨¢cil escribir largas reflexiones especulativas analizando lo que ha sucedido. Pero ninguno de nosotros pod¨ªa imaginarse hace dos a?os que en mitad de 1989, con la normalidad aparente de los hechos excepcionales -la primavera ha venido-, hay un periodista de Solidaridad que no es miembro del partido comunista y que en un Gobierno mayoritariamente no comunista va a ser primer ministro.
La vida se lleva unas cosas y trae otras. Pero de cuando en cuando uno siente el escalofr¨ªo de que lo que est¨¢ escuchando es el ruido profundo con el que avanza la historia.
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