Poco margen para el optimismo
POCOS D?AS despu¨¦s de la divulgaci¨®n del ¨ªndice de precios al consumo (IPC) correspondiente a julio, el Banco de Espa?a ha hecho p¨²blicas las tasas de crecimiento en ese mismo mes de la cantidad de dinero en circulaci¨®n (activos l¨ªquidos en manos del p¨²blico, ALP) y del cr¨¦dito al sector privado. En ambos casos, tras los excepcionales aumentos registrados, del 28% y del 36%, respectivamente, se amparar¨ªan conceptos igualmente inusuales en c¨®mputos anteriores. Realizada la correspondiente homogeneizaci¨®n, dichas tasas quedar¨ªan reducidas, seg¨²n el Banco de Espa?a, al 13% y al 14%, respectivamente, expresivas, ahora s¨ª, de una cierta desaceleraci¨®n en relaci¨®n a los registros de meses anteriores y, por tanto, sintom¨¢ticas en cierta medida de contenci¨®n en el ritmo de crecimiento de la actividad econ¨®mica. En la comunicaci¨®n del banco emisor se destacan las partidas hoy computables en los ALP que no lo hab¨ªan sido en meses anteriores (transferencias de activos y cesiones temporales de t¨ªtulos) y se rese?an aquellos conceptos que, como el aplazamiento en la liquidaci¨®n del impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas (IRPF) o el trasvase de fondos de primas ¨²nicas hacia activos financieros incluidos en esa definici¨®n, tienen un car¨¢cter excepcional. No se aporta, sin embargo, la necesaria recomposici¨®n de la serie que ha permitido homogeneizar las tasas de variaci¨®n de las magnitudes en julio con las de meses anteriores. Asumidas las reclasificaciones y ajustes, la desaceleraci¨®n de esas depuradas magnitudes -todav¨ªa muy por encima de la senda prevista- no parecen justificar el relativo optimismo con que las mismas se han transmitido y mucho menos su utilizaci¨®n como paliativo en la valoraci¨®n de los serios desequilibrios que hoy presenta la econom¨ªa espa?ola, y de los que el propio Banco de Espa?a dio cumplida cuenta hace un par de semanas en su bolet¨ªn econ¨®mico. Ese aparente menor crecimiento del cr¨¦dito al sector privado y de la cantidad de dinero en circulaci¨®n tampoco puede ocultar a estas alturas el evidente agotamiento de la pol¨ªtica monetaria como terapia dominante para atajar las evidentes tensiones inflacionistas y el creciente d¨¦ficit exterior de nuestra econom¨ªa.
El origen de tales desequilibrios sigue localiz¨¢ndose en un ritmo de crecimiento de la demanda interna -muy superior a las posibilidades de oferta de nuestras empresas- que presiona al alza sobre los precios de los bienes ofrecidos en nuestro pa¨ªs y desv¨ªa una parte sustancial de esa demanda hacia el exterior. El resultado es un creciente d¨¦ficit por cuenta corriente que puede ser dif¨ªcil de mantener en el futuro, y una tasa de inflaci¨®n que mina la competitividad de las empresas y erosiona la capacidad adquisitiva de las rentas, en especial las salariales. Esos desequilibrios reales han motivado a su vez desequilibrios financieros en la totalidad de los agentes econ¨®micos -familias, empresas y Administraciones p¨²blicas-, que han visto reducida de forma significativa su capacidad de ahorro, mostrando una escasa sensibilidad a la bater¨ªa de restricciones de distinto signo instrumentadas por las autoridades monetarias en los ¨²ltimos meses y al elevado nivel de los tipos de inter¨¦s.
Sobre esta base, el mantenimiento de un ritmo de crecimiento econ¨®mico notablemente superior al de los pa¨ªses de nuestro entorno ser¨¢ un resultado dif¨ªcil de ofrecer en los pr¨®ximos a?os sin riesgo de echar a perder lo conseguido en los pasados. De ello -hay que suponer- fueron conscientes las autoridades espa?olas cuando decidieron la incorporaci¨®n al Sistema Monetario Europeo, as¨ª como de la escasa virtualidad que en ese esquema de disciplina cambiaria cobra el uso intensivo de la pol¨ªtica monetaria. El abandono, en consecuencia, de la peculiar combinaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas practicadas hasta- la fecha (tratando de frenar con la pol¨ªtica monetaria la expansi¨®n presupuestaria) se presenta como precondici¨®n desde la que afrontar responsablemente el gobierno de nuestra econom¨ªa en el futuro inmediato. Su reconocimiento y la discusi¨®n de sus consecuencias ser¨¢n tanto m¨¢s necesarios cuanto menos distante resulte la aprobaci¨®n de los pr¨®ximos Presupuestos Generales del Estado del horizonte electoral al que este pa¨ªs ha de enfrentarse.
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