Bizcochos en alm¨ªbar

Litri se cay¨® del cartel, alegando encontrarse enfermo. Para unos aficionados padece un c¨®lico nefr¨ªtico. Para otros, la enfermedad es bilbainitis, es decir, cubrir las formas, anticipadamente, para no ir a Bilbao. El tiempo arrojar¨¢ luz sobre la verdadera enfermedad del diestro, de la que le deseamos se reponga r¨¢pidamente tanto si la dolencia es f¨ªsica o es profesional.Para sustituirle, la empresa acudi¨® a Manzanares, con lo que se complet¨® un cartel de veteranos. L¨®gicamente, los veteranos deben guardar la l¨ªnea, y de los seis bizcochos en alm¨ªbar que se han servido en el ruedo de Almer¨ªa, se han ido casi, enteros cuatro de ellos.

El ¨²nico que estuvo en plan glot¨®n y se los comi¨® enteros fue Roberto Dom¨ªnguez. A Parada y Manzanares se ve que no les gusta el dulce.

Roberto Dom¨ªnguez estuvo torer¨ªsimo con el capote. La faena de muleta a su primero tuvo momentos ¨¢lgidos: sobre la mano derecha y tambi¨¦n en tres espl¨¦ndidos naturales. Despu¨¦s, el toro perdi¨® fuerza y las subsiguientes series de redondos, tuvieron calidad pero menos trayectoria.

Cuando estuvo hecho un glot¨®n fue en el sexto. Tambi¨¦n lo m¨¢s importante lo ejecut¨® con la mano diestra, aunque hubo muletazos con la zurda de exquisito gusto. El toro acab¨® hecho un bizcocho borracho de tanto torearlo.

Se desplant¨® Dom¨ªnguez, en forma inusual. Arroj¨® los trastos, y abierta la chaquetilla, le mostr¨® el pecho al toro. Aunque esos desplantes no sean del agrado de muchos aficionados, es preciso resaltar que fue despu¨¦s de haber exprimido al toro como un lim¨®n.

A cumplir

Jos¨¦ Luis Parada est¨¢ acusando visiblemente las dos cornadas de Barcelona. Eso es natural. ?D¨®nde queda ya aquella ilusi¨®n de las ferias de Sevilla y Madrid?. Jos¨¦ Luis Parada va a la plaza como si fuera a la oficina. A cumplir. Di¨® algunos muletazos estimables, pero sin garra, sin la m¨¢s m¨ªnima entrega.Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares no va ni a la oficina ultimamente. Despacha los asuntos por tel¨¦fono. Al primero hizo el parip¨¦ de que lo toreaba, pero desde luego al bizcocho que le toc¨® en suerte apenas hizo que mosdisquearlo.

Al quinto, lo traste¨® con precauciones, como si fuera un barrab¨¢s, y era tambi¨¦n un bizcocho en alm¨ªbar, aunque puede que estuviera algo revenido, pero nada del otro mundo. Es cuesti¨®n de tener hambre de toros, y da la impresi¨®n que Manzanares est¨¢ ah¨ªto.