Grandeza
Toda la belleza que el hombre es capaz de imaginar puede circunscr¨ªbirse a seis marcas sobre otros tantos n¨²meros, del 1 al 49, ambos inclusive. De esta suerte, las enso?aciones m¨¢s inaccesibles est¨¢n unidas al prosaico ejercicio de estilo de rellenar un boleto antes de los jueves. Dicho de otra manera, la grandeza del ser humano depende de la miseria del azar.Imag¨ªnense un pa¨ªs en el que quien durante a?os planific¨® y recomend¨® la austeridad econ¨®mica nacional cierra el tenderete y ficha por los grandes especuladores, o en el que las grandes opciones pol¨ªticas de la izquierda, anhelantes de cambiar el mundo, acaban cambiando su electorado (de urbano a rural y de j¨®venes a tercera edad), mientras que las grandes opciones de la derecha mantienen el ya mon¨®tono ritual de un Saturno devor¨¢ndose a s¨ª mismo ante su impotencia procreadora. Comprueben c¨®mo el tercermundismo sanitario equino es culpa de todos menos de los responsables. A?¨¢danle que el ir al hipermercado puede ser como ir a L¨ªbano, sin que la autoridad competente decida por ello interrumpir su bien ganado descanso despu¨¦s de tantos meses de entrega a la patria. O tomen un piscolabis en las cocinas de la residencia sanitaria La Fe, de Valencia ("Orines y Mediterr¨¢neo", un nuevo eslogan de promoci¨®n).
Cuando todo lo expuesto resulta ser s¨®lo una peque?a parte de las sensaciones y vivencias que puede sentir un lugare?o, uno comprende que grandeza y miseria, sue?os y azar, conforman este gran patio de monipodio al que, ya pronto, le llegar¨¢n la foto pegando un par de carteles, las caravanas, fiestas, promesas electorales, alg¨²n puyazo al contrario, un par de semanas de mal dormir por si se pierde la butaca de sacrificarse por Espa?a y el respingo final tras la larga noche del recuento de votos en el Palacio de Congresos y Exposiciones. La aut¨¦ntica y trasnochada grandeza es sobrevivir con tanta miseria.
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