Es la guerra
Cuatro mil agentes de polic¨ªa, centenares de perros amaestrados, docenas de helic¨®pteros, 400 quinquis en la trena. Todo este operativo para conseguir decomisar 650 kilos de marihuana de la mejor. Es la guerra. Pues, como de costumbre, el precio del porro no vari¨® ni un ¨¢pice y esa noche quien quiso fumarse uno se lo fum¨® tan tranquilo.Naturalmente, todo el l¨ªo se habr¨ªa evitado s¨ª la droga estuviera despenalizada. Sobre la base de que el que quiere fumar, fuma, y el que quiere drogarse, se droga, estas guerras no sirven absolutamente de nada. El tabaco, que es tan droga como la marihuana y mata m¨¢s, es legal y est¨¢ barato. Ergo es m¨¢s accesible. En cambio, mucha gente est¨¢ dejando de fumar, no porque nadie se lo proh¨ªba bajo pena de c¨¢rcel, sino porque a la hora de acabar con la plaga del tabaco, el dinero que se invertir¨ªa en el fiero e in¨²til combate contra la droga da mejores resultados cuando se destina a investigaci¨®n m¨¦dica y campa?as de rechazo social.
Hay quien dice que es inmoral, y da groseras muestras de insolidaridad social aquel que asegura que la penalizaci¨®n de la droga es buena aunque s¨®lo sea porque acaba con el crimen. ?Y el pobre drogadicto?, dice: es una salvajada propalar un mal para evitar otro. Seg¨²n se mire. Porque, aparte de que despenalizar no equivale a animar al consumo, lo que es una salvajada es que haya un pa¨ªs como Colombia, reh¨¦n del crimen, que le tiene declarada la guerra total a los narcotraficantes, sin que se sepa a¨²n qui¨¦n la va a ganar. El narcotr¨¢fico, los atentados, lo ej¨¦rcitos privados, se terminar¨ªan e 24 horas si alg¨²n Gobierno tuviera la valent¨ªa de declarar legal el cultivo de la coca¨ªna. Que se lo pregunten si no a los del c¨¢rtel de Medell¨ªn les aterrar¨¢ que los extraditen, per les aterra m¨¢s que permitan el cultivo libre de la droga.
Como dice un amigo m¨ªo muy sensato, con prohibici¨®n, Al Capone; con despenalizaci¨®n, Freixenet
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