Mucho dinero, mucho desorden
J. V. La importante cantidad de dinero invertida en la celebraci¨®n del 20? aniversario de la revoluci¨®n libia no ha impedido que la deficiente organizaci¨®n sorprendiese a los delegados oficiales y a los periodistas invitados a Tr¨ªpoli. Los libios se excusan alegando su falta de experiencia en este tipo de acontecimientos masivos y en el hecho de haber recibido a una ins¨®lita cantidad de gente.
Elementos hay para que el cumplea?os del triunfo de Gaddafi sea una gran fiesta. Hay caballos ¨¢rabes, camellos tra¨ªdos del desierto, grupos de cante y baile beduinos, bombillas de colores, globos aerost¨¢ticos, zepelines y hasta fuegos artificiales.
La llegada de Hassan II al puerto de Tr¨ªpoli a bordo de su crucero Marraquech ejemplific¨® de modo excelente la organizaci¨®n. La majestuosidad del blanco barco y de las sirenas del puerto, dando la bienvenida, tuvo como contraste la espera que el rey de Marruecos soport¨® al pie de la escalerilla. Gaddafi se encontraba en otra parte. Los empujones que siguieron al encuentro desbordaron al servicio del orden.
Gaddafi aparece en los actos con distintos modelos. Siempre rodeado de esas amazonas en uniforme verde oliva, que constituyen su guardia personal. Los muchachos armados en ropas civiles y los milicianos descamisados constituyen su segundo e inepto cord¨®n de seguridad. Hay entonces que ondear banderas verdes y consignas revolucionarias.
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